El banquero Emilio Saracho está sentando cátedra de cómo tomar el timón de una entidad financiera con problemas. El exvicepresidente de JPMorgan ha aprendido de los aciertos y errores de José Ignacio Goirigolzarri cuando llegó a Bankia hace ahora casi cinco años. Todo ello permitirá un aterrizaje más cómodo a partir del próximo 20 de febrero, cuando será nombrado presidente en una junta extraordinaria de Banco Popular.
El primer acierto de Saracho es que llegará con las cuentas de su predecesor, Ángel Ron, ya cerradas. Y sobre todo, el éxito reside en que el futuro presidente ha podido opinar e influir sobre las mismas, exigiendo mayores provisiones.
Salvo los aspectos regulatorios (reforma fiscal -47 millones- y cláusulas suelo -229 millones-), Saracho ha podido meter mano con la reestructuración de una cartera de deuda pública que estaba en negativo (lo que elevará el margen del banco en 60 millones anuales en 2017); en las provisiones del ladrillo; y en el saneamiento de la participación en Targobank. Es decir, llega a una entidad más saneada, en la que ha sido el propio equipo saliente el que se ha encargado del trabajo sucio.
Así lo explicaba este viernes el consejero delegado, Pedro Larena: “Ha habido una parte del saneamiento que se ha hecho por la nueva normativa, en la que no había que acordar nada, y otra que es de un mayor grado de prudencia, que ha sido perfectamente discutido con el nuevo presidente”.
Parte de las nuevas provisiones han sido perfectamente discutidas con el nuevo presidente"
El caso de Goirigolzarri fue distinto, por razones ajenas a la voluntad del banquero vasco. El primer ejecutivo de Bankia llegó en mayo de 2012 tras la dimisión de Rodrigo Rato, cuando las cuentas de 2011 ya habían sido aprobadas por el consejo pero no contaban con el visto bueno del auditor, Deloitte. Todo ello provocó que Goirigolzarri tuviera que reformular las cuentas de Rato, pasando de un beneficio de 309 millones a unas pérdidas de 2.979 millones. Este mal trago supuso posteriormente al banquero tener que declarar como testigo en el caso Bankia y las críticas de los peritos del caso.
Otro de los aspectos en los que Saracho está superando a Goirigolzarri es en la renovación de la cúpula. De nuevo, llegar de un día para otro y con el foco de los mercados y la opinión pública encima, hizo que el presidente de Bankia tuviera que improvisar muchos pasos. Aun así, no tardó mucho en forzar la dimisión de los consejos de BFA y Bankia y en situar a su alrededor directivos de confianza como José Sevilla y Antonio Ortega.
Renovación de la cúpula
Saracho está teniendo por su parte la ventaja de contar con estos dos meses y medio de transición, en los que, forzados o no por él, están saliendo muchos directivos del banco, principalmente a través de prejubilaciones. Los últimos casos son los de Jesús Arellano, de Auditoría Interna, y Tomás Pereira, de Servicios Jurídicos. “Está siendo un proceso intenso de reestructuración, veo normal que haya ajustes”, señaló este viernes Ron, en su última comparecencia como presidente.
Otra ventaja de Saracho frente a Goirigolzarri es que gran parte del ajuste de la red (349 oficinas y casi 3.000 empleos) ya se ha hecho, mientras que el presidente de Bankia tuvo que ponerse manos a la obra por imposición de Bruselas.
Casas de análisis como Alantra y Fidentiis han elevado el capital que necesita Popular por encima de los 3.000 millones
Por el contrario, el encargado de rescatar Bankia contó con algo que envidiará Saracho: 18.000 millones en capital vía ayudas públicas. Aunque ninguna entidad quiere un rescate estatal por las imposiciones que implica, el mercado da por hecho que Popular tendrá que ampliar capital en 3.000 millones de euros en los próximos meses, según Alantra y Fidentiis. Además, esta cantidad va a más, ya que hace algunas semanas el cálculo era de 2.500 millones.