La economía crece y crea empleo, pero la calidad del nuevo empleo genera muchas dudas a los expertos y también a los españoles, que siguen dejando España en busca de mejores oportunidades en otros países. Así lo pone de manifiesto la Estadística de Migraciones del Instituto Nacional de Estadística (INE), que revela que en el primer semestre de 2016 un total de 47.484 españoles abandonaron sus hogares y decidieron establecerse en el extranjero.
Si se mantiene la tendencia en la segunda parte del año, las emigraciones de los españoles marcarán un nuevo récord en 2016, con una cifra próxima a las 100.000 salidas. Lo cierto es que este parámetro no ha parado de crecer desde 2008, el primero de la crisis, cuando 33.505 españoles decidieron hacer las maletas e intentarlo fuera de España. En 2015 la cifra ya prácticamente triplicaba a la de 2008 y puede que la de 2016 sea aun más alta. Hasta mediados de año no conoceremos la nueva estadística.
Estos demoledores datos demuestran que en España las cosas no han mejorado tanto como se pretende hacer creer. Es cierto que el PIB cerró el 2015 con un incremento del 3,2% y que se crearon casi 414.000 empleos, pero la estadística de migraciones muestra que muchos españoles no fueron capaces de encontrar lo que estaban buscando y decidieron intentarlo fuera de nuestras fronteras.
De hecho, son muchos los expertos que llevan tiempo alertando de la baja calidad del empleo que se está creando en la salida de la crisis. Y lo cierto es que si se analizan en profundidad las tripas de la última Encuesta de Población Activa (EPA), se ve que el número de horas trabajadas volvió a caer en el último trimestre de 2016 por mucho que creciera el empleo. Se quedó por debajo del nivel registrado en el tramo final de 2015 e incluso por debajo del nivel que había antes de que llegara Mariano Rajoy a La Moncloa.
También vuelven más españoles a su lugar de origen creyendo que la situación ha mejorado
A pesar del fuerte nivel que sigue marcando la emigración española, también hay que reconocer que cada vez son más los españoles que vuelven a España pensando que las cosas han mejorado. La estadística del INE revela que en 2015 más de 50.000 españoles decidieron volver a casa, muchos más que en 2008 y los años más duros de la crisis. En el primer semestre de 2016, la cifra ya estaba cerca de los 30.000 españoles, así que, si se mantiene la tendencia, también se marcará un récord en este sentido.
Si miramos con atención los datos, podemos ver que en los peores años de la crisis el retorno de los españoles fue mucho menor. En 2011 experimentó un leve repunte alimentado por los famosos brotes verdes que nunca se produjeron. En 2012 la cifra volvió a caer y desde entonces no ha dejado de mejorar hasta ahora y todo apunta a que en 2016 también se registrará un buen dato.
La Fundación de Cajas de Ahorro (Funcas) ha elaborado un informe en el que analiza la evolución de la emigración española durante la crisis. A su parecer, una lectura optimista puede llevar a pensar que la tendencia iniciada a partir de 2012 y, sobre todo, a partir de 2014, corresponde a la mejora de las condiciones en España y que, por lo tanto, algunos de los que pudieron haber pospuesto su retorno durante la época de crisis, han decidido volver ahora.
Pocas estadísticas
En cambio, una interpretación más pesimista puede hacernos pensar que es un reflejo de un fracaso en el proyecto migratorio. Y, finalmente, una interpretación más neutral supondría creer que los que ahora regresan lo hacen porque han conseguido aquellas metas que se habían propuesto durante el tiempo que estuvieron fuera, lo cual podría aplicarse, sobre todo, a los más jóvenes si esa estancia estaba ligada a un ciclo formativo.
En cualquier caso, lo que tiene claro Funcas es que en España se ofrecer un cobertura "deficiente" y una escasa fiabilidad" de las estadísticas sobre saldos migratorios en España que, a su parecer, alimenta la controversia dentro y fuera del país. Por eso, más y mejores datos sobre emigración e inmigración para entender las transformaciones que se pueden producir en la sociedad. "De lo contrario, nos condenamos a instalarnos en el espacio vago de la elucubración, terreno abonado para la fabulación más o menos interesada", avisa.