Economía

El absentismo se dispara en la pandemia: "Gestionarlo ha sido medicina de guerra"

Dolores musculares, de cabeza, estrés, ansiedad. El absentismo laboral se ha disparado durante la pandemia, hasta el 7,1% en 2020 según Adecco, y ha alcanzado un máximo histórico. Aunque erróneamente

  • Una oficina vacía.

Dolores musculares, de cabeza, estrés, ansiedad. El absentismo laboral se ha disparado durante la pandemia, hasta el 7,1% en 2020 según Adecco, y ha alcanzado un máximo histórico. Aunque erróneamente se suele vincular el absentismo con las faltas injustificadas del trabajo, estas representan una mínima parte de la tasa, siendo el resto normalmente enfermedades comunes.

Durante la crisis del coronavirus, además, los ERTE también se han incluido en este indicador, como horas no trabajadas. En España, la tasa de absentismo nunca superó el 5% entre 2000 y 2017, y su incremento salta del 5,5% de 2019 al 7,1% de 2020, en base a las cifras que maneja la compañía de recursos humanos. “Hay una tendencia clarísima hacia la preponderancia de los factores psicoemocionales”, explica Javier Blasco, director del Adecco Group Institute, en conversación con Vozpópuli. 

La pandemia de coronavirus no solo ha llevado al colapso a los hospitales, también a los centros de Salud. La reincorporación de los trabajadores al mundo laboral ha sido llevada a cabo mano a mano por los médicos de Familia y los especialistas en Medicina del Trabajo. A este último ámbito pertenece Javier Hermoso, que habla de una situación similar a la guerra.

"La gestión del absentismo ha sido una medicina de guerra, de subsistencia. Prácticamente no tenían tiempo para ver pacientes en Atención Primaria. Los médicos hemos tenido que dar bajas sin ver a los pacientes", explica Hermoso.

La pandemia ha tenido un efecto directo en el alto nivel de absentismo registrado este año. "Hemos tenido trabajadores que han acumulado tres meses seguidos de baja por encadenar un contacto con positivo tras otro".

Los trastornos musculo-esqueléticos han estado a la zaga del absentismo debido al largo tiempo pasado en casa teletrabajando. Sin embargo, lo que más preocupa a los profesionales "son las secuelas psicológicas de la pandemia: trastornos de ansiedad, problemas del sueño y depresión".

No hay que olvidar tampoco el efecto del síndrome de covid persistente. "Gente que, después de pasar la infección, tiene cansancio crónico, cefaleas, problemas cardiacos, problemas respiratorios y, lo que más, trastornos mentales".

Como destaca Blasco, la pandemia ha supuesto “soledad, aislamiento, agotamiento físico” durante el confinamiento, a la vez que ha traído consigo una crisis económica “con incertidumbre que incrementa la carga mental” junto con, claro, el miedo y la sensación de tensión contínua “por la cercanía de la enfermedad y de la muerte”.

En este aspecto, Hermoso añade que "hemos tenido que vivir situaciones familiares complicadas que dejan secuelas muy importantes. Ha habido gente que ha estado más de un mes sin ver a nadie más que a sus médicos y enfermeros".

La misma opinión defienden desde los sindicatos que, denuncian, en la primera fase “tuvimos la falta de medidas preventivas, como mascarillas o pantallas faciales y tampoco se declararon como exigibles”, cuenta Pedro J. Linares, secretario de salud laboral de CCOO. Al riesgo de contagio había que sumar “los problemas asociados a la incertidumbre”. Según los datos de este sindicato, el consumo de fármacos como tranquilizantes o somníferos alcanzaba al 25% de sus encuestados en mayo. 

"Soy médico de una empresa del sector de automoción. Recuerdo el descontrol que había al principio de la pandemia. La primera reunión en marzo de 2020, el gerente nos preguntaba qué era esto de la covid. En una pandemia o te contagias o te vacunas. No se podía arreglar así como así. Tuvimos que comprar mascarillas de Alemania mientras el Gobierno decía que no eran necesarias", colige el especialista en Medicina del Trabajo.

Con todo, el lado positivo que los expertos encuentran es que la salud mental ha ganado protagonismo. “Esto ha venido para quedarse. Hay una mayor pretensión y expectativa de salud de las personas. La sociedad exige una gestión mental a lo grande”, cuenta Blasco. 

El teletrabajo y la conciliación

Al estrés por factores externos de la pandemia se unió la convivencia en casa con el virus, junto con la dificultad de teletrabajar desde el primer día. Falta de material adecuado, familias compartiendo ordenadores, escritorios inexistentes, sillas que restaban más que sumaban…”Ha sido común el agotamiento físico por estar mucho tiempo delante del ordenador, sumado al aislamiento vinculado al teletrabajo, lo que denominamos síndrome de trabajador burbuja”, cuenta el experto de Adecco.

Además, apunta Linares, quienes sí tenían acceso correcto a los sistemas que solía utilizar en su puesto "han trabajado más horas de lo que correspondían". A jornadas más largas, mayores problemas de cansancio y estrés, así como dificultad para desconectar.

La médico de Familia María del Campo explica que, si no se tienen en cuenta ciertas nociones, el teletrabajo puede resultar muy dañino para la salud. Lo que más ha visto en su consulta de Atención Primaria son problemas oculares, problemas de espalda y cardiovasculares, estos últimos por la falta de ejercicio físico.

"Uno de los problemas principales que tenemos a día de hoy es que hay un elevado porcentaje de población que hace vida sedentaria. Si estamos sentados trabajando en casa, lo ideal es que a la hora, hora y media, nos levantemos a dar un paseo, aunque sea por el pasillo", recomienda Del Campo.

Esta médico de Familia tiene claro que los efectos de la pandemia en la salud de los trabajadores se van a seguir notando meses después de alcanzar la inmunidad de grupo. "Por cada día sin moverte en una cama de hospital, necesitas siete días de recuperación para volver a ser el mismo. La intensidad de la pandemia ha sido tan grande que esto va a ir despacio, y así tiene que ser para que las cosas salgan bien".

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