Los fondos buitre llevan tiempo sobrevolando el sector fotovoltaico español con ofertas de auténtico derribo, tratando de conseguir gangas para aprovechar la dramática situación que atraviesan muchos promotores tras los sucesivos recortes acumulados desde 2010, que se van a sumar al que se avecina, con el nuevo sistema de estándares para la retribución de los renovables que podría entrar en vigor en junio.
Fuentes del sector aseguran que algunos de estos fondos están planteando ofertas de 1 euro por las plantas exigiendo, además, quitas del 40% en la deuda asociada a los proyectos.
Ofertas que, de acuerdo con esas fuentes, no se están materializando de momento porque, por ahora, la nueva regulación todavía no está en vigor.
Las mismas fuentes aseguran que, en ocasiones, estos fondos oportunistas están optando por el ‘puenteo’ al promotor, negociando directamente con sus acreedores.
Según los cálculos de la patronal UNEF, la reforma planteada por el gobierno para que los proyectos tengan una “rentabilidad razonable” según la expresión acuñada por el Ministerio de Industria, supone un recorte de ingresos de hasta más del 50% con respecto a las previsiones iniciales. “Sólo el sector fotovoltaico suma 920 millones de euros de recortes, un 27% de los 3.400 acumulados por el total de las renovables”.
El sector cree que Industria busca “achatarrar gran parte las plantas fotovoltaicas, ya que entre un 30% y un 50% de los proyectos no serán refinanciables con las nuevas condiciones". Un sector que, sostienen, ya estaba en una situación muy ajustada (con un TIR de media del 6% y un periodo medio de retorno de la inversión de 15 años) y que con la reforma planteada se va a ir en muchos casos a “rentabilidades negativas”, según UNEF.
Además, muchos de los propietarios de plantas fotovoltaicas son pequeños inversores, sin fuerza para renegociar sus condiciones con el banco y que avalaron sus instalaciones con sus bienes personales (sus casas, sus comercios…). Ahora no podrán hacer frente al servicio de la deuda, perdiendo no sólo su rentabilidad, sino también sus avales.
Desde Industria, la tesis es que España ha pagado la curva de aprendizaje de la fotovoltaica al resto del mundo con las desproporcionadas primas que se pagaron en los años del boom (hasta 2008), que son las que ahora se recortan otra vez.
Paradójicamente, la fotovoltaica aparece ahora como una de las tecnologías con más futuro, hasta el punto de que incluso el think tank del PP, FAES, reconoce en su última actualización de sus propuestas en materia energética que esta tecnología, junto con la eólica, ha experimentado “una fuerte reducción de los costes de inversión y de generación, acercándolas a niveles competitivos, lo que abre un capítulo cualitativamente diferente de su desarrollo, sobre todo en países que aún no lo habían iniciado”.
No es el caso de España, cuya sobrecapacidad de megavatios (convencionales y renovables) explica en buena medida el colosal problema del déficit tarifario, y que ante la atonía de la demanda eléctrica que se prevé para los próximos ejercicios, en principio no va a necesitar nuevas adiciones de potencia.