Un primer paso es distinguir entre las farmacéuticas tradicionales (con un perfil más value) y las biotecnológicas (growth). Para los inversores que no estén al tanto de estos conceptos, se puede decir que las acciones valor suelen caracterizarse por ser más estables, encuadrándose en sectores maduros, recurrentes y con mayor visibilidad de resultados, mientras que las denominadas acciones de crecimiento son empresas en fase de expansión y que se considera que pueden continuar creciendo de forma significativa en los años siguientes.
“Es interesante porque creo que farmacéuticas y biotecnológicas comparten unas patas muy necesarias en la situación actual”, señala Borja de Castro, analista de mercados de Banco BiG. Por un lado, “el sector farmacéutico es el sector defensivo por excelencia”, por lo que cuando los 7 magníficos o los valores ligados a la inteligencia artificial comienzan a tambalearse, como ocurrió entre finales de julio y principios de agosto, “la rotación de activos fue hacia sectores defensivos, consumo básico principalmente, y este healthcare”.
La explicación es “muy lógica”, señala De Castro. “Estamos viendo como esos hospitales, como esos medicamentos es algo que es una demanda completamente inelástica, que los consumidores lo van a seguir necesitando y que no va a estar afectado por la situación económica o patrimonial de las familias”.
Por otro lado, “las industrias biotecnológicas tienen sesgo de crecimiento”, apunta Flora Liu, especialista en inversión temática en Pictet AM. Así, a mediados de 2022, en una rotación visceral de estilo de inversión de ‘crecimiento’ a ‘valor, mostraron la mayor caída en seis años. “Una de las principales razones fue la subida de los tipos de interés de la Reserva Federal. El resultado fue que se revirtieron las fuertes entradas de dinero de pequeños inversores en estas industrias que se había visto de 2020 a principios de 2021. El sentimiento bajista en biotecnológicas llegó a máximos y parecía haber tocado fondo. De manera que estas empresas resultaban muy atractivas, dado el descuento en comparación con el resto del mercado, especialmente entre biotecnológicas de pequeña y mediana capitalización. Efectivamente se tocó fondo en octubre de 2023 y para finales de ese año se produjo un repunte de alrededor del 30% en las biotecnológicas”.
A ello, “le siguió un perfil accidentado este año, vinculado a las variaciones en las expectativas para los recortes de tipos de interés en EEUU y la situación macroeconómica”, destaca Liu. “Actualmente los inversores han vuelto a centrarse en los fundamentales y para la segunda mitad de 2024 las empresas de biotecnología pueden beneficiarse de la moderación de tipos de interés”. “En general, debe ser un año decente en biotecnología, pues las expectativas de los inversores se han reajustado y sus posiciones en estas industrias se encuentran en mínimos históricos”, cree la experta de Pictet.
A ello se suma además el factor de la irrupción de la inteligencia artificial, que “está optimizando recursos, costes y tiempos”, añade De Castro. “Al final está haciendo un producto mucho más eficiente, y que los desarrollos que antes no eran posibles o eran muy costosos y muy duraderos, cada vez los está optimizando más”. “La inteligencia artificial y el aprendizaje automático se aplican cada vez más al diseño y descubrimiento de fármacos, lo que mejora su eficiencia y allana el camino a la medicina de precisión”, coincide Liu.
Envejecimiento de la población
El segundo factor a tener en cuenta a la hora de plantearse la inversión en el sector de la biotecnología es que está en continua “transformación por varias tendencias a largo plazo”, explica Liu, de Pictet. En especial, por el envejecimiento y las enfermedades relacionadas con la edad y estilo de vida, que aumentan. En este sentido, “la innovación biofarmacéutica ha contribuido a aumentar la esperanza de vida los últimos 25 años, al reducir la mortalidad por VIH, cáncer de mama y enfermedades cardíacas”, señala la analista de Pictet. “El caso es que mantener a las personas sanas más tiempo es clave para frenar el aumento del gasto sanitario”.
De hecho, dos tercios de aproximadamente 7.000 medicamentos en desarrollo se basan en la biotecnología. “Estamos ante una ola de innovación, en un super-ciclo de nuevas tecnologías, incluyendo genómica, biología sintética y secuenciación de ADN, que puede conducir al desarrollo de fármacos más específicos, con mejoras de eficacia y seguridad”, apunta Liu.
En 2023 ya se aprobaron varias terapias génicas de referencia para enfermedades raras y cáncer, con la primera técnica de ingeniería de edición génica CRISPR - Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats, que modifica genomas de organismos vivos- del mundo en Reino Unido.
“Ya hay más de una docena de terapias génicas en el mercado. En este campo las perspectivas comerciales serán más favorables, a medida que los cuellos de botella de tecnología e inversiones se resuelvan, con atractivo a largo plazo. Son destacable las empresas con test genéticos para diagnósticos, que facilitan la reducción de costes para el sistema sanitario”.
