A finales del mes de marzo de 2016, unos días después de que el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo bajara al 0% el precio oficial del dinero en la Eurozona, el balance del Eurosistema, que está integrado por el propio BCE y los bancos centrales nacionales de los estados miembros cuya moneda es el euro, ascendía a cerca de 5,8 millones de euros, con un activo de 2.897.696 millones.
Hoy, casi siete años después, el balance de la institución monetaria que encabeza Christine Lagarde es 15,67 billones (la suma del activo y el pasivo), 2,7 veces más que cuando Mario Draghi empezó a 'regalar' el dinero. Los últimos datos del estado financiero consolidado del Eurosistema publicados por el BCE esta semana indican que el activo ascendía a 7.839.385, cuando en septiembre del pasado año se situaba en 8.777.369 millones.
¿Qué ha pasado entre 2016 y 2023? Que el Banco Central Europeo y, por extensión, los bancos centrales de los países que comparten la moneda única, ha tenido que combatir los coletazos de una crisis de deuda soberana que afectó, fundamentalmente, a los países del sur de Europa (España entre ellos); y, posteriormente, los efectos económicos de la pandemia del coronavirus y el cierre de la mayoría de las actividades económicas en todo el mundo desde el primer trimestre de 2020.
La reducción del volumen del activo del Eurosistema tiene un único protagonista: la caída de “los préstamos en euros concedidos a entidades de crédito de la zona euro en relación con operaciones de política monetaria”, utilizando la jerga del BCE. Más del 96% de la reducción del activo se debe a este epígrafe: 906.936 millones de los 939.044 millones del adelgazamiento del activo total.
Financiación a dos velocidades
Se trata de las operaciones normales de financiación para aportar liquidez a los bancos a plazos cortos, como de aquellas otras, a más largo plazo, destinadas a fomentar la concesión de créditos a empresas y particulares para evitar que una economía caída en recesión. A cierre de febrero alcanzaban un volumen de 1,222 billones de euros, cuando en septiembre del pasado año sumaban 2,125 billones.
Las operaciones de financiación a más largo plazo están destinadas a que la política monetaria “llegue a las personas”, como las define el propio BCE. Conocidas en la jerga financiera como TLTRO, por sus siglas en inglés, estos créditos se conceden con la condición de que beneficien a familias y empresas. Cuanto más dinero presten los bancos a la economía real, más dinero podrán obtener del BCE en condiciones ventajosas.
Desde la crisis de deuda soberana, el BCE ha puesto en marcha tres series de operaciones de financiación a muy largo plazo en los años 2014, 2016 y 2019. La última ha tenido especial incidencia en mitigar los efectos de la crisis del coronavirus en la economía. Los bancos han podido obtener del BCE financiación a tipos de interés negativos (-1%) con vencimiento a tres años.
Las dos principales partidas del activo de un banco central son “los valores emitidos en euros por residentes en la zona del euro” y los préstamos concedidos a los bancos comerciales. Entre ambas (6,34 billones de euros) representan cerca del 81% del activo, cuando en el año 2008, confirmada ya la crisis financiera internacional, suponían el 40%. El montante de los valores emitidos en euros por residentes en la Eurozona no solo no ha disminuido desde septiembre, sino que se ha incrementado: ha pasado de 5,11 billones a 5,121 billones. Para hacerse una idea de este programa de ayuda financiera del BCE basta decir que en 2016 la cifra era de “solo” 1,327 billones.
Programas de compra
Hace unos días, el mismo BCE destacaba que la reducción se debió principalmente “a los reembolsos anticipados y el vencimiento de los importes obtenidos en la tercera serie de operaciones de financiación a plazo más largo con objetivo específico (TLTRO III), que se vio compensada en parte por las mayores tenencias de valores mantenidos con fines de política monetaria debido a las compras en el marco del Programa de Compra de Activos (APP) y el Programa de Compras de Emergencia frente a la Pandemia (PEPP)”.
Por el lado del pasivo ha habido la correspondiente correlación. Al haber menos préstamos a las entidades financieras, éstas tienen menos” depósitos en euros mantenidos en relación con operaciones de política monetaria”. A cierre de febrero, el volumen ascendía a 4,285 billones de euros, cuando en septiembre alcanzaban 4,810 billones. Es un descenso de más de 525.000 millones de euros en apenas cinco meses. Este epígrafe es el más importante del pasivo, por delante del volumen de dinero en circulación (1,554 billones) y los depósitos de las administraciones públicas.
La subida del precio oficial del dinero ha hecho que los depósitos de los bancos comerciales en la llamada “facilidad de depósito” hayan pasado de 654.205 millones de euros a finales de junio del pasado año, antes de la primera subida de tipos de las cinco que se han producido ya, a los actuales 4,112 billones de euros. La diferencia es que antes el BCE cobraba por los depósitos ociosos y ahora paga un 2,5% desde el día 8 de febrero.