Tras Arabia Saudí, Brasil o Kazajstán, la nueva golosina de las compañías españolas que operan en el sector ferroviario pasa por ¿Estados Unidos? Es posible. ¿Se reactiva, así pues, el AVE californiano, lastrado por las deudas del estado más poblado? Frío.
Si California está al sudoeste, hay que mirar a la latitud opuesta para encontrar al que puede convertirse en el próximo Eldorado mundial de trenes: el Corredor Noreste (NEC, en inglés), que conecta la ciudad de Boston con la capital Washington D.C., atravesando puntos tan calientes como Baltimore, Filadelfia o Nueva York. El presidente Barack Obama es el principal impulsor de la remodelación de la alta velocidad en la región con mayor densidad de población de EEUU -2% de territorio para 50 millones de residentes-, en un proyecto que, para los tiempos que corren, suena escandaloso: 120.000 millones de euros (150.000 millones de dólares) para crear una red de AVE similar a la española en, a más tardar, 2040.
El NEC ya cuenta con una suerte de alta velocidad en esa zona, la única del país, notoriamente más lento que el AVE español, el TGV francés, el ICE alemán o el Shinkansen nipón, por citar algunos: el tope del Acela Express, nombre que recibe este tren en EEUU, supera por poco los 200 kilómetros por hora. Y eso solo se da en los tramos más rápidos y menos poblados. Este corredor ya es operado por Amtrak, la colosal compañía estatal interurbana de trenes de pasajeros. Pero ahora el Gobierno, espoleado por la filosofía de estímulos económicos que por ahora predica el Ejecutivo Demócrata, quiere remodelar ese corredor para adaptarlo a los nuevos tiempos. “Sin un cambio que redirija nuestras necesidades de transporte de cara al futuro, la actual red de comunicación puede convertirse en un freno a las expectativas de crecimiento de la región”, opinan en Amtrak.
La oposición del Partido Republicano
Por eso, las compañías españolas, que ya saben de sobra lo que es trabajar fuera en el sector ferroviario, se mantienen al acecho. Hasta ahora agrupadas en consorcios, la estatal Renfe Operadora, Adif, Talgo, OHL, Ferrovial, FCC, ACS, Dimetrasa, Consultrans y cualquiera que se precie con licencia ferroviaria siguen con atención los pasos de la Secretaría de Estado de Transportes norteamericana, dirigida por Ray Lahood. “¡Claro que estamos interesados si ese proyecto consigue ver la luz!”, afirman sin titubear fuentes del sector. La distancia entre Boston y Washington (BosWash, como también se conoce al corredor) es de 750 kilómetros, casi idéntica a la que separa Barcelona de Madrid. Únicamente, la densidad urbana que surcan los trenes en el país norteamericano es infinitamente mayor, lo que obliga a aminorar la marcha.
El principal escollo a la revolución en el NEC es la crisis. Muchísimos puntos del plan han recibido críticas por el excesivo gasto que consumirá el proyecto, aunque sea de aquí a tres décadas. El vicepresidente de Amtrak, Stephen Gardner, ha confesado ser “consciente de que actualmente no hay dinero en los fondos federales para sacar adelante el proyecto”.
Otro problema es el fenómeno electoral, a la vuelta de la esquina, el próximo mes de noviembre. Los Republicanos apuestan por una austeridad a la europea y acusan a Obama de mal gestor y derrochador. Y no están dispuestos a que un proyecto de tal calibre salga adelante por las buenas. De los 13 corredores de alta velocidad previstos, solo dos, el NEC y el californiano, continúan adelante. Algunos estados con gobernadores republicanos, como Wisconsin, Florida u Ohio ya han rechazado, guiados por su oposición a Obama, planes similares en su territorio.