“Si ahora mismo dijera que Dios existe, muchas personas pensarían que es una noticia falsa”. Con esta frase ha ejemplificado el director general del área digital del diario italiano La Reppubblica, Massimo Russo, la complejidad que entraña atajar el fenómeno de las fake news en internet, que saltó a la palestra tras el referéndum del brexit y la victoria de Donald Trump en las elecciones de 2016; y que ha provocado la reacción de las instituciones europeas, ante el temor de que pueda desestabilizar las democracias occidentales. De hecho, el portavoz del Parlamento Europeo, Jaume Duch, lo ha calificado como una “plaga moderna”.
La Oficina del Parlamento Europeo en España y la Leading European Newspaper Alliance han celebrado este martes un foro en Madrid que ha estado dedicado a esta problemática, que para la Unión Europea de una considerable gravedad, pero que para una parte de los editores no tiene esa importancia capital y ni mucho menos el poder suficiente para auspiciar cambios políticos de gran envergadura.
El director del francés Le Figaro, Alexis Brezet ha incidido en que culpar a las noticias falsas de los terremotos políticos supone simplificar y obviar que hay una parte de la población que está indignada con el sistema, lo que en realidad explica hechos como la victoria de Donald Trump en los comicios estadounidenses de 2016 o de Emmanuel Macron en Francia.
Durante la mesa redonda en la que ha participado, varias voces han coincidido en que este fenómeno no es nuevo, dado que la desinformación, la intoxicación y los bulos forman parte de la historia de los medios de comunicación. Ahora bien, en los últimos años se ha potenciado como consecuencia de la capacidad de difusión que otorgan las nuevas tecnologías y del deterioro de la confianza de la sociedad en la prensa tradicional, ha aseverado la co-fundadora de WikiTribune, Orit Kopel.
Como suele ocurrir, el mal avanza a una mayor velocidad que quien se encarga de atajarlo, de ahí las dificultades para combatir los infundios con herramientas eficientes. El director de Le Soir, Christophe Berti, ha explicado que hace un tiempo un desconocido realizó una réplica exacta de su medio de comunicación y publicó en su portada una noticia falsa que afirmaba que Arabia Saudí había financiado la campaña de Macron. “La mayoría de los medios no se hizo eco de ese artículo porque llamó para contrastarlo. Pero ese poso queda”, ha apuntado.
“Los periódicos han sido unos de los principales proveedores de fake news y aún lo son”.
Brezet ha pedido a compañías como Google y Facebook que desarrollen los mecanismos necesarios para evitar que este tipo de bulos se vuelvan “virales”, del mismo modo que hacen para que no aparezcan los goles de los partidos de fútbol cuyos derechos audiovisuales pertenecen a una determinada empresa. El director de la publicación alemana Die Welt, Stefan Aust, ha apostado por atacar a monopolios como Google y Facebook, que hacen negocio y no retribuyen a los medios pese a que utilizan su contenido, y que no han puesto coto a las noticias falsas.
Sobre este tema, el directivo de Google Eero Korhonen ha sido tajante: "no podemos ser los árbitros de la verdad".
El director de Tribune de Genève, Pierre Ruetschi, ha lamentado que las autoridades europeas no tengan en cuenta, dentro de su plan de lucha contra las noticias falsas, que esta problemática también tiene un componente social. “La gente que lee noticias falsas tiene interés en creérselas y quiere que la prensa le ayude a ratificar lo que piensa”, ha manifestado en este sentido.
Ruetschi ha expresado su oposición a las voces que hablan de que este fenómeno es emergente: “Los periódicos han sido unos de los principales proveedores de fake news y aún lo son”.
A este respecto, el responsable de la Unidad de Convergencia de Medios y Redes Sociales de la Comisión Europea, Paolo Cesarini, ha precisado que detrás de estos bulos están en muchas ocasiones los “agentes estatales”. Es decir, su origen no siempre se encuentra en la tan cacareada guerra cibernética entre potencias ni en las personas que se dedican a difundir bulos en las redes sociales.
El acto estaba previsto que concluyese con una mesa redonda con la presencia del expresidente de Prisa, Juan Luis Cebrián; la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría; y el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Trajani. Sin embargo, un escape de gas en el centro de la capital madrileña ha obligado a suspender el coloquio, según la organización.