Economía

Barcelona, Santorini o Mykonos ponen trabas a los cruceros pese a su bajo consumo de agua y emisiones contenidas

Las navieras muestran su descontento tras ser 'castigadas' pese a su fuerte inversión en tecnología que reduzca al mínimo las emisiones de los barcos

El sector de los cruceros vive tiempos convulsos después de que varias ciudades importantes hayan decidido poner trabas a este tipo de turismo. El alcalde de Barcelona ha propuesto subir la tasa turística a los cruceristas en tránsito, mientras varias islas griegas como Santorini o Mykonos han decidido limitar el número de atraques. Una situación que el sector considera injusta, dados los ingresos que genera este tipo de turismo allá donde va, además de la pequeña y decreciente huella de carbono.

Porque según Oxford Economics, que ha estudiado el impacto medioambiental de estos barcos en Barcelona y Palma, la calidad del aire no empeora por los cruceros. Una teoría que también ha refutado la Agencia Europea de Medio Ambiente, que sostiene que aunque atracasen más barcos de la cuenta, se mantendrían los parámetros favorables de calidad de aire.

Esto se debe a que los cruceros han avanzado mucho en ecologismo. De hecho, según aseguró el sector a este diario el pasado marzo, este tipo de embarcaciones son pioneras en aplicar avances tecnológicos que permitan reducir su huella de carbono. Entre ellos, la inclusión del gas natural licuado como combustible, que ha permitido eliminar las emisiones de óxidos de azufre (SOx), el 95% de la emisión de partículas en suspensión (PM) y un 85% del temido óxido de nitrógeno (NOx). Además, a partir de 2026 todos los barcos tendrán la tecnología que les permita conectarse a la red eléctrica y así no utilizar los motores para generar electricidad, una tecnología que ya está en casi la mitad de la flota mundial.

Además, datos del Port de Barcelona y la Asociación de Líneas de Crucero (CLIA), sostienen que un crucerista capta una cuarta parte del agua de la red respecto a un residente : 26,2 litros por día frente a 106. Eso sucede siempre que el propio barco no sea autosuficiente: el 80% de las naves cuentan con plantas desalinizadoras.

Por todo ello, el enfado del sector de los cruceros con estas restricciones que plantea el ayuntamiento es mayúsculo: Cataluña factura 1.084 millones de euros, lo que equivale a 518 euros por pasajero. Además, este negocio genera 9.086 puestos de trabajo en la región y deja ocho millones de euros en el Ayuntamiento de la ciudad en concepto de tasa turística.

En esa misma línea de actuación están Mykonos y Santorini. El Gobierno griego ha decidido limitar el número de atraques para evitar que haya demasiadas navieras de escala. Porque además, ambas islas son destinos calificados de lujo, por lo que aquellos que gastan mucho dinero en su visita ven como hay ciertas horas en las que la masificación es bastante alta. Así lo aseguró Kyriakos Mitsotakis hace quince días: "“Hay gente que gasta mucho dinero para estar en Santorini y no quiere que la isla quede inundada”.

Con estas restricciones se unirán a otros puntos que ya han limitado a estas embarcaciones. Palma de Mallorca, desde 2022, no permite más de tres barcos por día y tan solo uno de ellos puede llevar a más de 5.000 personas en su interior. Venecia, por su parte, no permite que los cruceros atraquen en su casco histórico. Y la bahía de Monterrey, en California, eliminó el servicio de desembarco, obligando a las compañías a contratar una empresa privada, lo que ha provocado que las navieras busquen otros lugares donde hacer escala.

Desde la Asociación de Líneas de Crucero (CLIA), sostienen que el sector se ha vuelto mucho más eficiente: ha registrado caídas del 16% en empleo y bajó un 6% su facturación pese a que se ha reducido el tráfico de cruceros en un 23%. También se ha reducido su contribución al PIB, pese a que sigue siendo bastante alto: 2.570 millones, un 8% menos que en 2019.

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