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Tuvalu, contra la marea: el fútbol desconsolado de las antípodas que lucha contra el cambio climático

Con las olas alzándose y el tiempo agotándose, la tercera nación independiente con menos población del mundo invoca el poder del deporte antes de sumergirse en el olvido oceánico

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Un rompecabezas que no parece tener solución. Así es la historia de Tuvalu, un pequeño país compuesto por varias islas de Oceanía que está integrado en la Polinesia y cuya capital es Funafuti. Hasta 1978 su nombre oficial era Islas Ellice, pero la proclamación de su propia independencia marcó un antes y un después en su particular legado, como suele ser costumbre en toda colonia. Tuvalu despachó el poder de Gran Bretaña y empezó a "caminar sola". Pero pronto llegaron los problemas y se manifestó la grave amenaza por el cambio climático.

Desde ese momento, este archipiélago de ocho islas -uno de los más pequeños del mundo y la tercera nación independiente con menos población (11.204 habitantes registrados)- no solo vive en esa futura incertidumbre de poder ser devorado por el Océano Pacífico, sino que también se encuentra en un ferviente intento por dejar su marca en el mundo a través del deporte universal con mayor enganche: el fútbol.

La selección de Tuvalu durante un encuentro en 2021 | FIFA

El amor de Tuvalu por el deporte rey es intrépido. Desde sus humildes comienzos en los Juegos del Pacífico Sur de 1979, donde los once jugadores amateurs recibieron una humillante y dura derrota contra Tahití, uno de los titanes de la región, por 0-18, el equipo nacional de las antípodas ha demostrado que el espíritu deportivo no se mide únicamente en goles y resultados. Tuvalu persistió en sus esfuerzos por ganar un lugar en la comunidad internacional, a pesar de contar únicamente con un campo reglamentario, compartido también con el equipo de rugby y situado peligrosamente dentro del aeropuerto.

En busca del reconocimiento de la FIFA

Eso es lo que principalmente condiciona a Tuvalu para ser aceptado por la FIFA. Irónicamente, el órgano gobernador a nivel internacional ayuda a desarrollar todo tipo de infraestructuras una vez que las naciones formen parte de su comunidad, pero para ello antes deben ser los países quienes apuesten por el fútbol y por fomentar mejores estadios y campos de juego. Sin embargo, ejemplos como Tuvalu (o como Kiribati, la otra nación de Oceanía que juega en una mezcla de arena y grava) lo tienen muy complicado al menos que antes reciban ayudas. El pez que se muerde la cola. Así, prácticamente imposible.

Por el contrario, desde 2006 Tuvalu forma parte de la Confederación de Fútbol de Oceanía (OFC) como miembro asociado. Su estatus le permite, por ejemplo, formar parte de los Juegos del Pacífico, una competición que le brindó la oportunidad de vivir unas eliminatorias mundiales. La cita de 2007 supuso la primera coyuntura del torneo clasificatorio para la Copa del Mundo de la FIFA del 2010, que se disputaría en Sudáfrica. Tuvalu tuvo allí un llamativo desempeño en cuanto a lo esperado, logrando un sobresaliente empate (1-1) con Tahití en el que Viliamu Sekifu se convirtió en el primer goleador tuvaluano en un compromiso "FIFA". Los otros tres encuentros, sin embargo, terminaron en derrota y Tuvalu no logró avanzar de ronda.

Selección de Tuvalu vs Tahití (2007) | FIFA

Esta misión cobró singular importancia cuando en 2008, el ex Primer Ministro Apisai Ielemia junto con el expresidente de la Asociación de Fútbol de Tuvalu, Tapugao Falefou, viajaron a la sede de la FIFA en Zúrich con esperanzas de obtener la membresía. Un nuevo fracaso.

Foppe de Haan: esperanzas en Tuvalu

La historia del fútbol tuvaluano cambió por completo con la llegada del entrenador holandés Foppe de Haan en 2011. De Haan trajo una nueva perspectiva y técnicas frescas a este equipo semi-amateur, ayudando a elevar el nivel de juego. Bajo su tutela, Tuvalu disfrutó de victorias significativas como el 3-0 contra Samoa en un partido de preparación para los Juegos del Pacífico de 2011 o la victoria récord de 4-0 sobre Samoa Americana. Ambos encuentros consolidaron la idea de que el talento de la nación podía desafiar a escalas mayores.

