Cuatro años después, tras ser tumbada, enterrada, revivida y modificada, la operación Chamartín se encuentra exactamente en el mismo punto que a las puertas de las elecciones municipales y autonómicas de 2015, es decir, con la aprobación provisional del Ayuntamiento de Madrid pero sin fecha para la inicial y con el paso del tiempo amenazando con volver a dejar el desarrollo urbano del norte de Madrid colgando y pendiente de una nueva corporación municipal. El objetivo de la alcaldesa, Manuela Carmena, de sacar adelante la ahora llamada Madrid Nuevo Norte, al menos en lo que a los trámites del Ayuntamiento se refiere, está ahora más lejos y más difícil.
A día de hoy, el Pleno de marzo, en principio señalado por los responsables del área de Desarrollo Urbano Sostenible como la fecha límite para la aprobación inicial de la operación (la que pone fin a la actuación del Consistorio en este asunto), no abordará el punto. Para hacerlo, debería ser aprobado previamente por la Comisión del área, que se reúne, en sesión ordinaria, este miércoles. Una reunión en cuyo orden del día no aparece nada relacionado con Madrid Nuevo Norte.
Tras la aprobación provisional de la modificación urbanística que da luz verde al inicio del proyecto, llevada a cabo por el consejo de gobierno de la capital a mediados del pasado mes de septiembre, el preceptivo proceso de consulta pública se extendió hasta comienzos de diciembre. Al Ayuntamiento llegaron más de 3.000 alegaciones, lo que convirtió en quiméricas las expectativas hechas públicas por Carmena de sacar adelante la aprobación inicial en el Pleno de enero.
Las elecciones municipales y autonómicas se celebran a finales de mayo y la actividad en el Consistorio toca a su fin
Una optimista previsión citada por Antonio Béjar, presidente de Distrito Castellana Norte (DCN, la promotora de la operación, controlada mayoritariamente por BBVA, con el apoyo minoritario de Grupo San José) a finales de diciembre, en la inauguración del local que la compañía abrió en el Paseo de la Castellana para exponer la espectacular maqueta que recoge todos los detalles del proyecto, que prevé una inversión en el entorno de los 6.000 millones de euros.
En marzo, tampoco
La avalancha de alegaciones impidió que la documentación llegara a tiempo para entonces y diversos responsables del Ayuntamiento, entre ellos el delegado del área de Desarrollo Urbano Sostenible, José Manuel Calvo, llamaron a la calma (especialmente a los vecinos de la zona, que llevan cerca de un cuarto de siglo esperando que la operación obtenga al fin las pertinentes autorizaciones administrativas) al señalar que la aprobación llegaría en los plenos de febrero o marzo, como tarde.
Tampoco quedaba más margen, las elecciones municipales y autonómicas se celebran a finales de mayo y la actividad en el Consistorio toca a su fin. Desde el Ayuntamiento se trabaja a marchas forzadas para tener lista la documentación y proceder a la aprobación inicial, con un objetivo claro: finalizar antes de que acabe la legislatura la tramitación municipal de tan proceloso asunto.
A partir de la aprobación inicial, todo quedaría en manos del gobierno de la Comunidad de Madrid que resulte de las elecciones. Ya se contaba con la circunstancia de que el actual, encabezado por Ángel Garrido, no llegaría a tomar una decisión al respecto. Pero lo que no estaba en los planes es que la corporación municipal liderada por Carmena, que convirtió la operación Chamartín en un proceso de iniciativa pública y pasó de oponerse a ella y tumbarla en el Ayuntamiento a hacerla bandera de su gestión al frente del Consistorio, dejará pendiente la aprobación.
¿Una comisión extraordinaria?
No obstante, aún existe la posibilidad de que el Pleno de marzo aborde la aprobación inicial. Para ello debería ser convocada una reunión extraordinaria de la comisión de Desarrollo Urbano Sostenible en los próximos días para dar el visto bueno al expediente, una vez analizadas las alegaciones e incorporadas las que se consideren pertinentes, para su posterior votación en el Pleno, el único órgano que puede dar luz verde a la aprobación inicial.
No es precisamente el escenario ideal para Carmena en este proceso en el que, paradójicamente, ha tenido mucha más contestación en el seno de Ahora Madrid, la formación que lidera y con la que gobierna la ciudad, que en la oposición. La gran diferencia entre el planteamiento actual y el de hace cuatro años es que la operación Chamartín de ahora (negociada a conciencia a tres bandas entre el Ayuntamiento, DCN y el Ministerio de Fomento) cuenta con el consenso de todos los grupos políticos representados en el Consistorio mientras que en 2015 tan sólo el Grupo Popular estaba a favor y sacó adelante los distintos trámites gracias a su posición de mayoría absoluta.
Por entonces, los responsables municipales trabajaban bajo la presión de que un vuelco electoral daría al traste con la operación, como así terminó sucediendo. Como ahora, la documentación llegó tarde y, aunque hubo posibilidades técnicas de llevar adelante la aprobación inicial, se optó por la prudencia y por evitar escándalos.
Cuatro años después, el riesgo de que Madrid Nuevo Norte se quede varado por un cambio político en el Ayuntamiento es casi inexistente. Pero la amenaza de nuevos retrasos resulta casi peor para los promotores y, sobre todo, para los sufridos vecinos. Y un palo electoral para Carmena, aspirante a la reelección con nuevo partido y de la mano de Íñigo Errejón, y que vería como el insistente ruido generado en contra de la operación por las facciones más radicales de Ahora Madrid (especialmente IU y Anticapitalistas) habría obtenido una victoria, al menos parcial.