Después de los rescates fallidos de Grecia, Portugal e Irlanda, la Comisión Europea está articulando una pinza con el Gobierno español para que se apruebe cuanto antes en la UE un mecanismo que permita la recapitalización de la banca española en apuros sin que tenga que mediar la petición del Estado. De modo que España no tenga que cumplir con un duro plan de ajuste que la condenaría a estar una larga temporada fuera de los mercados internacionales de financiación y, por tanto, destinada al rescate. El único obstáculo que deben salvar tanto Barroso como Rajoy estriba en el parlamento alemán. Su autorización será necesaria para modificar los programas de salvamento europeos y poder inyectar capital directamente en las entidades sin necesidad de que lo pidan los ejecutivos.
La Comisión Europea sugirió ayer la utilización del Fondo de Rescate Europeo (European Financial Stability Facility, EFSF), dotado con una capacidad efectiva de financiación de 440.000 millones de euros, para llevar a cabo la recapitalización. Sin embargo, el instrumento que puede utilizarse finalmente es el Mecanismo Europeo de Estabilidad (ESM), con un fondo de 800.000 millones de euros, cuyo funcionamiento se pretende flexibilizar para poder rescatar a la banca de un país sin que éste quede estigmatizado ante los mercados. De esta manera, Bruselas quiere evitar que el riesgo del sistema financiero se traslade a los Estados.
El mecanismo estaría operativo en julio, por lo que podría ser utilizado paras las entidades españolas que necesitasen una nueva inyección de capital después de los test de estrés que van a realizar las consultoras Roland Berger y Oliver Wyman, y los resultados del examen a la cartera crediticia que van a efectuar tres auditoras independientes. De hecho, representantes de la Comisión ya han mantenido algún contacto con determinadas entidades financieras españolas para explicarles esta propuesta de financiación.
Desde hace un año, el fondo de rescates de la UE sí permite conceder una ayuda específica al sector financiero de un país. Sólo que el Gobierno afectado es el que debe pedir ese rescate parcial y, por lo tanto, el dinero se prestaría a ese Ejecutivo. Sin embargo, esta fórmula conllevaría dos serios inconvenientes. Por un lado, un repunte del nivel de deuda pública por el que los inversores pasarían factura. Por otro lado, muchos expertos advierten del riesgo de que ese rescate parcial sea visto por los mercados como la puerta abierta a un rescate total, justo lo que el Gobierno español quiere evitar a toda costa. La intervención directa del fondo de salvamento en la banca, sin la mediación estatal como ahora plantea Bruselas, podría evitar ese riesgo. El mecanismo de rescate impondría las condiciones a la banca auxiliada, que sería así la única responsable de devolver el dinero inyectado.
Como en toda decisión económica que afecta a la zona euro, Alemania tiene todavía que dar el visto bueno. Sin embargo, en esta ocasión no será Merkel quien tenga la última palabra, sino el Parlamento teutón, por lo que "no todo está perdido", aseguran fuentes comunitarias. La canciller ya está obligada a aprobar en la Cámara el fondo de rescate a lo largo de junio. Sin embargo, la nueva función que Barroso pretende incluir en el mecanismo de salvamento obligará a redefinir los términos del debate parlamentario en Alemania. Los socialistas se muestran algo menos inflexibles que los conservadores de la CDU. Pero se necesita el acuerdo de ambos partidos para que salga adelante la propuesta que ayer lanzó la Comisión. Las negociaciones estarán abiertas durante todo junio. Ayer, el ministro Luis de Guindos se reunió con el titular de finanzas alemán Wolfgang Schäuble para intentar acercar posturas. Por si acaso, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría se encuentra hoy en Estados Unidos estudiando todas las posibilidades de ayuda con el FMI y el secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner.
Propuesta de Barroso
Barroso ya había propuesto a Alemania un instrumento de resolución de crisis bancarias en Europa, lo que incluiría el acceso directo de las entidades a los fondos de rescate, el fondo de garantía de depósitos europeo y algún tipo de autoridad bancaria única, algo que vaya más allá de las actuales funciones de la EBA. Sin embargo, la canciller se mostró entonces en contra. Pero la llegada de Hollande y el cambio de actitudes han abierto una nueva ventana de oportunidad para Barroso. Hace un mes, el presidente de la Comisión retoma la idea y empieza a intercambiar documentos con el Ejecutivo español con el fin de elaborar distintas propuestas digeribles para el Gabinete alemán. Su estrategia consiste en que Francia sea quien ponga primero la cara en las discusiones con los germanos. De hecho, fuentes comunitarias afirman que "Barroso lo ha comunicado oficialmente porque ya lo tiene consensuado con varios países". En este sentido, el propio presidente de la Comisión ha avanzado que la próxima semana publicará su hoja de ruta para el Sistema de Resolución Bancaria.
Estas iniciativas pronto se ven apoyadas por Monti, quien además expresó en público hace una semana su propósito de defender un fondo único de garantía de depósitos europeo. La intención de todos los socios de la UE es evitar que se repita el caso de Irlanda. Esta situación está causando irritación en Dublín, donde se quejan de que a ellos se les obligó a recibir una inyección masiva de dinero público para su banca y a seguir un programa de rescate diseñado por el FMI. Sin embargo, el volumen de la economía española impide repetir el modelo irlandés. Los teutones contemplaban que España podía aguantar con la prima de riesgo bastante alta hasta septiembre por lo menos. Sin embargo, no contaban con que ahora el sistema financiero español necesite una nueva ronda de capitalización.
Emisiones de deuda española
Las estimaciones de los analistas se mueven en la horquilla de los 50.000 a 70.000 millones, después de las ayudas públicas de 19.000 millones que el Estado inyectará en el grupo BFA-Bankia. Según algunas fuentes financieras españolas, este nuevo volumen de capital podría ser cubierto sin necesidad de tener que acudir a ayudas europeas.
A su juicio, el nivel de la deuda española sobre el PIB, que actualmente se sitúa en el 80%, tiene aún recorrido para poder absorber el impacto de estos 70.000 millones y cuadrar una cifra de deuda en el entorno del 90%, niveles parejos a los que actualmente soportan países como Francia o Reino Unido. La media de la Unión Europea se sitúa en el 92%.
"Salir al mercado actualmente para cubrir las emisiones es difícil. De hecho, las últimas emisiones del Tesoro han estado financiadas por la banca doméstica", explican fuentes del sector, que aseguran que sería la gran banca la que tendría que hacerse cargo de las emisiones institucionales para recapitalizar Bankia.
Otros representantes del sector, como Josep Oliu, presidente del Sabadell, sí se han mostrado partidario de que el sistema financiero español reciba recursos del fondo de rescate de la Unión Europea. Oliu ha abogado por hallar una fórmula que permita separar los ajustes que debe realizar el sector público "en los plazos negociados" y la "resolución" de la crisis financiera. "Si se acierta, no se estigmatizará", ha asegurado en un encuentro con periodistas este mediodía.