Anteriormente, Tuvalu ya había recibido amparo de Países Bajos. El director y animador Paul Driessen fundó en 2009 el proyecto Dutch Support Tuvalu, poniendo el foco en la mejora de los jugadores y de su conjunto de cara a los Juegos de 2011. En un grupo en el que era el único participante no miembro de la FIFA, consiguió vencer ante Samoa Americana y empató 1-1 con Guam. Además, lograron evitar los dos dígitos contra las mejores naciones, Vanuatu (1-5), Nueva Caledonia (0-8) e Islas Salomón (1-6); anotando incluso dos goles.

Después de que Foppe de Haan dejara su puesto una vez concluida la cita oceánica, el proyecto neerlandés volvió a prestar gran ayuda. En 2013, por ejemplo, la fundación organizó una gira de tres meses por los Países Bajos, en la que Tuvalu enfrentó partidos con muchos equipos aficionados del país europeo. "Ha habido muchos miembros de la FIFA que nunca jugaron un partido en casa en su historia. Así, Tuvalu también lo puede conseguir", defendía Driessen en aquellos momentos en una entrevista a la prensa. Él mismo sugirió que Tuvalu podría utilizar Fiyi como sede de sus partidos como local, idea que cuenta con el apoyo de este país vecino, pero sin el amparo de FIFA.

Tuvalu en un duelo amistoso disputado en Países Bajos en 2017 | REDES SOCIALES

Tuvalu tuvo que conformarse así, no obstante, con ser miembro de la Confederación de Asociaciones Independientes de Fútbol (CONIFA), una asociación que reúne a aquellas naciones que están fuera de la FIFA como Groenlandia, Isla de Man, Sapmi, Tíbet, Darfur o el propio Sahara Occidental, entre otros muchos. Además, su inclusión en los Juegos del Pacífico hace que esta pequeña isla tenga algo más de reconocimiento internacional. Es más, en su última participación en 2023, Tuvalu consiguió hacerse con el noveno puesto, logrando dos trabajadas victorias con Tonga (4-0) e Islas Marianas del Norte (4-1).

Sin embargo, la amenaza existencial de Tuvalu es apremiante. El aumento del nivel del mar y la posibilidad de un éxodo masivo hacia países cercanos, como Nueva Zelanda, pintan un futuro incierto. Se estima que en las próximas décadas, el océano podría borrar este país del mapa geográfico. En medio de esta predicción ominosa, la ferviente aspiración de entrar en la FIFA se perfila no solo como un logro deportivo sino como un grito desesperado por ser recordados.

El cambio climático acecha sus costas

De este modo, el gran desafío que enfrenta Tuvalu es existencial. "Si existe una cuestión que mi país, Tuvalu, lleva muy cerca del corazón, es la del cambio climático. Nuestra existencia está estrechamente ligada al medio marino y vivimos de lo que nos regala el océano. Las islas son bastante estrechas: Funafuti, la capital, está tan solo dos metros por encima del nivel del mar. Por desgracia, nuestro medio ambiente está cambiando. Los ancianos se han dado cuenta de los cambios: las playas han desaparecido, muchos pequeños islotes han quedado bajo las aguas y los arrecifes de coral están comenzando a morir debido a la intrusión marina de agua salada", afirmaba Ielemia.

El ministro de Tuvalu, con el agua por las rodillas en el vídeo enviado a la COP26 | RTVE

El reciente Informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). así lo confirma, prediciendo además un desenlace extremo. La comunidad científica calcula que para 2050, el 50% de Funafuti, donde vive más de la mitad de este país, habrá quedado inundada por las mareas. El cambio climático contribuyó a elevar el perfil del país en la escena internacional, pero los tuvaluanos quieren asegurarse de que su país no se defina por su relación con una crisis en la que ellos tuvieron poco que ver. Aquí, según Climate Watch, Tuvalu es uno de los 25 países con menor huella de carbono.

La metáfora de un campo de fútbol al lado de una pista de aterrizaje es la ilustración perfecta de ese equilibrio que Tuvalu logra mantener.

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