En apenas dos meses, el Banco de España decidirá sobre el futuro de Alfredo Sáenz en el Santander. En caso de que el supervisor decida inhabilitar al actual consejero delegado, el grupo tendría que sustituirle de forma inminente lo que hace sospechar, según algunas fuentes, de que ya haya existido algún tipo de movimiento para aclarar la sucesión de Sáenz. Una posibilidad en la que no ha querido entrar el actual CEO del Santander.
“No hay comentarios a un posible plan B”, señaló Sáenz, durante la rueda de prensa de presentación de resultados del primer trimestre en el que el grupo ha logrado unos beneficios de 1.025 millones, un 26% menos que en el mismo período del año anterior.
Sáenz ha eludido pronunciarse sobre su futuro hasta en dos ocasiones. “No hay comentarios”, reiteró tras dos interpelaciones sobre la posibilidad de que el banco haya iniciado un plan B para su sustitución.
En el caso de que la institución presidida por Luis María Linde decidiera la inhabilitación de Sáenz, los estatutos del banco rojo establecen un orden de sucesión que señala como sustituto a Matías Rodríguez Inciarte. Ese mismo nombre ha llegado en las últimas semanas al Gobierno.
Matías Rodríguez Inciarte es vicepresidente tercero y consejero ejecutivo de la entidad. El banquero ovetense, de 65 años, se incorporó al Consejo del Santander el 7 de octubre de 1988 y es un hombre fiel a Botín. Además, es el ejecutivo más veterano en el Consejo, tras Emilio Botín, con lo que podría ser designado de forma automática para un periodo corto hasta que más adelante se nombre a un consejero delegado para largo plazo.
El banco confía en que el gran volumen de jurisdicción presentada, en un primero momento, y la nueva tanda que presentará en los próximo días ante el Banco de España sea suficiente para lograr mantener a Sáenz en su cargo.
El CEO del Santander, sin embargo, sí quiso pronunciarse sobre la alta factura que la banca sana está pagando por la reestructuración de las cajas de ahorros. Como adelantó este medio a principios de semana, los grandes han aportado algo más de 10.000 millones al Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) para sanear el agujero de las antiguas cajas. Si se suman las aportaciones a la Sareb, la cifra se eleva por encima de los 13.000 millones.