El Rey, con la abdicación, daba el adiós a su agenda de monarca, y en ese adiós se incluía la bienvenida a otra agenda, ya aliviada de protocolos incontables. En efecto, Don Juan Carlos inauguraba para sí otro calendario, donde va viviendo como un rey, por decirlo en expresión de la calle, pero como un rey de otra manera.
Por ahí se ve que Don Juan Carlos está cumpliendo ahora muy entretenidos años, una buena vida que llega tras pasar los trastos de oro a Don Felipe. Parece cierto que Don Juan Carlos se complace ahora en la vida de soltero, aunque siga casado, obviamente, porque soltero no es sólo aquel que no tiene pareja sino aquel que vive suelto, según verdad encerrada en la propia palabra.
Con Doña Sofía se le ve poco, o muy poco, y frecuenta restaurantes de mucha corona como si estuviera entre amigos de vacaciones, como si cayera en domingo cualquier día. Don Juan Carlos vive suelto para recibir el Año Nuevo en Los Ángeles, EE.UU, lejos de celebraciones familiares; vive suelto para ir a los toros, y hasta llevarle la merienda en papel Albal a su nieta Victoria Federica; vive suelto para seguir ganando regatas de vela, como en Pontevedra; vive suelto para irse de boda, como a la de Alejandro Santo Domingo, donde ejerció, además, de cortés caballero ayudando a Camilla Parker-Bowles a bajar la escalinata.
Don Juan Carlos lleva ahora otra agenda. Más recreo y menos palacio. Una cosa es la vida de rey, y otra ser el rey de la vida. Puede parecer lo mismo, y puede llegar a ser lo contrario.
La jubilación de oro del Rey emérito: toros, bodas, vela y comilonas, por @carmenro21 https://t.co/R5a7tQ6Pmt pic.twitter.com/yU2r1knRfX
— DolceVita (@DolceVita_vp) June 2, 2016