Cerca de 800 trabajadores de Talgo asisten y participan desde hace unos años en la fabricación de uno de los trenes más singulares de la larga historia de la compañía: el que cubrirá el recorrido entre las ciudades santas de La Meca y Medina, en Arabia Saudí, a través de la primera línea de alta velocidad del país de Oriente Medio. Con motivo de la visita de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, a la planta de Talgo en Las Rozas, el fabricante ferroviario abrió sus puertas a los medios para que pudieran ser testigos de un proceso que se extiende durante seis meses para cada uno de los convoyes que componen el encargo que tiene la empresa.
Una de las primeras y más impactantes imágenes a la entrada de la fábrica es la de los esqueletos de las locomotoras y los coches, aún en una fase inicial pero básica como es la del soldado. Sólidas estructuras metálicas dejan ya ver la forma aerodinámica de los convoyes, que son algo más elevados de lo habitual para albergar un complejo sistema de refrigeración.
No obstante, el modelo que recorrerá los algo más de 450 kilómetros que separan La Meca de Medina en poco más de dos horas y media no tarda en ser reconocible. La pintura exterior de las locomotoras y los coches constituye un paso intermedio, previo incluso a su aislamiento térmico. Los visitantes no tardan mucho en empezar a ver los colores característicos de estos trenes, que son completamente blancos, salvo los detalles en distintos tonos de verde en la parte baja.
Este paso es previo incluso a la colocación de los denominados boges, donde van integradas las ruedas que llevan incorporados los coches y que son diferentes de las que van debajo de las máquinas motrices. Una pila de estos boges aguardan a ser colocados en diversos elementos que están siendo pintados desde el exterior con mimo, al tiempo que desde dentro se ultima su aislamiento y la preparación de las instalaciones eléctricas.
De ahí pasan a una enorme estancia en la que ya pueden apreciarse dos locomotoras prácticamente acabadas. Se trata de una sala en la que los técnicos efectúan ensayos en parado, sin que las máquinas avancen un solo metro por los raíles en los que están colocadas y que surcan de forma permanente cada sección de la fábrica que se recorre.
En el exterior de la planta, al aire libre, lucen dos convoyes prácticamente listos para ser enviados a Arabia Saudí. En breve se unirán a los ocho que ya están presentes en el país y circulando por los tramos que ya están finalizados, dentro de los múltiples ensayos que se están llevando a cabo in situ.
El interior de los coches es similar al de un tren de alta velocidad de los que circulan por España, incluidos los portamaletas que se encuentran junto a cada puerta de acceso. No obstante, algunos detalles desvelan que se trata de un vagón de clase “business”. Entre ellos, la comodidad de las butacas, de color beige, y la pequeña pantalla que cada pasajero tiene a su disposición en el respaldo del asiento que lleva delante. Cada detalle, cada rincón del tren, incluida la moqueta de color tostado con adornos en negro que decora el suelo del coche, ha sido elegido por el ministro saudí de Transportes.
Cada especificación del vagón aparece grabada en árabe y en inglés, incluidas las de una amplia y luminosa cabina en la que el efecto lupa de los cristales, incluso del sol del otoño madrileño, hace que la temperatura se eleve unos cuantos grados. El desafío del elevadísimo calor del desierto se aprecia a cada paso de la fabricación del tren.