Desde que el Gobierno se formó el pasado diciembre, ha habido tres debates de envergadura dentro del equipo económico: El retraso o no de los Presupuestos de 2012 hasta después de las elecciones andaluzas, la profundidad de la reforma laboral y la política impositiva. El primero lo ganó con claridad el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro: las cuentas estatales no se remitieron al Congreso hasta finales de marzo, aunque al final el PP no logró conquistar Andalucía. La reforma laboral fue más audaz de lo que el propio Gobierno preveía en un principio: Guindos consiguió el gol. Finalmente, Mariano Rajoy ha dado su visto bueno a la subida del IVA, anuncio que fractura una de las columnas sobre las que se ha vertebrado todos estos meses el discurso económico del Gabinete. Segundo tanto del ministro de Economía.
Guindos siempre se inclinó a favor de la subida de este impuesto por varias razones. Ha sido una exigencia clara de Bruselas para dar credibilidad a la consolidación fiscal en España y ha formado parte de las sugerencias de la OCDE, así como de los servicios de estudios de importantes entidades financieras. Las ventajas de subir el IVA son evidentes: su recaudación es inmediata y, además, un anuncio con tantos meses de antelación provocará, en buena lógica, un aumento del consumo de los bienes duraderos, lo que a su vez será una garantía para que la contracción económica no vaya más allá del 1,7 prevista para este año. A fin de cuentas, puede haber empresas que renuncien a repercutir la subida del impuesto, como está haciendo Carrefour, que exime del mismo a pensionistas y familias numerosas. O ciudadanos que cambien sus hábitos de consumo para evitar el futuro hachazo fiscal.
Recaudación extra para el año que viene de 8.000 millones, con el IVA, gasolina, tabaco y alcohol
Los cálculos del Gobierno apuntan a una recaudación extra durante el año que viene de 8.000 millones de euros entre la subida del IVA y de los impuestos especiales. El gravamen sobre la gasolina no tiene mucho recorrido por su efecto inflacionista, el del alcohol está tradicionalmente condicionado por la presión contraria del sector hostelero y el del tabaco permite aumentos continuados y muy efectivos pues permite ingresos anuales que rondan los 9.000 millones de euros.
Con estos mimbres, el Gobierno recompone en parte el cesto en el que había depositado su discurso económico y gana margen para reducir las cotizaciones sociales, un impuesto sobre el empleo que España, con un paro superior al 24%, tiene que mirar con lupa ya que es objeto de numerosas apuestas a la baja por parte de varios organismos europeos.
Entre los argumentos que Guindos ha manejado para salirse con la suya y anticipar una subida del IVA para el año que viene pesa el espeluznante dato de paro reflejado en la última Encuesta de Población Activa y, por añadidura, la rebaja de dos escalones del rating de España por parte de la agencia Stándar & Poor’s, dada a conocer en la noche del jueves.
Del discurso sobre la necesidad de evitar la penalización del consumo se ha pasado al de rebajar las cotizaciones
La decisión supone pasar de un discurso que parecía muy firme y elaborado a otro bien distinto. Hasta ahora, el Gobierno mantenía, con Cristóbal Montoro a la cabeza, que con la subida del IVA la economía española duplicaría su caída como consecuencia de la penalización del consumo y que el fraude fiscal se dispararía. En adelante, el disco que suena es otro bien distinto: “Estamos planteando reducir las cargas y la imposición sobre el trabajo e incrementar la imposición sobre el consumo”, dijo Guindos este viernes.
Con los datos conocidos tras el Consejo de Ministros, el esfuerzo de consolidación fiscal en este ejercicio superará ligeramente los 30.000 millones de euros y el año que viene los 20.000. Es decir, todavía queda mucha tela por cortar para cumplir con los objetivos de déficit.
Conclusión: Guindos, dos, Montoro, uno.