El Banco de España comienza a ver con cierto recelo los tipos negativos prolongados. El supervisor no ha encontrado hasta la fecha ningún problema con gran riesgo pero teme que, de extenderse aún más en el tiempo, este nuevo entorno provoque que las entidades financieras y no financieras comiencen a asumir riesgos para mejorar la rentabilidad de sus negocios, según se desprende del último Informe de Estabilidad Financiera publicado este jueves por el Banco de España (BdE).
"A medio plazo, la prolongación en el tiempo de unas condiciones financieras holgadas caracterizadas por unos tipos de interés muy reducidos también plantea algunos retos para la estabilidad financiera. En este contexto, los supervisores macro y microprudenciales deberán seguir de cerca el comportamiento de los intermediarios bancarios y no bancarios y utilizar los instrumentos disponibles para frenar una eventual asunción excesiva de riesgos que pudiera tener implicaciones sistémicas", expone el texto.
Y es que la política monetaria expansiva que se ha instaurado en Europa comienza a pasar factura a entidades de crédito y en España son muchos los bancos que ya comienzan a acusar dificultades para hacer rentable su negocio. Es por ese motivo por el que ya se cobra por los depósitos a los clientes más institucionales y por el que se ha acrecentado la 'guerra' hipotecaria.
El supervisor recuerda que el principal activo financiero en el que los hogares invierten su riqueza bruta son los depósitos (38,2% del total en marzo de 2019). Esta tendencia comenzó a revertirse en 2015, cuando los fondos de inversión comenzaron a tomar más importancia en el ahorro de las familias. Pero en 2019, lo hogares han vuelto a guardar su dinero en depósitos. De hecho, se está observado un importante repunte del volúmenes (5,7% en tasa interanual) a pesar de que su rentabilidad es prácticamente nula, muy por encima de las tasas de variación de otros activos financieros.
Para la banca es prácticamente imposible poder repercutir esta tasa a sus clientes minoristas
Esto es un problema para las entidades puesto que tienen que asumir el cobro del 0,5% que les hace el Banco Central Europeo por tener ese dinero parado. Para la banca es prácticamente imposible poder repercutir esta tasa a sus clientes minoristas, puesto que es una medida poco favorecedora para el negocio, que podría terminar con una fuga de depósitos masiva.
El supervisor también advierte de que "existe abundante evidencia teórica y empírica que muestra como los intermediarios financieros en un entorno de bajos tipos de interés pueden aumentar el riesgo de las operaciones que realizan, en un intento de elevar la rentabilidad".
Esto es lo que se conoce, según el mismo documento, como canal de la toma de riesgos de la política monetaria y sugiere que para valorar correctamente el impacto de este tipo de medidas sobre la rentabilidad es necesario tener en cuenta el riesgo incurrido y, en cualquier caso, vigilar de forma exhaustiva la toma de riesgos, actuando con medidas macroprudenciales en caso de que crezcan de forma excesiva.
Test de estrés aprobados
La banca española ha pasado los test de estrés de solvencia de este año con mejor nota que el año anterior, pero también es cierto que el Banco de España advierte de que no se debe caer en la complacencia puesto que los resultados ofrecer cierta "heterogeneidad".
En relación con el ejercicio del año anterior, se observa un menor impacto del escenario adverso, a pesar de ser ligeramente más exigente. Ello se debe principalmente a que las pérdidas son menores, fruto de la mejora de la calidad crediticia del activo y la reducción de la exposición al riesgo inmobiliario. Cabe destacar, no obstante, que la generación de resultados agregada de todos los grupos es ligeramente inferior a la del año pasado, lo que evidencia el entorno de rentabilidad ajustada en el que operan las entidades españolas en la actualidad.
Riesgo con el nuevo Euribor
La reforma del Euribor introducirá mejoras metodológicas, pero plantea dos riesgos relevantes que deben tenerse en cuenta por las entidades: el riesgo de continuidad del índice y el riesgo legal.
El cálculo del nuevo índice se basa en la contribución voluntaria de un panel de bancos. Por tanto, si un número significativo de entidades decidieran dejar de participar se podría poner en riesgo su continuidad. Para reducir este riesgo, el artículo 28 del Reglamento exige a los bancos usuarios de un índice que elaboren y conserven planes detallados sobre las medidas a tomar si el índice de referencia deja de elaborarse o cambia significativamente.
Por otro lado, sería razonable que se prevea un plan de acción legal con el objetivo de lograr una transición lo más ordenada posible hacia el nuevo Euribor. Como consecuencia, las entidades afectadas deberán entender los riesgos asociados a la reforma de los índices de referencia, valorarlos y tomar las medidas necesarias para mitigarlos y asegurar una transición ordenada a los nuevos índices.