Mientras, tras más de 30 años de investigación, las empresas están desarrollando terapias inmunológicas para reconocer y destruir células cancerosas. “La oportunidad de mercado en esta clase de medicamentos puede superar 20.000 millones de dólares anuales a mediados de década”, señala Liu. En otro orden de cosas, los investigadores han logrado establecer un vínculo entre placas amiloides (proteínas) en el cerebro y destrucción de células nerviosas en Alzheimer. La agencia del medicamento de EEUU aprobó una primera aplicación para Alzheimer, de Biogen, en 2021, empresa que actualmente avanza en otros anticuerpos monoclonales.
“El caso es que esperamos más autorizaciones y lanzamientos los próximos años”, añade la experta de Pictet, que destaca que hay más de 280 ingredientes activos en ensayos clínicos de fase II -para ver si el nuevo tratamiento funciona y los efectos secundarios y III -cuando se prueba si es seguro y funciona bien comparado con el estándar-. Por otra parte, hay 1.500 enfermedades raras en las que se avanza en la secuenciación de ADN para entender las bases genéticas y poder tratar pequeños grupos.
“Obviamente, el sector biotecnológico de aquí a unos años no lo vamos a reconocer”, abunda el analista independiente Rafael Ojeda. “Dentro de 10 o 15 años probablemente cada uno de nosotros tendremos un fármaco específicamente para cada uno, tecnológicamente diseñado para nuestro ADN”. “Todo eso tiene que estar por llegar, y eso obviamente va a suponer inversiones impresionantes, y por tanto unos beneficios muy importantes”.
“En el fondo el sector de la biotecnología, en el mundo médico, es un poco muy parecido a la inteligencia artificial en el mundo de la tecnología. Está por ver, pero el desarrollo es verdaderamente impresionante”, cree Ojeda.
Riesgos de la inversión en biotecnología
La otra cara de la moneda es que un sector en transformación constante como el de la biotecnología y tan enfocado a la innovación lleva aparejados riesgos evidentes a la hora de invertir. De 40.000 empresas que cotizan en bolsa en el mundo unas 900 tienen actividades relacionadas con biotecnología. “Se trata de un universo de empresas de alto crecimiento, muy fragmentado, donde el catalizador es la aprobación de nuevos fármacos. Es complejo y diverso, propenso a una valoración no óptima del mercado”, reconoce Liu, por lo que “requiere una cuidadosa selección por parte de gestores cualificados con conocimientos especializados”.
La experta de Pictet advierte de que la industria de la biotecnología “como inversión puede ser volátil”. “Estas acciones muestran alto grado de dispersión intersectorial, con multitud de historias idiosincrásicas no correlacionadas con acontecimientos macroeconómicos o de mercado. Un análisis detallado puede identificar las acciones demasiado caras o baratas y es aconsejable un enfoque a largo plazo y paciencia, pues pueden pasar años antes de que se confirme una tesis de inversión”.
“Tenemos que darnos cuenta que el sector biotecnológico y el sector farmacéutico funcionan con patentes”, explica Ojeda. En ese sentido, “desarrollar un fármaco cuesta miles de millones”. “Discontinuar un fármaco en el cual has invertido mucho dinero, puede ser un verdadero problema, incluso a veces un drama para la cotización de una compañía”.
“El coste medio en I+D para comercializar un nuevo fármaco supera con creces los 1.000 millones de dólares, con riesgo de fracaso en el camino”, abunda Liu, que recuerda además que “los precios de los medicamentos están sujetos a límites regulatorios y sociales”. Por ejemplo, en el campo de terapias génicas “ya se ha recorrido un largo camino, pero el panorama empresarial es complejo y cambiante”. “Los nuevos lanzamientos se enfrentan a limitaciones de adopción generalizada, altos costes, complejidad, escalabilidad de fabricación y capacitación del personal en los centros de atención médica”.
Eso sí, “el momento en que ese fármaco sale al mercado o tiene visos de poder hacerlo, hace que pueda ser un catalizador de beneficios muy importante”, añade Ojeda. “Estoy pensando en empresas como Eli Lilly o en empresas como Sanofi o en empresas como Novo Nordisk, que han sacado unos fármacos muy punteros en mercados muy señalados, con muy poca competencia y que les van a hacer ganar muchísimo dinero en los próximos años”.
A pesar de lo que se pudiera pensar, “las empresas biotecnológicas más grandes del mundo no están centradas solo en Estados Unidos”, señala Borja de Castro, “tenemos el mayor exponente que es CSL en Australia, pero también muchas empresas con relevancia en Corea del Sur, y algunos exponentes aquí en Europa, sobre todo en Suiza, y por supuesto en China”.
Con todo, la industria farmacéutica sigue buscando empresas con datos sólidos en ensayos clínicos de Fase II o mercados terapéuticos desatendidos. “Ya en 2022 las farmacéuticas y biotecnológicas de gran capitalización contaban con 500.000 millones de dólares en efectivo para acciones corporativas, incluyendo fusiones y adquisiciones”, explica Liu. Los movimientos corporativos ya alcanzaron niveles récord en 2023, “de manera que el número de empresas, especialmente en biotecnología, se ha reducido considerablemente. Estimamos que esta tendencia también continuará”.