Ya no hay que ponerse de gala para ir al casino. Sus salas han dejado de ser un lugar exclusivo de clientes con traje, corbata y tacones. Ahora sus visitantes van en manga corta, deportivas y chándal, con el único requisito para entrar de la mayoría de edad. Los casinos han bajado el caché para poder recuperarse de la crisis.
Una fórmula que está dando resultados. Los casinos llevan cinco años consecutivos aumentando su cifra de margen de juego o GGR (Gross Gaming Revenue), después de haber tocado fondo en 2013. La crisis provocó que esta cifra pasara de los 484,1 millones de euros en 2007 a los 273,8 millones con los que cerró seis años después. Un desplome cercano al 44%. Tras un crecimiento paulatino desde entonces, el negocio en 2018 ya se acerca al registrado en 2009 con 357 millones, según detalla el Anuario del Juego 2019 que se ha publicado este juego de la mano de CEJUEGO (Consejo Empresarial del Juego) y la Universidad Carlos III.
Un fenómeno que se produce porque ahora los casinos han aumentado su tráfico de clientes en sus salas, aunque han reducido el gasto 'por cabeza'. En el pasado año, 5.281 personas entraron a alguna de las 54 salas que hay en España, un 28% más que en 2009 y un 40% superior a la 'época dorada' de 2007. Este aumento se compensa con un desplome del 50% del gasto por visita. Los clientes se dejan una media de 73,1 euros cada vez que van al casino, cuando en 2007 esta cifra se elevaba hasta los 148 euros.
Este recorte golpea con fuerza al gasto en propinas, la principal fuente de ingresos de los trabajadores de estas salas. De media, en 2009, cada cliente se dejaba 12 euros en propinas, una cifra que rondaba los 20 euros antes de la crisis, y ahora cada visitante destina de media al reconocimiento del trabajo de los empleados 5,3 euros. Las propinas suponen ahora cerca del 7% del gasto por persona, cuando antes de la crisis rondaba el 12%.
"Se ha pasado de un tipo de cliente que entendía la visita al casino como un acto de alto valor añadido a otro que la entiende como un mero entretenimiento", explican los experto en el Anuario del Juego 2019. Esta afirmación se entiende con las modalidades que eligen. En 2018, el 45% de la facturación de los casinos en España llegó a través de las máquinas, cuando antes de la crisis este porcentaje era del 31% y el resto se generaba en las mesas de juego (la gran 'mina de oro' para el casino y sus trabajadores).
Se ha pasado de un tipo de cliente que entendía la visita al casino como un acto de alto valor añadido a otro que la entiende como un mero entretenimiento"
El nuevo escenario de los casinos se produce con un cliente más joven. En la época dorada precrisis, el visitante que paseaba por sus salas no bajaba de los 45 años y pertenecía a una clase medio/alta. Ahora, el perfil que abunda son las personas que rondan los 35 años de clase media. Esta sustitución se produce por la bajada del caché de los casinos unido a nuevos formatos de los juegos tradicionales y ofertas de entretenimiento alternativo, como lleva años sucediendo en Las Vegas (conciertos, combates de boxeo o espectáculos).
Una mayor concentración
La salida de la crisis en los casinos también ha traído una mayor concentración del negocio. A cierre de 2018, España contaba con 54 salas de casino abiertas. Unas salas que están en manos de pocos grupos empresariales del sector del juego y varias empresas especializadas en este segmento. Cirsa es la empresa que más casinos tiene en su cartera. La compañía fundada por el almeriense Manuel Lao, que en 2018 vendió al fondo de capital riesgo Blackstone, es dueño de los casino de Valencia, Marbella, Costa Brava y el 50% de La Toja.
El holding con sede en Murcia, Grupo Orenes, tiene cuatro casinos en las Islas Canarias además de Badajoz, Murcia, Logroño y Castellón. El otro gigante del juego, Luckia, es propietario del de San Sebastián, Bilbao, Mallorca, Ceuta y el 50% restante de La Toja. El Grupo Comar cuenta con una red de once casinos, entre ellos el situado en Gran Vía de Madrid y, por último, el gigante austriaco del juego Novamatic controla Sevilla y San Roque.
Entre los grupos especializados en casinos destacan Gran Madrid. Este holding, que pertenece en un 25% al Casino del Líbano y el 75% se lo reparten empresarios españoles con Ángel María Escolano al frente, es propietario en Madrid de Colón y Torrelodones, dos negocios que facturaron cerca de 50 millones en 2018, y el Casino de Torrequebrada en Málaga.
El Grup Perelada es otro de los gigantes de los casinos en España. Esta compañía, en manos de la familia Suqué, controla Perelada, Tarragona y Barcelona. Este último casino es considerado el más grande de toda España que, según el Anuario del Juego 2019, ha facturado en el último ejercicio 84 millones de euros.