El Gobierno tiró ayer por la borda todas las previsiones oficiales situadas en un crecimiento del 0,7 por ciento y una destrucción de 39.000 empleos en horas trabajadas según el criterio de contabilidad nacional. Tras anunciar que el PIB crecería un 0,3 por ciento en el último trimestre de 2013, el segundo incremento intertrimestral seguido, el ministro Luis de Guindos explicó basándose en una ristra de indicadores adelantados que la economía generaría empleo neto no sólo en la EPA, sino también en contabilidad nacional, donde en las previsiones oficiales hasta ahora se recogía una caída de la fuerza laboral del 0,2 por ciento.
Y a continuación afirmó que suponía un hecho inédito en la historia reciente que España crease empleo con tasas de crecimiento anualizadas del 1 por ciento. Es decir, el Gobierno ya da por hecho que se va a crecer al menos un 1 por ciento en 2014 y pronto reescribirá su cuadro macro al alza, tal y como se perfila en los datos de consumo eléctrico, matriculaciones, comercio minorista y producción industrial.
Es más, Guindos defendió que cuando menos se duplicaría la previsión de empleo en términos EPA, cifrada en un avance del 0,1 por ciento. De lo cual se puede deducir que si aumenta un 0,2 por ciento respecto a la EPA del tercer trimestre se conseguirían en 2014 unos 33.000 puestos de trabajo netos. El titular de Economía además mejoró la estimación de la tasa de desempleo para el año que empieza, bajándola desde el 25,9 por ciento hasta el 25 por ciento, aunque esta mejoría también podría deberse a la caída de la población activa, bien porque desanimada deja de buscar trabajo, bien porque simplemente abandona el país.
Y todo ello lo decía para que el presidente Rajoy pudiese esgrimirlo en su visita a la Casa Blanca.
Fuentes cercanas al Gobierno hablan sin rubor de una horquilla entre el 1,3 y el 1,5 por ciento, si bien ese rebote podría agotarse en 2015 y como resultado podríamos estancarnos en un triste 1 por ciento que difícilmente solventaría con rapidez el drama del paro. Y por más que el ministro incidió en la importancia de continuar con las reformas, no anunció ni una nueva salvo los retoques de una Ley Financiera, lo que se puede interpretar como el fin del calendario de reformas de cara a los dos años que vienen plagados de citas electorales.
El déficit público, ¿corregido?
Guindos insistió en que la corrección de los desequilibrios y mencionó entre ellos (sic) el déficit público, sin importar que éste se halle prácticamente enquistado en unos 60.000 millones al año y por lo tanto lejos de la estabilización.
Entre los principales logros, destacó el descenso de la prima de riesgo, incluso si este Gobierno fue el que más la disparó al postergar las reformas con tal de ganar en Andalucía y sembrar la incertidumbre con la gestión de la crisis de Bankia. Guindos cifró los ahorros por la rebaja de la prima en los 8.000 millones, olvidando mencionar que la partida de intereses subió en 2013 unos 2.500 millones.
Guindos puso el acento en la moderación de la inflación, el comportamiento del sector exterior y la reducción de la deuda privada del 230 por ciento del PIB al entorno del 200 como bases de una recuperación sostenible aunque aún frágil.
El coste de los rescates
Cuando fue preguntado por el coste de las ayudas a la banca, el ministro de Economía evitó dar muchas explicaciones y simplemente contestó a los socialistas que la peor entidad y la que había recibido proporcionalmente más ayudas era una que había sido gestionada por el PSOE, Catalunya Caixa, con unos 12.000 millones y todavía sin comprador a la vista.
Pero el coste de los rescates no se quedó ahí. El ministro también declaró que el Esquema de Protección de Activos de la CAM ya ascendía a los 15.000 millones, un hecho que pone en duda este formato de venta de entidades. Según los expertos, las entidades no tienen incentivo alguno para gestionar la cartera asegurada con la EPA, de modo que simplemente la dejan fallar y la cobran. Tiran con pólvora del rey, y al final ello se traduce en que las EPAs se consumen al completo.
Incluso en el caso de NovaCaixaGalicia, que Guindos alabó porque fue el primero en enajenarse sin precisar una EPA, se han dado ya por perdidos los 8.000 millones que se inyectaron.
Unas cifras que se antojan aún más desalentadoras cuando se examina la falta de financiación para la economía real. Aunque el ministro siempre sostiene que el proceso de desapalancamiento es compatible con un pequeño aumento del crédito destinado a las pymes, éste sigue siendo inexistente o carísimo después de haber recurrido a todo un rescate bancario. Otra explicación más que brilló por su ausencia en su parco relato del rescate del sistema financiero.