Vecinos, comerciantes y pequeños empresarios de la zona norte de Madrid han dicho “basta”. Hartos de esperar durante más de 20 años el inicio de la ‘operación Chamartín’, una decena asociaciones, que representan a más del 80% de los ciudadanos a los que afectaría el nuevo desarrollo, han decidido pasar a la acción con la solicitud de una reunión con la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, con el objetivo de pedirle que desbloquee el proyecto Distrito Castellana Norte, cuyo inicio está a la espera de la aprobación definitiva del plan urbanístico que lo hace posible.
No es la primera vez ni mucho menos que las asociaciones vecinales y empresariales de la zona se pronuncian en este sentido. Pero, en esta oportunidad, la situación es especialmente delicada. En primer lugar porque el reloj comienza a correr peligrosamente en su contra, ya que si a finales de año no está aprobada la reforma del plan, BBVA y San José, los promotores de la operación, abandonarán Distrito Castellana Norte. Y además, porque el hecho de que el holding chino Wanda haya desestimado su proyecto para construir un hotel y una zona comercial en el Edificio España por desavenencias con el Ayuntamiento ha encendido todas las alarmas en el ámbito vecinal de la zona.
“Obviamente, nos preocupa lo que ha sucedido con el Edificio España”, ha señalado Eduardo Morán, presidente de la Asociación de Comerciantes de Chamartín, que ha ejercido de portavoz del resto de organizaciones que han firmado un manifiesto para denunciar que el Ayuntamiento de Madrid pretende anular el proyecto de Distrito Castellana Norte.
“Por el momento, el Ayuntamiento no ha dicho que no vaya a aprobar la reforma, no existe un ‘no’ oficial. Pero el retraso en los trámites y las informaciones que transmite la corporación municipal a través de la prensa no nos deja tranquilos”, apunta Morán, quien expresó la preocupación de los vecinos por que la ‘operación Chamartín’ corra la misma suerte que el proyecto del Edificio España.
Sin argumentos para oponerse
Las organizaciones firmantes del manifiesto pretenden reunirse con los cuatro grupos municipales representados en el Ayuntamiento (Ahora Madrid, PP, PSOE y Ciudadanos), así como con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, “y con quien sea necesario” para que el proyecto salga adelante. Morán hizo alusión a la encuesta encargada por DCN, la promotora del proyecto, según la cual tres de cada cuatro vecinos están a favor de su desarrollo.
“La mayoría de los vecinos ve muy positivo ese plan, entendemos que sería muy beneficioso para el entorno”, asegura.
Los vecinos y los empresarios de la zona aseguran que el Ayuntamiento no da argumentos justificables para mantener el proyecto bloqueado. “Han aludido a cuestiones de edificabilidad pero en cualquier zona del eje de la Castellana se da un volumen de edificabilidad de casi el doble que el previsto en la operación”, apunta Morán, que también ha hecho alusión a que el Ayuntamiento no termina de ver con buenos ojos los planes del Ministerio de Fomento para convertir la estación de Chamartín en un ‘hub’ para la alta velocidad. “La mayoría de los vecinos ve muy positivo ese plan, entendemos que sería muy beneficioso para el entorno”, asegura.
Carrera contrarreloj
El portavoz de esta iniciativa también ha querido atajar el argumento ofrecido por el Consistorio de que otros distritos de Madrid necesitan mucho más las inversiones para su mejora. “En el ámbito de Chamartín no todo es como la zona de El Viso; sólo hay que mirar alrededor de los terrenos donde está previsto el desarrollo de Distrito Castellana Norte para ver que hay zonas abandonadas y degradadas que, por cierto, no han merecido la atención de los políticos en más de 20 años”.
El Ayuntamiento manifestó en reiteradas oportunidades que no tomará ninguna decisión al respecto hasta que no esté conformado el Gobierno central y, por ende, el Ministerio de Fomento, con el fin de corroborar si mantiene sus planes en relación con la estación de Chamartín. Pero no parece que vaya a ser tarea fácil la formación del nuevo Ejecutivo. Si además hay que acudir a nuevas elecciones, la operación comienza a correr peligro de muerte.