Hace dos tardes andábamos en que si había roto con Alejandro o que si no había roto con Alejandro. Y un poco antes en que si tenía, o no tenía, otro romance. Ella, se pone las gafas de sol de famosa, y no contesta. No contesta, salvo que exista un interés propio de por medio. Chabelita supone, o sospecha, que así tiene la vida resuelta. Y puede salirle el tiro por la culata.
Esto de vivir del oficio de sí misma no es asunto tan fácil. Los famosos que ocupan las portadas de revistas sólo por sus aventuras o desventuras, y nunca, o apenas nunca, por su trabajo o por su talento, suelen durar poco. Suelen durar muy poco. De la noche a la mañana dejan de interesar al público, con lo que se les acaba el chollo. Y pasan, con suerte, a ser populares de rebajas. Además, Chabelita tiene un gran escollo para que esto de la fama fácil le resulte largo y próspero: Chabelita no parecer caer bien, en general.
A su favor funciona que es hija de archifamosa, Isabel Pantoja. Pero en ese tribunal de rigor que es la calle se escucha a menudo que la niña de la Pantoja resulta antipática. Será por esa sonrisa burlona que suele presentar ante las cámaras, será por esa pose de estar por encima de las preguntas de la prensa, o será por esas maneras de autosuficiente. Será por lo que sea.
El caso es que cunde por ahí que sus formas no suelen gustar mucho. Y hasta no suelen gustar nada. Al menos, eso es lo que más se oye en la calle, insisto. Si Chabelita quiere seguir teniendo papeletas de portada quizás debiera dulcificar su actitud, o hacerla más creíble. De lo contrario, puede salirle el tiro por la culata. De la fama a la nada puede haber un paso. Un traspiés.
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— Carmen Ro (@carmenro_tv) June 29, 2016