No sólo ha perdido la presidencia del Banco Espirito Santo (BES), después de 144 años. La familia se enfrenta a desaparecer del accionariado del BES. Su participación se ha reducido hasta el 20%, una vez que, el pasado lunes, el grupo familiar reconocieran que Nomura ha tomado un 5% de la entidad al ejecutar las garantías de un préstamo de 100 millones concecido para completar con éxito la pasada ampliación de capital. Este tipo de operaciones, en los que las acciones del BES ejercen de garantía, se han replicado entre las diferentes sociedades que conforman el hólding familiar con diferentes acreedores, según confirman fuentes del sector.
De esta manera, una vez que tanto la matriz (Espirito Santo Internacional), como Rioforte, la compañía no financiera que gestiona activos por valor de 4.300 millones, como Espirito Santo Financial Group (ESFG), la sociedad propietaria del 20% del BES, han solicitado el concurso de acreedores, el futuro de la familia en el accionariado del banco se antoja complicado. El clan familiar pretende reestructurar la deuda del Grupo Espirito Santo, con sede en Luxemburgo, y que supera los 7.000 millones, mediante la petición de este concurso de acreedores.
Los Espirito Santo no pueden poner en venta su participación para reducir la deuda de su grupo empresarial precisamente porque ese 20,1% que aún mantienen en acciones del BES supone la cantidad que las diferentes sociedades del hólding tienen repartidas como garantías en varias operaciones. La mayor parte en una emisión de bonos que se efectuó a finales del pasado año. En caso de impago, los acreedores ejecutarán estas garantías convirtiéndose en accionistas del BES.
La salida de la familia del BES puede tener un efecto negativo para la entidad, en el corto plazo. "Las acciones se verán más penalizadas, pero, a medio plazo, puede convertirlo en un banco mucho más apetecible para un posible inversor extranjero que quiera entrar en el mercado portugués con una buena posición", asegura un analista a este medio. El castigo en Bolsa no se frena desde el pasado 10 de junio, cuando la acción cotizaba a 1,1 euros. Desde entonces, el retroceso acumulado en el parqué alcanza el 70%. Este martes, las fuertes pérdidas del banco con sede en Lisboa alcanzaron un 20%, por los que sus acciones cayeron hasta los 0,35 céntimos, el nivel más bajo de su historia.
El BES se enfrenta a un agujero cercano a los 3.000 millones por los préstamos concedidos a su filial en Angola, ya que la garantía del gobierno de este país africano sólo cubre el 70% de la cartera de créditos
Este lunes, la entidad decidió adelantar el nombramiento de un nuevo equipo de gestión liderado por el economista Vítor Bento, quien ya ocupa el cargo de presidente -a falta de ser ratificado por la Asamblea General el próximo 31 de julio- en sustitución de Ricardo Salgado, máximo responsable de la entidad durante los últimos 22 años. Esta estrategia, sin embargo, no ha conseguido de momento una mejoría de su cotización en Bolsa, ya que terminó la sesión del lunes con un descenso del 8 % respecto al cierre del viernes.
Además de las dudas sobre la solvencia financiera de varias empresas del Grupo Espírito Santo, del que el BES forma parte y a las que incluso concedió créditos -una práctica que despertó inquietud en los mercados-, los analistas también atribuyen su caída bursátil al movimiento en su accionariado.
En Portugal, algunos medios como Jornal do Negocios, informan de un posible agujero del BES cercano a 3.000 millones por los préstamos concedidos a BES Angola. Las operaciones del banco en la ex colonia portuguesa se incrementaron fuertemente después de 2005, incluso durante la crisis soberana de Portugal entre 2011 y 2012. Se basaba en su matriz de financiación: la ratio de créditos sobre depósitos alcanzó un 220% para el año 2013. Ese rápido crecimiento está resultando contraproducente. Los préstamos de dudoso cobro en Angola se dispararon un 84% entre 2010 y 2013, de acuerdo con KPMG.
El gobierno de Angola ha dado a BES una garantía personal pero que solo cubre el 70% del de los 6.000 millones de euros de la cartera de préstamos, y expira a mediados de 2015. Si BES Angola quebrara, la entidad portuguesa podría tener que amortizar el valor de su participación –o incluso enfrentarse a pérdidas de 2.700 millones en préstamos dentro del grupo–.