Todo comenzó cuando en la entrevista concedida al diario italiano 'La Stampa', Nico recordó cómo fue el triunfo de su padre, Keke Rosberg, en 1984. Sucedió en Dallas, ciudad del mismo estado norteamericano, Texas, que Austin, donde este domingo se disputa el GP de Estados Unidos. "Sí, había 40 grados y el resto de pilotos llevaban trajes refrigerados para protegerse del calor. Pero él estaba con el torso desnudo tomando el sol, fumando un cigarrillo. Él ya había ganado a todos antes de comenzar la carrera", recuerda.
El entrevistador apunta entonces que esa escena sería impensable en la actual F1, donde la exigencia física es brutal, y el alemán de Mercedes suelta la perla: "¿Impensable por lo de fumar? No, estás equivocado: hay un piloto que enciende un cigarro tras otro, pero yo no doy nombres".
Keke Rosberg, apodado el 'finlandés volador', fue campeón del mundo de F1 en 1982 y uno de los últimos de la saga de pilotos que vivían la velocidad y la vida a la vez. Atrevido y veloz, era inconfundible en el paddock por su abundante cabellera y su bigote poblado, ambos de color rubio. Ello, unido al descaro y pose desafiante con la que se fumaba su cigarro antes de cada carrera le convirtieron en un mito de la época.