Los aficionados del Real Oviedo se levantan cada día con la fe inquebrantable en un sentimiento. Con el espíritu animoso del que lleva sobre los hombros todo el peso de una entidad nacida en 1926. Con el orgullo de quienes se saben únicos dueños morales de un club que, pese a penar desde 2003 por las cavernas de 2ªB y 3ª, sigue ocupando la 17ª posición en la clasificación histórica de la Liga española. Sin ellos, el Real Oviedo llevaría enterrado una década. No le temen a nada, pero nada podían hacer frente a una deuda de 1,9 millones de euros que vuelve a poner a su Oviedín al borde de la desaparición.
Si el próximo sábado 17 no hay ese dinero en la caja azul, el Real Oviedo Sociedad Anónima Deportiva se disolverá para siempre en el aire y sólo quedará la gloriosa memoria. Si se recauda lo que hace falta, el concepto societario de la entidad carbayona nunca volverá a ser el mismo. Porque la afición azul ha vuelto a aprovechar otra crisis peliaguda para reinventarse y reconquistar el sabor añejo y entrañable de ese fútbol donde los verdaderos dueños de los clubes eran sus socios. Nada de constructores, empresarios, jeques ni demás modernidad artificial. Un socio, un voto. O esa es al menos la teoría que ilusiona a un oviedismo harto de tahúres.
El Real Oviedo ha abierto de par en par las puertas de su descapitalizada tesorería ofreciendo a todo el mundo la posibilidad de comprar al menos una acción del club al precio de 10,75 euros. Una vez más, los oviedistas se remangaron, dispuestos a aportar lo que pudieran en cada caso y a convencer a familiares, vecinos y amigos de la imperiosa necesidad de salvar un símbolo de Vetusta. Pero esta vez el esfuerzo se antojaba insuficiente.
Hasta que apareció Sid Lowe, corresponsal inglés del importante diario 'The Guardian' que luce con orgullo la camiseta del Real Oviedo cuando, por ejemplo, acude a cubrir una concentración de la selección española. El corazón de Sid se tiñó de azul en 1996, cuando fue estudiante de Erasmus en Oviedo. El ambiente británico del viejo y añorado Tartiere le hipnotizó y se volvió oviedista. Y no uno más, sino el mejor embajador internacional posible del Real Oviedo.
Así, Sid Lowe agitó desde Twitter –tiene más de 96.500 seguidores- a la comunidad anglosajona desperdigada por todo el planeta. Sacudió su proverbial veneración por las tradiciones y, de repente, un caudal de accionistas de los cinco continentes se dispuso a colaborar en la salvación de un modesto pero histórico club del fútbol español. Ni los inventores de ese deporte ni los amantes de sus raíces más puras residentes a miles de kilómetros están dispuestos a permitir la desaparición del Real Oviedo. Aunque nunca hubieran oído hablar de él.
En Australia, Omán, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Rusia, Italia, Camerún, Argentina, y así hasta medio centenar largo de países, vive alguien que posee una acción, como mínimo, del Oviedo. El último recuento por este concepto de aportaciones del extranjero ascendía a más de 200.000 euros. Mientras, el ejemplo de Sid Lowe cuajaba en España y #SOSRealOviedo ha sido varios días TT (tendencia) en Twitter. Y claro, los cada día más numerosos aficionados nacionales hartos del llamado “fútbol moderno” también han hecho un guiño romántico y se han lanzado a comprar acciones de un club distinto al de sus amores.
La campaña de publicidad global de la marca Real Oviedo que cumple una semana en cartel multiplica por mucho el valor de esos 1,9 millones necesarios el día 17, y la recaudación oficial desvelada este domingo por el presidente del club azul, Toni Fidalgo (experiodista y expresidente de la Liga de Fútbol Profesional), supera el millón. A ello hay que añadir los 100.000 euros en acciones que comprará el Real Madrid para cedérselas al Ayuntamiento de la capital asturiana.
El mismo domingo, en el ecuador de dos semanas vitales para la supervivencia del Real Oviedo, el oviedismo envió al mundo otro mensaje demoledor. Esta vez, además de Twitter y el resto de redes sociales, periódicos y televisiones de numerosos países buscan explicación para la multitudinaria manifestación por las calles de la capital asturiana y para la presencia de 20.500 personas en el Nuevo Carlos Tartiere. ¿Cómo es posible que un partido de 2ªB arroje una de las asistencias de público más elevada de todos los campos de fútbol de España en todas las categorías durante el fin de semana? La respuesta la tiene una afición que ya era muy grande y ahora es infinita. Y es que desde hace unos días en los dominios del Real Oviedo no se pone el sol. Y siguen llegando transferencias…