Chipre se encuentra en compás de espera tras la decisión del Gobierno de aplazar al lunes el debate parlamentario en el que el presidente, Nikos Anastasiadis, pretendía defender la polémica quita de los depósitos privados aprobada por el Eurogrupo, una medida que ha desatado la indignación en este país mediterráneo.
A la vista del revuelo político y social causado por las medidas, que prevén una quita a todos los depósitos privados en los bancos del país, el presidente optó por retrasar un proceso legislativo que se pretendía cerrar con máxima urgencia, para evitar un caos en el sistema financiero. Mientras tanto, por orden del Banco Central se mantendrán cerrados los bancos también el martes, a pesar de que tenían prevista su apertura tras el lunes de Carnaval, y puede que continúen cerrados algún día más.
La mayoría de los partidos políticos reaccionaron con indignación al programa del Eurogrupo, que prevé un impuesto extraordinario de un 9,9% para todos los depósitos superiores a los 100.000 euros y del 6,7% para los de menos de esa cantidad. "La decisión del Eurogrupo no tiene precedentes y entierra definitivamente e irrevocablemente el fundamento básico de la UE que es el principio de la solidaridad", dijo el partido socialdemócrata EDEK en un comunicado. "Rechazamos plegarnos a este chantaje", agregó EDEK, que pidió renegociar el acuerdo.
Rechazo a las medidas adoptadas
El proyecto requiere el voto a favor de 29 de los 56 diputados que forman el hemiciclo, por lo que Anastasiadis, cuyo partido conservador DISY tiene 20 escaños, necesita el respaldo de los nueve diputados del partido que le apoyó en las elecciones, el centrista DIKO, algo que no parece asegurado. Según señalan varios medios, uno de los diputados de DIKO podría negarle el apoyo.
El resto de las formaciones han dejado entrever su rechazo, como es el caso del partido comunista AKEL, del último presidente Dimitris Christofias, que tiene en el parlamento 19 escaños. Con toda probabilidad se le sumará a este rechazo el único representante del movimiento de los ecologistas y los dos diputados del partido centroderecha EVROKO, aunque hoy su presidente, Nikos Siuris, evitó dejar clara su postura.
El ciclón provocado desde ayer por esta decisión ha desencadenado también la ira de los habitantes de la isla. "Despertarse y darse cuenta de que parte de tu vida, de tus fatigas y de tus sueños han sido robados, no es algo fácil de entender ni de aceptar", dijo a Efe Maria Filipu de 54 años, contable jubilada. "Esto es un robo violento, insidioso, hecho de madrugada cuando la gente no estaba en condiciones de reaccionar", insistió la mujer.
"Los que hablaron en Europa nos dijeron que la decisión no es para castigarnos. ¿Y eso qué es entonces? ¿Acaso el premio a los mejores ahorradores?", ironizó con Dora Nikolaidu, propietaria de una tienda. A juicio del director de la "fábrica de ideas" "Thoukidis", Athos Kyranides, la quita no debe ser aceptada porque mina los principios democráticos y además destruirá la economía chipriota. En declaraciones a Efe, Kyranides sostuvo que, a pesar de la ayuda que llegará desde el Banco Central Europeo, habrá un éxodo del dinero de los bancos chipriotas, lo que pondrá todo el sistema bancario en un aprieto.
Además, la quita chipriota influirá también en países como Italia, España, Portugal, porque llevará a una crisis de confianza, opinó.
Nada más conocerse la noticia en Chipre, la gente salió a la calle para retirar fondos de sus cuentas, pero se encontró con que a los bancos cooperativos, los únicos que abren en sábado, les habían prohibido las transferencias bancarias. Poco después estos bancos cerraron sus puertas y las colas se mantuvieron ante los cajeros automáticos, donde los ciudadanos se aprestaban a sacar el máximo permitido por día, 1.000 euros.
El "corralito" parcial, que había sido posible gracias al fin de semana largo de Carnaval, con un lunes festivo, se convierte con la decisión de hoy de cerrar también el martes en un problema difícilmente comunicable a una población fuera de sí y que se siente engañada.