La banca ha vuelto a firmar un año perdido en cuanto a reputación se refiere. Las entidades siguen sin dar con la tecla que les ayude a mejorar su imagen de cara a los clientes. Y seguirá sin mejorar si siguen aflorando escándalos como el de Villarejo, IRPH, tarjetas revolving o conflictos laborales. Ha sido un año en el que las sombras del circo mediático han eclipsado a las luces del negocio. Los bancos han obtenido beneficios espectaculares, pero siguen sin solucionar el problema de la rentabilidad.
Por eso se ha hecho un enorme trabajo en la reducción de sus activos no productivos. De hecho, la banca española lidera la desinversión en ladrillo en toda Europa, para alegría del Banco Central Europeo. Las entidades financieras de nuestro país cuentan con un balance negativo de 80.000 millones de euros en inversión en el sector inmobiliario desde 2014, según un informe realizado por la consultora JLL recogido por Vozpópuli. Además, el sector ha sabido capear el terreno de los tipos negativos, que ha llegado para quedarse, y ha conseguido amoldarse a la nueva ley hipotecaria, que a priori beneficia al cliente.
Del negocio se ha hablado mucho este año. Pero sin duda, lo que más tinta ha derramado han sido los escándalos en los juzgados. Pocas o ninguna se salva de tener problemas hipotecarios con la ley. Si no es por cláusulas suelo, es por hipotecas multidivisas y si no, por IRPH. También hay otros casos más problemáticos, como la caída del Popular, que no deja de salpicar al propio Santander. O el mal trago para Bankia. Nueve meses de juicio oral, con muchos traspiés para rememorar la etapa más negra de la crisis española y de la propia entidad. Un juicio que ha servido para airear los trapos sucios del Banco de España y poner en el punto de mira a muchos trabajadores del supervisor.
Ejemplo claro es el del técnico disidente, Jorge Pérez, que se mostró muy crítico con la salida a Bolsa de Bankia y que ha sido despedido dos meses después de declarar. Este conflicto laboral ha llegado a los tribunales y se enmarca como el primer gran escándalo que se cierne sobre el actual gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. Un hombre correcto y poco mediático, que poco tiene que ver con sus antecesores en el puesto. Lejos quedan los tiempos de MAFO y Linde.
El patinazo de Santander
Aunque para pleitos laborales, el fichaje frustrado de Santander: el italiano Andrea Orcel, el que iba a ser la mano derecha de Ana Botín. Un contrato que se cayó por sólo 50 millones de euros. Santander no podía hacer frente a este pago, decidió su consejo según fuentes conocedoras. El banco se enfrenta a una denuncia en la que posiblemente tenga que pagar más de esa cantidad, porque el banquero de inversión no tiene intención de perdonar.
Ana Botín sació su sed a medias con el fichaje de Luis Isasi, actual presidente de las filiales de Morgan Stanley en España. Los que le conocen dicen de él que servirá de contrapeso para el incasable Rami Aboukhair, que ha cogido mucha fuerza no sólo en España, sino en el grupo. Siendo la mano derecha de la propia Botín, centrada ahora en salvar el planeta.
Villarejo
Aún con todo eso, el mayor escándalo del año es el de BBVA. La trama de espionaje en la que se ha visto inmerso el banco ha llenado portadas de periódicos. La propia entidad se ha visto obligada a incluir en sus folletos el caso como un riesgo. Aunque la crisis reputación aún no ha afectado a las cuentas, en unos años esto podría ser un grave problema, ya que el Banco Central Europeo estudia la forma de poder penalizar el capital de las entidades que no cumplan con requisitos de gobernanza. Aunque con FG fuera todo es más fácil.
El BCE no veía con buenos ojos su presidencia de honor, estaba en la cuerda floja, pero su enorme influencia hizo que al final se saliera con la suya y se quedara con una despacho en la planta noble del edificio de BBVA en Castellana. A casi todo tuvo que renunciar FG tras saltar el escándalo. Con el clan de Neguri afilando las garras, el banquero ético tuvo que dejar su puesto de honor ante la enorme presión mediática. Lo hizo antes de la Junta General de Accionistas. No tanto para ahorrarle el mal trago a Carlos Torres, sino por la presión que suponía seguir ocupando un puesto que nunca debió tener, según los códigos de buena conducta.
Desde el despacho más noble hasta la oficina más terrenal
La banca cierra el año con 6.000 empleados menos. Dos EREs claves: el de Santander (Popular) y el de CaixaBank. Salidas abruptas y muchas negociaciones con los sindicatos. Los recortes son necesarios, ya lo dice el BCE, la forma de realizaros ya es otro cantar.
Sabadell también ha tenido también su problemas particulares en Reino Unido. El banco ha pasado por una situación muy delicada y por unos resultado que Oliú nunca hubiera querido ver, pero que han podido sacar adelante. Una nueva consejera delegada para TSB y un nuevo plan que no ha valido para contentar al mercado. El banco sigue bajo mínimos en Bolsa y no hay forma de remontar. Un problema que no sólo afecta a Sabadell. Es una situación casi crónica, que se ha instalado en todos los bancos que cotizan en España.
Y entre los peces más pequeños también se frustrado una boda. La banca de inversión ya había buscado la iglesia, el restaurante, la cubertería e incluso había elegido el traje de la novia. Pero todo se frustró en el color de las flores. Por sólo 50 millones de euros se puso fin a las negociaciones entre Liberbank y Unicaja. Una cuestión de ego decían unos, otros aseguraban que era imposible rebajarse más.