Esta semana Emilio Saracho hubiera cumplido cinco meses al frente de Banco Popular. En su lugar, la entidad que debía reflotar tuvo que ser rescatada hace casi tres semanas y este viernes él fue objetivo de las críticas del Banco de España.
Así, el subgobernador, Javier Alonso, señaló en su segunda intervención pública que Saracho y su equipo no movilizaron "a tiempo" toda la liquidez disponible. Y la entidad fue declarada inviable precisamente por eso, falta de liquidez. "En todo caso, como ya he mencionado, el volumen de esos activos muy probablemente no hubiera cambiado la situación más que de modo transitorio", matizó el subgobernador. Aun así, estas declaraciones pueden tener repercusiones legales, ya que algunos accionistas pueden argumentar que iban a vender sus títulos el 7 de junio, día del rescate, y que no pudieron porque Saracho "tiró la toalla", según el regulador.
Fuentes cercanas al anterior equipo contradicen a Alonso al señalar que la entidad presentó ante el Banco de España 40.000 millones en garantías, de las que fueron aceptadas 3.800 millones, y que el BCE supervisó de cerca la liquidez desde abril.
Las críticas de Alonso se suman a las que ya realizó el ministro de Economía, Luis de Guindos, en su última comparecencia en el Congreso, para explicar la crisis del Popular. Resaltó como día negro para la entidad la junta de comienzos de abril, en la que Saracho intervino por primera vez y "dijo que el banco necesitaba capital, pero sin detallar un plan concreto. Su cotización cayó un 17% en los siguientes días", detalló el ministro.
Estrategia defensiva
Distintas fuentes financieras consultadas por este medio achacan ambas declaraciones, la de Guindos y Alonso, a dos objetivos: un intento de lavarse las manos por las demandas que pueda haber; y su convicción de que la caída del Popular fue más responsabilidad de Saracho que de Ángel Ron. Hay un mensaje unificado de que la entidad no entró en resolución por problemas de solvencia -derivados de la gestión de Ron-, sino por una crisis de liquidez, que se dio prácticamente en su integridad con Saracho.
El que más se salió de este discurso fue el presidente de la AEB, José María Roldán, cuando afirmó que la crisis de la entidad no "fue súbita". También Guindos dejó un recado para Ron al señalar que Popular era "un banco zombi" y que "era ejemplar hace 15 años", justo cuando el banquero ascendió a consejero delegado.
Lejos de los micrófonos, Guindos culpa a Ron por la compra de Banco Pastor y por no acceder a traspasar activos a Sareb en 2012. Por eso sorprendieron más las declaraciones de Alonso, defendiendo la gestión de Popular de los últimos años. "El banco era débil, sí, pero en últimos años había provisionado 21.000 millones. Había sabido recomponer su situación", afirmó el subgobernador. La discusión está en si el plan de Ron para poner fin a la crisis de solvencia hubiera sido suficiente, o si de haber seguido como presidente del banco éste también hubiera sufrido una crisis de liquidez.
Las fuentes consultadas achacan este discurso a una autodefensa del Banco de España tras la crisis del caso Bankia. El regulador fue responsable de la supervisión de la entidad hasta 2014, los años en que se creó el problema en el balance del banco y no se supo poner un freno. Desde hace dos años y medio, es el BCE el que está apretando las clavijas a Banco Popular.
Guindos y Alonso difieren en su análisis sobre Popular: el ministro cree que el banco se torció con Ron y el subgobernador con Saracho
Aparte de este cruce de acusaciones, los principales implicados en la caída del Popular también miran a Europa, a la que se critica por no haber tenido preparada una regulación para crisis de liquidez como ésta. La presidenta del supervisor europeo, Danièle Nouy, devolvió la pelota sugiriendo a las autoridades españolas investigar quiénes estuvieron detrás de la fuga de depósitos que provocó la crisis de liquidez. Toda una bomba de relojería para el Gobierno, ya que las administraciones públicas retiraron mucho dinero. Por ello, Guindos califició el análisis de Nouy como una "frivolidad".
Todo apunta a que este intercambio de acusaciones va a seguir durante un tiempo, sobre todo ante la amenaza de las demandas millonarias que tienen sobre la mesa tanto Banco Santander, como heredero de Popular, como Bruselas, por dejar a cero las acciones y bonos subordinados de la entidad.