El impacto económico del coronavirus se ha cebado con las pequeñas empresas de este país, muchas de las cuales han tenido que bajar la persiana. A término de abril -último dato disponible de la Seguridad Social-, España cuenta con 89.351 empresas menos de las que había a cierre de febrero de 2020, el último mes antes de que irrumpiera la pandemia en nuestro país y de que el Gobierno decretara el estado de alarma y el confinamiento domiciliario.
En esa fecha, el país contaba con 1,481 millones de compañías, mientras que a cierre de mayo solo hay en el país 1,392 millones, sin contar a las compañías del Régimen General y las de los regímenes especiales del Mar y del Carbón, según los datos de afiliación.
La destrucción de empresas se ha producido principalmente entre las pymes y, dentro de ellas, en las microempresas. De las casi 90.000 empresas que han cerrado, 52.344 tenían solo un trabajador; 20.639 tenían sólo entre dos y cinco empleados; y 15.219 tenían entre seis y 50 trabajadores.
El saldo de las compañías de mayor tamaño no ha sido tan negativo. En estos quince meses se han cerrado 689 empresas de entre 51 y 100 trabajadores y se han destruido 518 compañías de entre 101 y 500 empleados.
El único grupo que ha crecido ha sido el de las grandes empresas de más de 500 trabajadores, que ha sumado 58 compañías desde febrero del pasado año. Esto es así no tanto porque se hayan instalado muchas nuevas empresas en el país, sino por el hecho de que las grandes compañías son las que han tenido mayor capacidad de crear empleo: al contratar personal, algunas de las que estaban clasificadas en el grupo de 250 a 500 trabajadores han pasado a ser consideradas de más de 500 empleados.
La mayor parte de empresas que han cerrado son pequeñas porque precisamente son las que han experimentado la mayor caída de ventas y facturación y, por tanto, las que han tenido más necesidad de liquidez y han acabado por ser insolventes debido, además, a sus mayores dificultades para acceder a líneas de crédito y financiación externa.
Aunque el grueso de la destrucción de empresas se produjo entre febrero y abril de 2020, los peores meses de la pandemia, desde entonces no se ha producido una recuperación constante. Entre mayo y octubre aumentó de nuevo el número de compañías, pero desde entonces, con el impacto de la segunda ola y las nuevas restricciones, la cifra bajó de nuevo hasta fin de año.
Desde enero de 2021, el número de empresas ha crecido en 11.669 compañías, pero no ha sido suficiente para recuperar los niveles previos a la crisis.
El 74% de las empresas tienen menos de seis empleados
Uno de los problemas principales del tejido productivo español, y lo que precisamente le hace más vulnerable ante la crisis, es el predominio de firmas pequeñas y medianas sobre el total y la falta de escala de las compañías.
A cierre de abril, un 35% de las empresas del país tienen solamente un empleado, mientras que un 39% tienen entre dos y cinco trabajadores. Esto supone que un 74% de las compañías del país tienen menos de seis trabajadores.
Hay, además, un 23% de empresas con entre seis y 50 trabajadores, de ahí que el 97% de las firmas del país sean pymes. Un 1,5% tienen de 51 a 100 empleados; un 1,1% de 101 a 500; y un 0,2% más de 500.
Además de hacer al tejido productivo más vulnerable, la abundancia de pymes tiene también otras repercusiones negativas.
"La estructura demográfica del tejido productivo español, caracterizada por un peso relativo muy elevado de las empresas de menos tamaño, es uno de los principales factores que explican la baja productividad agregada en nuestro país", explicaba recientemente el Banco de España en su informe anual, en el que señala que las compañías más pequeñas suelen tener "escasa vocación innovadora".
Esta debilidad es una de las que precisamente el Gobierno quiere atajar en la futura transformación económica del país, que se impulsará gracias a los fondos que España recibirá entre 2021 y 2026 de la Unión Europea.