El Real Madrid sacó su orgullo de campeón para ganar en Múnich por 67-86, gracias a una segunda parte primorosa en la que apareció la defensa para desquiciar a un Bayern que nunca pudo frenar a Gustavo Ayón, imperial bajo los aros.
La falta de ideas en ataque por parte de los blancos y la concentración de los bávaros, que querían dar la machada ante su público, marcaron los primeros minutos del partido. Muy tensionado, el equipo de Laso alargaba las posesiones y frecuentaba peligrosamente tiros incómodos.
El partido fue muy cerebral en su primera mitad. La entrada en juego de Luka Doncic y del novato Maurice Ndour, junto a la fortaleza reboteadora de Willy Hernangómez, cambiaron momentáneamente a un Real Madrid que alcanzó su máxima ventaja (24-30). Con las tornas cambiadas, el Bayern se aferró al partido y fue recortando poco a poco gracias a la brega de Dusko Savanovic y, sobre todo, a un KC Rivers que volvió a no tener piedad de sus excompañeros.
Los visitantes salieron enchufados tras el paso por vestuarios, que ponía un punto y seguido en la igualdad reinante. Tomaron la autopista de la buena defensa y la velocidad tras robo de balón, con Sergio Rodríguez como mariscal de campo y un Ayón imparable, y propiciaron un monumental parcial de 2-21 que acabaría siendo decisivo.
El Madrid supo gestionar los últimos diez minutos ante un rival completamente desquiciado. El 'Titán de Nayarit' siguió en plan estelar y la magia de su mejor compinche, el 'Chacho', se tradujo en momentos de baloncesto preciosista.
El campeón esquiva una temprana eliminación que hubiese sido catastrófica y sigue vivo en la Euroliga. Tumbando en casa al Estrasburgo en la última jornada, el equipo español estará, con más sufrimiento del debido, en el Top 16. Sin duda, el lugar que le corresponde.
