La demonización del diésel emprendida en España por parte del Gobierno, que lo calificaba de altamente contaminante y al que amenazaba con prohibir su entrada en las grandes ciudades, ha terminado por volverse en contra de los intereses de reducir los niveles de contaminación. Y es que si bien es cierto que los antiguos motores diésel sí pueden calificarse de contaminantes, los propulsores de última generación dotados de la más moderna tecnología ofrecen niveles de emisiones de CO2 inferiores incluso a sus equivalentes de gasolina. Y aun así, no se ha hecho nada por favorecer sus ventas.
Debido a ello, las emisiones medias de dióxido de carbono (CO2) de los turismos vendidos en España el año pasado fueron superiores a las de 2018 y se situaron en 118 g/km, lo que supone un ligero crecimiento del 0,8% respecto a la media de 2018, según datos de la consultora MSI para la patronal de los concesionarios, Faconauto. De esta manera, sigue empeorando este dato, después de haber experimentando aumentos en los dos ejercicios anteriores.
El año 2019 cerró con una caída del 22,9% de las matriculaciones de vehículos diésel de última generación, que emiten menos CO2 que los de gasolina y que suponen ya solo un 29% del mercado. Este descenso, el aumento de las matriculaciones de coches de gasolina en un 3,7%, suponiendo un 61% del mercado, sumado a la predilección de los compradores por los SUV, explicarían el incremento, según Faconauto.
El año pasado, el resto de las tecnologías alternativas no acapararon un mercado suficiente como para que influyeran en un mejor resultado de este parámetro. Así, en este último ejercicio, los eléctricos han representado el 0,8% de las matriculaciones. Mientras que los híbridos (gasolina o diésel/motor eléctrico) supusieron un 7% y los híbridos a gas (GLC y GNC) un 2%.
Desde la patronal advierten que, con esta configuración del mercado, será muy complicado que el sector cumpla con los objetivos de emisiones impuestos por Europa para este año, según el cual no podrán superar los 95 gramos de CO2 por kilómetro recorrido. Faconauto calcula que, para alcanzar este objetivo, los vehículos diésel tendrían que volver a representar cerca del 50% del mercado, mientras que las ventas de eléctricos deberían triplicarse.
Ayudas al diésel
Desde la patronal se insiste en que la última generación de vehículos diésel puede jugar un papel importante para reducir las emisiones de CO2 y alcanzar los objetivos climáticos y la descarbonización del transporte en el futuro cercano. Reclama volver a colocar al diésel en el lugar que le corresponde y transmitírselo a los compradores para que salgan de la confusión en que viven.
"Los modelos de última generación de este combustible ayudarían a cumplir con los objetivos de emisiones. Así lo han entendido por ejemplo en Japón, donde su Gobierno está concediendo ayudas directas para la adquisición de vehículos diésel, porque entienden que, en este periodo de transición hacia la descarbonización de la movilidad, puede ser un aliado contra el efecto invernadero”, indica Marta Blázquez, vicepresidenta Ejecutiva de Faconauto.
Para reducir estas cifras de emisiones la patronal urge a retomar los trabajos desarrollados por el Gobierno junto al sector en la última legislatura, como en el Pacto Estratégico de la Automoción y, particularmente, la puesta en marcha de fórmulas que impulsen las nuevas formas de movilidad más sostenible. “Estamos en un año clave, por lo que hay temas urgentes que abordar desde el arranque de esta legislatura. Tiene que haber una renovación del parque y, en paralelo, incentivar la demanda del vehículo de bajas emisiones. Para reactivar todo esto esperamos poder sentarnos para decidir próximos pasos con el nuevo Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico”, señala Blázquez.