La frialdad, la desconfianza mutua y el 'mal rollo' han sido el denominador común del primer día de trabajo en el centro de Coca-Cola Iberian Partners en Fuenlabrada (Madrid), que reabrió este lunes con un acto organizado por el sindicato CCOO, cuya facción ha sido la más dura y combativa. "Contra Coca-Cola", "doblar el brazo a la empresa" o "la lucha es el único camino" han sido consignas lanzadas por muchas de las 85 personas que, en turnos de mañana y tarde, han vuelto a la factoría que consideran suya enfundando sus camisetas rojas contra la empresa. El líder del "campamento de la dignidad", Juan Carlos Asenjo, comparaba a su grupo con los guerreros espartanos de la película '300' (que quien haya visto el filme ya sabe cuál es su final frente al poderoso imperio persa).
Tanto fuentes sindicales como empresariales confirman el 'mal rollo' en esta primera jornada laboral después de que la planta cerrara sus puertas en abril de 2014. La empresa conminó a los trabajadores a firmar un acuerdo de confidencialidad y protección de datos, algo que fuentes sindicales confirman que no es tan habitual, pero refleja gran desconfianza. Desde Coca-Cola Iberian Partners se asegura que es algo normal y que tiene como objetivo mantener la confidencialidad cuando hay acceso a datos sensibles o industriales en juego. También se ha firmado porque los trabajadores pertenecían antes a Casbega y ahora son de CCIP. En cualquier caso, la confianza entre ambos eslabones de la compañía está rota, como prueba el hecho de que la propia empresa denunciara a los sindicalistas por ocupar sus instalaciones o el boicot que, durante casi dos años y de forma impertérrita, han mantenido los trabajadores más luchadores en las redes sociales a los productos de la marca y que aseguran ha tenido mucho éxito.
El núcleo más duro del campamento sigue instando a aguantar hasta que la empresa vuelva a producir Coca-Cola
Tal y como aseguraba el propio abogado de Sagardoy que lleva el caso hace algún tiempo, "la mayoría de los despedidos no quiere volver a trabajar" y muchos de los 200 que han sido reintegrados en Fuenlabrada estarían deseando dejar la compañía en cuanto sea posible. No obstante, el núcleo más duro del campamento sigue instando a aguantar hasta que la empresa vuelva a producir Coca-Cola, algo que desde CCIP se asegura que no volverán a hacer dado que hay "una sobreproducción del 40% tras fusionar las 8 plantas". La Audiencia Nacional se pronuncia este próximo día 10 sobre si los 135 trabajadores que quedan por incorporarse a la fábrica madrileña deberán adoptar otras funciones o por el contrario la empresa tiene que volver a ponerlos en las funciones anteriores, lo cual sería tanto como decir que la justicia obliga a CCIP a volver a producir Coca-Cola en Fuenlabrada. Parece poco probable, pero también lo fue en su momento pensar que Fuenlabrada reabriría sus puertas.
Problemas internos
El ambiente de trabajo, no obstante, se anuncia pésimo. CCOO acumula, además de la denuncia de la empresa, otras de UGT por agresiones y amenazas -se denuncian pintadas en casas, ataque a vehículos particulares, etc- y otra de USO. En el campamento niegan tajantemente estar detrás de estas acciones, que condenan. Los representantes sindicales de UGT creen que "no hay nada que celebrar" y consideran que con la reapertura se han conseguido condiciones para los trabajadores que, como mucho, sólo podrán igualar las que ya se habían pactado con la empresa en el ERE de hace año y medio. "Un viaje costosísimo que ha resquebrajado la unidad sindical y que al final no va a servir para nada. Nos han tratado como si sólamente ellos, los del campamento, fueran los que verdaderamente defendían los intereses de los trabajadores", dice un representante ugetista que prefiere no dar su nombre.
Los llamamientos a que siga la lucha por parte de los dirigentes sindicales más influyentes, no permiten vislumbrar un futuro fácil para la planta de Fuenlabrada, para quien CCIP ha reservado unas funciones logísticas y de reciclaje que justifiquen su reapertura. Insuficiente para los más exigentes entre CCOO.
A día de hoy, algunos trabajadores próximos al campamento siguen instando a que no se beba Coca-Cola en las redes sociales, lo cual es un acto de deslealtad para el embotellador único, que prepara su fusión con otras dos importantes embotelladoras europeas, lo cual trasladará su sede desde Madrid, donde está ahora, hasta Londres. Su actual presidenta, Sol Daurella, seguirá al frente del superembotellador aunque perdiendo poder frente a Atlanta.
El ERE inicial, planteado para 840 afectados, se ha resuelto ahora en todos ellos excepto en 300 empleados (200 en Fuenlabrada y el resto en las otras plantas productivas cerradas -Asturias, Baleares, Alicante-) que han sido reintegrados. De estos, los abogados aseguran que más de la mitad se marcharán en los próximos meses.