Hace hoy dos años estalló el escándalo de las 'tarjetas black’ de Caja Madrid. Cerca de 80 exconsejeros y exdirectivos de la caja vieron su nombre manchado por esta presunta remuneración irregular. En los días siguientes, muchos de ellos se vieron obligados a dimitir de sus cargos, en puestos públicos y privados, por la presión social que generó el caso.
Tras 24 meses, los 65 antiguos responsables de Caja Madrid que se sientan en el banquillo de los acusados siguen en la misma situación: no han recuperado los puestos que tenían antes de octubre de 2014 y los que trabajan lo hacen por cuenta propia. Según algunos de los acusados, el daño mediático y social hizo que, los que estaban en edad, adelantaran su jubilación, y los que no, cobraron el paro durante el tiempo que pudieron. De hecho, alguno de ellos atraviesa momentos muy difíciles a nivel económico y personal. Uno de ellos, ha sido rechazado en varias entrevistas de trabajo en los últimos dos años y se ha visto obligado a repartir publicidad en los portales.
A estas dificultades, se añade que la aseguradora Mapfre se niega a pagar sus gastos de defensa, muy costosa por los dos años que lleva ya abierto el caso y los bufetes de renombre elegidos por muchos.
Los casos más mediáticos son los de Rodrigo Rato y Miguel Blesa. El primero fue apartado de los consejos asesores en los que participaba (Santander, Telefónica y Servihabitat) a raíz del escándalo de las 'tarjetas black' y las investigaciones sobre delitos fiscales, adelantadas por este medio. Ahora, el daño a su imagen es tal que tiene que salir de casa casi disfrazado para realizar cualquier gestión.
En el caso de Blesa ya llovía sobre mojado. El escándalo de los plásticos opacos llegaba más un año después de la investigación en torno a la compra del City National Bank of Florida, por el que llegó a estar en prisión, durante la instrucción del polémico juez Elpidio José Silva. Pero lo que realmente hizo daño al expresidente de Caja Madrid fue la fianza impuesta por la Audiencia Nacional de 16 millones. Ahora, Blesa apenas sale de casa y tiene que encargarse de las labores domésticas.
Los que no trabajan por cuenta propia o en empresas familiares han tenido que recurrir al paro o a la jubilación
Otro de los personajes clave del juicio es Ildefonso Sánchez Barcoj, un histórico de Caja Madrid que durante décadas pasó de ser administrativo de una oficina a director general de la entidad. Actualmente participa en dos empresas, según el Registro Mercantil: Middle Sweet, una firma de estudios y asesoría fiscal, de la que es administrador único; y Pujanza Kapital, un fondo de capital riesgo en el que participa junto a otros compañeros de bancada en las 'black'. Son el ex director general Matías Amat y el exconsejero Ignacio de Navasques.
Junto a este puesto, Amat, que en Caja Madrid se encargaba de controlar las participadas, es consejero de una empresa familiar, Tecpesa, especializada en la reparación de oleoductos y gasoductos; y presidió hasta el año pasado una empresa de recursos humanos, AGM Human, que ha sido liquidada.
Por su parte, el consejero que más gastó con la tarjeta, José Antonio Moral Santín, que representaba a Izquierda Unida en la caja, mantiene su puesto como profesor de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid.
Junto a Rato, Santander tuvo en sus filas a un segundo investigado por las 'black', Ricardo Morado, que entonces ocupaba la dirección de Riesgo Tecnológico del banco. El ahora acusado dejó su plaza en Santander con una excedencia.
Conocidos en los juzgados
Entre los que se sentarán en el banquillo de las 'black' de aquí a diciembre hay conocidos empresarios que se han convertido en frecuentes de los juzgados en los últimos años. Como Gerardo Díaz Ferrán, expresidente de la CEOE, actualmente en prisión por el caso Marsans. Intentó no tener que presenciar todo el juicio alegando problemas de salud, pero la médico forense de la Audiencia denegó la petición. Por su parte, Javier López Madrid, yerno de Juan Miguel Villar Mir (OHL) es actualmente investigado por distintas causas, como la salida a bolsa de Bankia y la Operación Púnica.
Según fuentes de los acusados consultadas por este medio, entre los que han decidido jubilarse están Rafael Spottorno, que tras el estallido del escándalo tuvo que dejar la jefatura de la Casa Real, y Enrique de la Torre, pieza clave en el juicio, ya que como exsecretario del consejo de Caja Madrid era el encargado de repartir parte de las 'tarjetas black'. También se habrían retirado el economista Juan Emilio Iranzo, que hace dos años se vio obligado a dejar su puesto como miembro del Consejo Económico y Social (CES); y el exdirector de comunicación de la caja, Juan Astorqui, que en 2014 tuvo que abandonar un puesto de alto directivo en Burson-Marsteller.
Barcoj, Arturo Fernández y Amat están entre los que se mantienen en la vida empresarial por su cuenta
Otras dimisiones sonadas de las primeras semanas de octubre de 2014 fueron las de Pablo Abejas, hasta entonces director regional de Economía de la Comunidad de Madrid, que según fuentes de los acusados podría haber recuperado una plaza de funcionario; José María Buenaventura, que dejó la dirección del gabinete del secretario de Estado de Hacienda, y el año pasado fichó por el Instituto de Estudios Fiscales (IEF); y el empresario Arturo Fernández, que dejó la CEOE por las 'black' y ahora afronta dificultades en parte de sus compañías.
Por su parte, Estanislao Rodríguez-Ponga, exsecretario de Estado de Hacienda en la época de Aznar, mantiene su bufete de abogados; y sobre el exdirectivo Mariano Pérez Claver cuentan que asesora a inversores internacionales en operaciones inmobiliarias en España. Luis Blasco, uno de los hombres de confianza de César Alierta en Teléfonica, ha dejado en el último año la presidencia de la operadora en Argentina para volver a Madrid.
De una u otra forma, el escándalo de las 'tarjetas black' provocó un estigma con el que no han podido convivir laboralmente la mayoría de los acusados. Dejando a un lado su vida laboral, el único reto que tienen en mente es evitar una condena en la Audiencia. Algo que, como muchos de ellos reconocen, no tendrán fácil.