Ocho puntos de Sergio Llull en el último minuto de la semifinal ante el Laboral Kutxa permitieron al Real Madrid vencer por 80-86, clasificarse para la final y tener así la opción de aspirar a revalidar un título copero que, en caso de victoria, sería el tercero consecutivo en Concha Espina. El balear, que no había tenido hasta ese momento un protagonismo especial en el aspecto anotador, se entonó, como casi siempre, cuando la pelota más quemaba.
Los de Laso comenzaron fuertes y mentalizados, sabedores de la importancia del partido y de la fortaleza del rival. En el segundo cuarto, sin embargo, Adams y Hanga provocaron una crisis madridista que acabó en un parcial rotundo de 12-0 por parte de los vascos. Lo mejor que pudo pasarle al cuadro merengue fue la llegada del descanso (44-40 en el marcador), ya que Fabien Causeur estaba también adquiriendo velocidad de crucero en su juego.
La segunda mitad convirtió el partido en una olla a presión. El Real Madrid, liderado por Sergio Rodríguez, entró en los últimos cinco minutos con una renta de seis puntos, ventaja que neutralizaría Ioannis Bourousis con dos triples consecutivos. El toma y daca concluyó cuando Sergio Llull, el gran protagonista del desenlace, anotó su parcial letal.
Antes, en la primera semifinal, el Herbalife Gran Canaria se había clasificado tras su épica victoria ante el Dominion Bilbao Basket por 71-81. Los isleños, que llegaron a ir perdiendo por diecinueve puntos en el tercer cuarto (55-36 como máxima diferencia), supieron aguardar su momento y dar la puntilla definitiva a los vascos en el último cuarto.
En los minutos decisivos, los amarillos acertaron en los lanzamientos triples (seis en batería) con toda la entonación que les había faltado en los tres parciales anteriores. Su entrenador, el histórico Aíto García Reneses, se metía de esa manera en su duodécima final de Copa del Rey... ¡con cuatro equipos diferentes! Números de un genuino mito de nuestro baloncesto.
