No importó que fuera domingo por la tarde y que el notable acortamiento de las horas de sol que anuncia la llegada del otoño hiciera que la noche se echara encima casi de inmediato. Las escasas dos horas que permaneció abierta la capilla ardiente del presidente de El Corte Inglés, Isidoro Álvarez, contemplaron un continuo trajín de familiares, por supuesto, pero también de políticos, empresarios y periodistas, que no quisieron perder la oportunidad de darle su último adiós.
De entre los primeros, el más puntual fue el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón. Tan puntual que accedió a la capilla ardiente antes de las ocho de la tarde, hora en la que quedaba oficialmente abierta. Poco después llegaría su corona de flores, sencilla y muy similar a las que posteriormente aparecieron de parte de las distintas ramas familiares de Álvarez.
No obstante, en cuestión de coronas, nadie pudo con la que llegó con el nombre de Esther Koplowitz, la principal accionista de FCC, espectacular hasta el punto de que costó trabajo introducirla por la puerta que permite el acceso a la sede de la Fundación Ramón Areces, en la madrileña calle de Vitrubio, donde quedó instalada la capilla. Fueron familias muy unidas y con negocios en común, como la Torre Picasso (que por azares de la crisis ha terminado en manos de Amancio Ortega). Quizá por ello también hubo corona a nombre de FCC. La presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, también envió la suya.
Prácticamente a la par aparecieron Esperanza Aguirre y Ana Botella. La ex presidenta de la Comunidad de Madrid llego caminando junto a su esposo, Fernando Ramírez de Haro, que se desmarcó cuan veloz extremo mientras las cámaras y micros de los periodistas asediaban a Aguirre. La todavía alcaldesa de Madrid, aún reciente su anuncio de que no optará a seguir siéndolo, hizo acto de presencia diez minutos después, en coche y junto a José María Aznar.
Mucho más discreta fue la llegada de la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, y todavía más la del secretario de Estado de Comercio, Jaime García Legaz, en quien casi nadie reparó.
La sorpresa de Chacón
Pero no todo el protagonismo se lo llevó el PP. Muy puntual apareció la ex ministra de Defensa con el Gobierno de Zapatero Carme Chacón, con su eterna sonrisa algo más tímida que de costumbre por las circunstancias. Eso sí, sorprendió a todos al afirmar que acudía al velatorio de Isidoro Álvarez, además de por la talla del empresario, porque en su día fue empleada de El Corte Inglés. La de vueltas que da la vida.
Los empresarios se hicieron esperar algo más, con la lógica excepción de Manuel Pizarro, el primero en entrar y el último en salir. Eso sí, salió junto al presidente del BBVA, Francisco González, que acudió in extremis, a punto de cerrar la capilla, y se marcharon juntos en el mismo automóvil. Aún con luz natural se pudo ver a los Albertos, que acudieron por separado. Primero Alberto Cortina, del brazo de su esposa, Elena Cue, que acaparó más flashes que nadie. Por cierto, la entrada de Cortina coincidió con la salida del abogado Antonio Garrigues Walker y estuvieron a punto de chocar porque ni se miraron. Después apareció Alcocer y a última hora también se pudo ver a Alfonso Cortina.
De los más afectados por la noticia fue Juan Abelló, que apareció con gesto crispado, acompañado por uno de sus hijos. Más tranquilos parecían Antonio Vázquez, presidente de IAG y ex de Iberia y Altadis, y Arturo Fernández y José Antonio Segurado, que acudieron juntos por aquello de lo que une la patronal.
De García a Pedro J.
En pareja también fue Juan José Hidalgo, presidente de Globalia, aunque para la ocasión eligió al periodista José María García que, al entrar, refunfuñó ante los infinitos disparos de los fotógrafos: “¡venga, ya está bien, por favor!”, bramó mientras sacudía los brazos. Eso sí, después les pidió ayuda porque a la salida no encontraba al empresario salmantino: “oye, ¿habeis visto a Pepe Hidalgo?”.
Con las indicaciones de los reporteros gráficos no tardó en encontrarle, a apenas tres metros de donde se hallaba el otrora líder indiscutible de las noches radiofónicas en España, que tuvo en El Corte Inglés uno de sus sempiternos patrocinadores, que le acompañaba allá donde fuera.
Un hueco en la agenda para despedir a Isidoro Álvarez también hicieron Florentino Pérez, José Manuel Entrecanales y Ramiro Mato, presidente de BNP Paribas en España.
Además de García, otros ilustres periodistas que se acercaron a despedirse del presidente de El Corte Inglés fueron el ex director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, junto a su mujer, Agatha Ruiz de la Prada, y Fernando Ónega. Relacionados también con la comunicación, el empresario Blas Herrero, el presidente de RTVE, Leopoldo González-Echenique y el ex ministro portavoz del Gobierno Pío Cabanillas.
El toque sabroso lo puso el restaurador Lucio porque no sólo el Rey Juan Carlos es admirador de sus afamados huevos fritos.
Tras la reapertura de la capilla ardiente este lunes personalidades políticas e institucionales han seguido desfilando frente al cuerpo de Isidoro Álvarez. Una de ellas ha sido la infanta Elena, que llegó la primera tras la reapertura de sus puertas a las 9:50 de la mañana. Según informa Europa Press, pocos minutos después, acudían también a la Fundación Ramón Areces el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, y de Telefónica, César Alierta, que no han hecho declaraciones.
Durante la mañana de este lunes se ha conocido que el cuerpo de Isidoro Álvarez será enterrado a las 20.00 horas en la Real Iglesia Parroquial de San Ginés, en Madrid, según ha informado el grupo de distribución. Se celebrará una misa 'corpore insepulto' en dicho templo, ubicado en la madrileña calle de El Arenal, muy cercana al primer centro que inauguró El Corte Inglés en Preciados.