La industria automovilística europea ha sido referente mundial en el sector, y España una de las punteras dentro de ella. Un sólido tejido industrial que se enfrenta ahora a grandes retos por el cambio de paradigma que está experimentando la movilidad y, especialmente, por la electrificación, que amenaza la hegemonía europea en este sector. Porque Asia va muchos pasos por delante en lo que a baterías se refiere, un elemento responsable directo del 40% del valor añadido de un coche eléctrico, y Europa avanza pero de forma muy lenta, tanto que solo el 3% de las baterías que se producen a nivel mundial para coches eléctricos se producen actualmente en nuestro continente.
Y es que de media un automóvil de combustión tradicional tiene más de 30.000 piezas y el 75% de su valor final lo aporta la industria de componentes. Y sin embargo, esta industria de proveedores de automoción es una gran desconocida para el público. La columna vertebral de esta industria son las miles de pequeñas y medianas empresas que proporcionan componentes y sistemas esenciales para la industria del automóvil. En España hay más de 1.000 empresas de componentes, que generan 370.000 puestos de trabajo directos e indirectos. En Europa, la industria de proveedores de automoción supone cinco millones de empleos, 600.000 millones de euros anuales en ventas, inversiones por 25.000 millones en I+D y 9.000 patentes registradas.
Todo este tejido industrial se enfrenta a nuevos y complejos retos debido sobre todo a la llegada e implantación del coche eléctrico, algo que está removiendo los cimientos de toda una industria y amenaza la hegemonía europea en este sector. Por un lado, la industria asiática y estadounidense del vehículo eléctrico está creciendo a mucha velocidad. Sus fabricantes de automóviles están desarrollando fuertes capacidades de fabricación, respaldadas por una fuerte demanda local; y, en el caso de China, grandes ventajas competitivas por la toma de control de recursos clave para la producción de baterías y la tecnología para desarrollarlas y producirlas. Por otro lado, se están creando nuevos roles que serán ocupados por nuevos competidores procedentes de otros sectores tecnológicos.
Transición obligada
Ante todos estos retos, la agilidad y la planificación estratégica serán claves para mantener la competitividad de la industria europea y española de la automoción en un futuro cercano, como se explica en el Informe ‘La electrificación de los vehículos: ¿amenaza u oportunidad?’, realizado por Sernauto y Roland Berger. Para que la industria en su conjunto tenga éxito, es esencial una colaboración público-privada. El gobierno español debe colaborar con la industria para definir el entorno más adecuado y proporcionarle el apoyo necesario, porque el 10% de la economía española está en juego. Y lo mismo sucede a nivel europeo.
La Asociación Europea de Proveedores de Automoción insta a concentrar esfuerzos de todos los actores implicados para realizar con éxito la transición de la industria de automoción tradicional a la nueva movilidad y garantizar la competitividad de la industria europea de proveedores, un elemento esencial de la cadena de valor de la automoción. Para ello, establece campos de actuación básicos que permitan afrontar con éxito esos grandes retos a los que se enfrenta la industria europea del automóvil.
Uno de ellos es la producción europea de coches electrificados, necesaria para cumplir con los objetivos europeos de emisiones, uno de los más estrictos del mundo. Los proveedores europeos lideran el desarrollo de híbridos suaves e híbridos enchufables, que pueden ser la tecnología puente hacia la movilidad 100% eléctrica. Algunos países de Europa están desarrollando capacidades de producción de vehículos eléctricos, principalmente Alemania, Francia y Reino Unido), tomando la delantera en el desarrollo del coche eléctrico en nuestro continente. En España ya se producen dos automóviles eléctricos, el Opel Corsa en Zaragoza y el Peugeot 2008 en Vigo, y está planeado otro modelo eléctrico en Madrid para Citroën.
Pero el elemento clave de un eléctrico es la batería, un mercado que está centrado en Asia, en especial en China, que copa nada menos que el 80% de la producción. Tan solo el 3% de las baterías se producen actualmente en países europeos, según cálculos facilitados por Daniel Calleja, director general de Medio Ambiente de la Comisión Europea. Además, el elevado peso de las baterías, de 300 a 500 kilogramos, supone un obstáculo logístico y hace necesario que su producción se realice cerca de las plantas de vehículos.
Para ello, los proveedores europeos deben tener un acceso seguro a las materias primas y a los productos intermedios que necesitan, independientemente de su procedencia, para fabricar baterías y otros componentes. En el caso de las baterías de los coches eléctricos, China es el mayor suministrador de estos materiales, de él depende el 70% de las exportaciones mundiales. Brasil, EE UU, Rusia o Sudáfrica cierran el círculo. El riesgo de concentración de la producción está asociado en muchos casos a la escasa posibilidad de sustitución y el poco nivel de reciclaje, según un estudio de la Comisión Europea.
Y es que el coche eléctrico reduce mucho la complejidad mecánica respecto a uno de combustión y, junto a la batería, el software se convertirá en un factor diferenciador clave. El “hardware” mecánico reducirá su importancia en la cadena de valor y los proveedores tradicionales de la industria se van a enfrentar a nuevos competidores. Un cambio sustancial y que abre las puertas a nuevos competidores que antes no podían acceder al coche de combustión.