"No es bueno para España", con esta contundencia resumía Onur Genç, consejero delegado de BBVA, el rechazo frontal de los banqueros al impuesto al sector bancario. Las entidades presentaron la semana pasada los resultados del primer semestre, que en general fueron buenos, pero que se vieron eclipsados por el gravamen con el que el Gobierno quiere recaudar 3.000 millones de euros en dos años.
Las entidades rebaten al Ejecutivo que no tendrán beneficios extraordinarios por la subida de tipos del Banco Central Europeo (BCE), que es uno de los principales argumentos para justificar el impuesto. Y, de hecho, quisieron aclarar que en España, donde se gravará el tributo, ganan dinero gracias a los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) por la pandemia y a la reducción en el nivel de provisiones. Pero sobre todo han lanzado varios avisos sobre el impacto en la economía.
La primera advertencia tiene que ver con el negocio puramente bancario. Las entidades consideran que un nuevo coste a su actividad, con el impuestazo, restringirá la oferta de crédito. Santander considera que el gravamen restará capacidad para prestar 50.000 millones en un momento clave para la economía, con la inflación desbocada y la amenaza de una recesión.
Pero no sólo habrá menos crédito, sino que será más caro. Los ejecutivos bancarios sugieren que trasladarán el coste del impuesto a los préstamos, como exige la normativa bancaria actual. Pero será casi imposible detectar si el crédito se encarece por el impuesto, porque se difuminará entre varios criterios, como advierten fuentes bancarias. De esta forma, el intento del Gobierno de controlar, a través de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC), quedaría en papel mojado. "Tendremos menos crédito y más caro en un momento complicado para la economía", coincidió Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank.
Los banqueros también han alertado de que nuevos impuestos siempre llevan a menos inversión en el país. "En otros países en los que se aplicó en el pasado ya ocurrió", señaló Genç. Con menos crédito, más caro y menos inversión extranjera, la economía española se encontrará en una encrucijada. Y tarde o temprano acabará pasando factura al PIB y se reducirá el crecimiento, como agregó el consejero delegado de BBVA en su argumentario contra la nueva tasa. "Olvídense de los bancos. No es bueno para España", enfatizó Genç.
Incertidumbre
Pero las entidades critican además el momento que ha elegido el Gobierno. Tras abandonar este plan hace cuatro años, Pedro Sánchez rescató la idea el pasado 12 de julio y anunció en el Congreso un impuesto a la banca sin previo aviso al sector. "Hay mucha incertidumbre y hay que proteger al sector financiero", pidió el consejero delegado de BBVA, quien instó al Ejecutivo a centrarse en potenciar el crecimiento de la economía con unos niveles de inflación cercanos al 11%, los más altos en 38 años.
Las primeros espadas de los bancos han utilizado para defenderse que la rentabilidad del sector aún no ha despegado. La rentabilidad sobre recursos propios, conocida como ROE, media del sector está por debajo del 6%, con lo que no cubre el coste del capital. Y durante la última década, en la que el BCE no aplicó ninguna subida del precio del dinero, la ROE media se situó en el -1,1%. "Se tendrían que triplicar los beneficios para ser rentables", se resignó a afirmar el consejero delegado de Santander.
El BCE está expectante y preocupado ante el impuesto que llevará al Congreso. El supervisor único vigila el plan de Pedro Sánchez y no se descarta que pueda emitir una opinión de oficio cuando conozca la letra pequeña, como publicó Vozpópuli.