El negocio cementero en España agoniza desde el inicio de la década, una circunstancia que se está viendo agravada por la situación política y el fuerte frenazo experimentado por la inversión en infraestructuras que se ha registrado en los últimos dos ejercicios. Las cifras publicadas en las últimas horas hablan de una situación dantesca: en los nueve primeros meses del año se han consumido 8,4 millones de toneladas, un volumen que hace apenas diez años su utilizaban en apenas 45 días.
Cuesta creer que España llegara a ser el primer consumidor de cemento de la Unión Europea y el quinto del mundo, tan sólo superado por economías mucho más desarrolladas como la estadounidense y la japonesa. Por entonces, hace justamente 10 años, los registros de consumo de cemento en el país superaban ampliamente los 55 millones de toneladas. En 2016, estas cifras se quedaran en apenas una quinta parte.
“El panorama para los próximos meses no ofrece perspectivas de cambio”, apunta Aniceto Zaragoza, director general de Oficemen, que engloba a los grandes operadores del sector en España. En un comunicado, la patronal del sector apunta directamente a las políticas del Gobierno en relación con las infraestructuras como principal causa para haber llegado a la actual situación.
De hecho, Zaragoza llega a hablar del “total desinterés por las infraestructuras que venimos sufriendo”. En los dos últimos ejercicios se ha apreciado un notable parón en cuanto a la licitación de obra pública, además en mitad de una peculiar situación, inédita en la actual democracia, como es el caso de no contar con un Gobierno en firme durante más de 10 meses.
Duras críticas al Gobierno
No obstante, la industria cementera dispara con bala y considera que la inversión en infraestructuras que les sacaría del atolladero no es ni mucho menos caprichosa. “Tenemos que recordar, una vez más, que España presenta importantes carencias en la red secundaria de transporte, movilidad urbana, transporte de mercancías, infraestructuras logísticas, agua, sanidad y medio ambiente”.
Un punto de vista que es compartido por los grandes grupos constructores, también muy afectados por el recorte de inversiones en infraestructuras, que les ha obligado a tener cada vez más peso en el exterior. Sin embargo, esta estrategia no solventa los problemas que padecen sus filiales españolas, obligadas en muchos casos a realizar notables ajustes de personal.
Seopan, la patronal que agrupa a las grandes constructoras, ha hecho hincapié en sus últimos informes en la necesidad de invertir en infraestructuras que, hasta la fecha, han sido las grandes olvidadas por los políticos, especialmente en sectores tan capitales como la sanidad, la educación y el medio ambiente.
En este último, la falta de inversión podría incluso acarrear notables multas por parte de la Comisión Europea ante el hecho de que España no cumple con la normativa comunitaria en lo que se refiere a instalaciones relacionadas con áreas como el tratamiento de aguas.
Las cifras de consumo que presenta la industria del cemento en los últimos años son similares a las que se registraban en los años 60 y 70. Y también se asemejan a las que presentan economías mucho menos desarrolladas que la española y también con cifras de población sensiblemente inferiores.