El consejo de administración de ACS aprobó este miércoles un nuevo plan de opciones sobre acciones para la alta dirección del grupo, valorado en 468 millones de euros. Los principales beneficiarios serán Florentino Pérez y Marcelino Fernández Verdes, presidente y consejero delegado de la empresa, que tendrán derecho a medio millón de opciones cada uno de ellos. Ambos encabezan un nutrido grupo de hasta 271 directivos incluidos en el plan.
Precisamente, ésta es una de las diferencias de este programa de incentivos respecto a los anteriores puestos en marcha por la compañía, cuyo número de beneficiarios estaba en torno a los 60. Otra característica que lo distingue es que ACS tendrá que conseguir una serie de objetivos para que los directivos puedan ejecutar las opciones que les corresponden.
A tal efecto, la compañía ha establecido dos criterios. El primero, puramente financiero, establece que ACS deberá superar la rentabilidad media de las principales compañías del sector (un grupo de 20 compañías seleccionadas por el grupo entre las que se encuentran Acciona, FCC, Ferrovial, Sacyr y OHL) en el periodo 2018-2020. El segundo, relacionado con la sostenibilidad, decreta que ACS tendrá que superar el percentil 60 en el ranking de RobecoSAM para el Dow Jones Sustainability Index durante dos años.
Los beneficiarios podrán ejecutar sus opciones en los años cuarto y quinto a partir del inicio del programa, es decir, en los próximos 2022 y 2023. El precio de ejercicio será de 37,17 euros, que fue al que ACS cerró en la sesión de este martes.
El 25% del programa se concentra en 11 beneficiarios. Además de Pérez y Fernández Verdes, se incluyen en este privilegiado grupo Eugenio Llorente (450.000 opciones), consejero delegado del área de Servicios; José Luis del Valle, secretario del consejo de administración; Ángel García Altozano, director general del grupo; y Ángel Muriel, director general adjunto al consejero delegado (con 275.000 opciones cada uno).
Los dos anteriores planes de incentivos quedaron prácticamente inéditos debido al errático comportamiento de las acciones de la compañía, que hizo que los beneficiarios decidieran no ejecutarlo, toda vez que su precio en el mercado era inferior al marcado en el programa.