Pasadas las horas del Clásico, la evaluación de daños colaterales de la derrota madridista en el Bernabéu ante el Barcelona arrojan el nombre de Zinedine Zidane como principal afectado. La situación del francés, que hace unas semanas advirtió que no tenía su futuro claro antes del derbi con el Atlético, comienza a generar mucha incertidumbre. ¿Por qué dijo eso? Porque sabe que Florentino ha vuelto a la carga a por Joachim Löw, un viejo capricho. Una opción de la que Vozpópuli ya informó en mayo de 2015, cuando terminó contratando a Benítez porque Löw no se ponía a tiro. Pérez se ha visto en este tiempo con el alemán e insiste en su fichaje.
Zidane pasaba por ser un entrenador cuyo principal respaldo se encontraba en el vestuario y su mejor aval en el título de Champions conquistado en Lisboa. Zizou ha traído una normalidad muy necesaria al club, ha naturalizado la relación con la prensa y con los jugadores, evitando polémicas innecesarias y recibiendo el cariño de una afición que le venera por su condición de leyenda blanca desde aquel gol en Glasgow en su etapa como jugador.
Como entrenador se ha revelado como un magnífico gestor de egos, pero tácticamente se ha encadenado a la BBC condenando a los suplentes a un ostracismo en el que se han consumido dos jugadores con mucho mercado como Isco, Morata y James. El primero tiene claro que no tiene la confianza del entrenador, con un papel residual en la Champions y escasa participación en los partidos grandes.
El domingo perdió parte del respaldo del vestuario al justificar la titularidad de Bale desvelando que habló el día anterior con el jugador y que el galés le aseguró que estaba "bien" e ilusionado por "jugar". Esto le deja en mal lugar que no han dejado de trabajar con esfuerzo y ofreciendo rendimiento sin ganarse más oportunidades.
El fantasma de Florentino, del que Ancelotti reveló que le telefoneó después de sustituir al galés en un partido, sobrevuela a un Zidane que sin embargo ha mostrado tener carisma para tomar otras decisiones arrinconar a James, otro capricho de Pérez, en el banquillo. La afición comienza a desconfiar de la falta de cuajo como entrenador de un Zidane que no es capaz de dormir los partidos cuando el resultado se pone a favor. Y ese escepticismo se comparte en la zona noble del club, donde muchos fían la permanencia del francés en el banquillo a la consecución de títulos.
Una Liga en las últimas ocho temporadas, dos Copas en veinte años y seis triunfos del Barça en sus últimas nueve visitas, confirman que el problema no es Zidane
Zidane tiene dos meses para no convertirse en el próximo Ancelotti. Un técnico que después de ganar la Champions, fue despedido con contrato vigente la misma temporada que llevó al Real Madrid a conquistar el Mundial de Clubes al no lograr la Liga. En el Bernabéu se ha extendido una incómoda sensación de fracaso del que solo le libra la Champions. Una Liga en ocho temporadas y dos Copas en 20 años justifican un desasosiego del que tiene más culpa el caprichoso criterio de Florentino que las controvertidas decisiones de Zidane. Un dato resume perfectamente el estado de la cuestión: de las nueve últimas visitas al Bernabéu, el Barcelona ha ganado en ¡seis de ellas! Zidane no es el problema, pero empieza a tener pinta de ser la solución. Otra más...