La incertidumbre en torno al dividendo de ACS, en el aire desde que la constructora inició a mediados del pasado abril su salida del capital de Iberdrola, ha provocado una espiral de subida de tensión entre los socios del grupo constructor, uno de cuyos capítulos más destacados ha sido protagonizado por el presidente de la compañía, Florentino Pérez, y los financieros Alberto Alcocer y Alberto Cortina, históricos socios de ACS.
Las desavenencias se inician poco después de que la constructora, presionada por la banca acreedora, decidiera colocar en el mercado un 3,7% del capital de Iberdrola con unas minusvalías cercanas a los 600 millones de euros. Desde ese momento, el dividendo que tradicionalmente otorgaba ACS a sus accionistas a cuenta de sus beneficios anuales (que se repartía en febrero) quedó herido de muerte, ya que la operación lastraría los resultados corporativos y los situaría claramente en la zona de números rojos.
La situación generó alarma en los Albertos. Entre algunas entidades financieras se había convertido en un clásico en los últimos años el hecho de que Alcocer y Cortina pidieran un pequeño aplazamiento cuando se trataba de atender vencimientos de deuda al cierre de un ejercicio. Fuentes conocedoras de estas operaciones señalaron a Vozpópuli que los Albertos solían pedir una especie de prórroga esgrimiendo como argumento que el pago de la deuda vencida se llevaría a cabo en unas semanas, justamente cuando ingresaran el dividendo a cuenta de ACS. “Posteriormente, una vez cobrado el dividendo, siempre cumplían”, remarcaron las citadas fuentes.
Ante esta situación y visto que la retribución al accionista de febrero corría mucho peligro, Alcocer y Cortina acudieron al mercado y se deshicieron de casi un 5% de ACS. Según fuentes financieras, aproximadamente un 3,5% se correspondió con una venta forzada por la presión de la banca acreedora debido a que los financieros habían realizado compras de títulos de ACS en los últimos años con un notable apalancamiento. Sin embargo, el resto fue vendido precisamente para cubrirse ante la posibilidad de que la constructora suspendiera definitivamente la retribución al accionista.
Acusaciones de deslealtad
Los Albertos, que habían llegado a alcanzar una participación del 14,2% en ACS (aunque en los registros de la CNMV tan sólo declaraban un 12,5% porque no tenían obligación de comunicar un incremento hasta que no superaran el 15%) ingresaban unos 80 millones de euros por el dividendo del grupo constructor (entre la partida a cuenta de resultados y el complementario, que solían ser muy similares en cuanto a cantidad, en torno al euro por título). Con la venta del 1,5% de ACS obtuvieron unos ingresos similares.
Pero estas maniobras, que culminaron en la primera semana de mayo, provocaron (obviamente junto con la colocación precipitada del 3,7% de Iberdrola) que los títulos de ACS sufrieran una fuerte caída en bolsa. En apenas un mes, las acciones de la empresa perdieron un 25%, mientras que en ese mismo periodo el Ibex-35 se dejó cerca de un 14%.
El hecho de que los Albertos pusieran tanto papel en el mercado provocó el enfado de Florentino Pérez, al que Alcocer y Cortina habían preguntado en repetidas ocasiones por el futuro del dividendo sin obtener una respuesta clara, por lo que decidieron poner en marcha el proceso de venta. La operación fue comunicada por los Albertos a la CNMV a comienzos del mes de agosto, una semana después de que Pérez confirmara a los analistas que ACS no pagaría el dividendo de febrero. Sin embargo, en realidad las ventas se habían llevado a cabo tres meses antes.
Más socios perjudicados
Entre acusaciones de deslealtad, la tensión ha ido en aumento porque los Albertos no son los únicos socios del grupo constructor afectados por la situación. Los March han visto como las pérdidas milmillonarias registradas por ACS en sus cuentas del segundo y tercer trimestres han provocado el consiguiente efecto arrastre en los resultados de Banca March. Por su parte, el grupo turístico Iberostar afronta cuantiosos vencimientos a finales de este año como consecuencia de la fuerte inversión que realizó en 2007 al adquirir un 5% de ACS cuando la compañía cotizaba en sus máximos históricos.
En la última conference call con analistas, como consecuencia de la presentación de resultados del tercer trimestre, los directivos de la constructora aún no se pronunciaron sobre si el dividendo quedará definitivamente suspendido o se mantendrá el complementario con cargo a reservas, con lo que la tensión en el seno del consejo de administración podría acrecentarse en las próximas semanas.