Florentino Pérez ha vuelto a recurrir a la estrategia de contratos a pérdidas para hacerse con una adjudicación en territorio español. A través de su filial Vías y Construcciones, ACS ha conseguido el contrato para la remodelación cinco salas VIP del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas al realizar la mejor oferta económica, que incluye una espectacular baja del 51% en relación con el presupuesto contemplado en el pliego del concurso convocado por AENA, lo que hace prácticamente imposible que la empresa haga rentable la adjudicación.
En concreto, Vías y Construcciones llevará a cabo los trabajos para poner a punto las salas VIP del aeropuerto madrileño por 4,43 millones de euros, mientras que la cantidad de referencia presupuestada se iba hasta los 9,16 millones. El empeño de ACS para hacerse con el contrato ha quedado de manifiesto por la vuelta de tuerca que dio a su oferta, toda vez que procedió a revisar aún más a la baja la propuesta que planteó al principio del proceso.
Así, la primera oferta de la filial de ACS para conseguir el contrato ya presentaba una notable baja, por encima del 37%, pero no era la más económica. Tanto la de OHL como la de Grupo Ortiz contemplaban descuentos por encima del 39% para realizar las obras.
Dada la escasa distancia entre las propuestas económicas, AENA dio una segunda oportunidad para obtener un precio aún más favorable. Pero mientras que OHL y Ortiz optaron por no modificar sus propuestas, Vías elevó su baja inicial 14 puntos, hasta el 51%, con lo que ha terminado por llevarse el gato al agua.
Un alto directivo, contra las bajas
Ninguna de las otras ofertas que competía con la de Vías se aproxima a esta cantidad, hasta el punto de que Dragados, también filial de ACS y que igualmente concurrió a la licitación, presentó una propuesta económica que incluía una baja del 20%.
Paradójicamente, Antonio García Ferrer, ex presidente de Dragados y actualmente vicepresidente de ACS, arremetió hace unos días contra las bajas excesivas en las licitaciones de construcción. Durante su intervención en el V Foro de Infraestructuras organizado por la consultora KPMG, el ejecutivo llegó a asegurar que estas prácticas terminarían por hacer desaparecer a las empresas que las ponían en práctica, al tiempo que criticó el hecho de que, en la mayoría de los procesos, el criterio económico tuviera mucho mayor peso que el técnico.
Sin embargo, pese a las afirmaciones de García Ferrer, el episodio de la remodelación de las salas VIP de Barajas no es el primero que protagoniza ACS en los últimos meses, lo que deja bien a las claras que se trata de una estrategia definida para incrementar la cartera del grupo en España, aún a costa de sacrificar márgenes y resultados.
La pista de Barajas y las basuras de Madrid
Entre los últimos ejemplos se encuentra uno también relacionado con el aeropuerto madrileño. Se trata del contrato para la renovación de la pista más larga de la infraestructura, la denominada 18R/36L. Igual que ha sucedido con el concurso de las salas VIP, que recibió hasta 18 ofertas, la remodelación de la pista de Barajas movilizó a todos los grandes grupos constructores para hacerse con un contrato presupuestado en algo más de 24 millones de euros. A través de Dragados, ACS se lo llevó por 14,1 millones, con una baja del 40%.
Antes de que finalizara el año, el grupo que preside Florentino Pérez también sembró de polémica el contrato para la recogida de basuras en los barrios periféricos de Madrid. La UTE de su filial Urbaser y Cespa (Ferrovial) se llevó la licitación con una baja efectiva cercana al 15% en relación con un presupuesto más que ajustado, que había hecho que muchas empresas rechazaran presentar una oferta ante la práctica imposibilidad de hacer rentable la licitación.
Ambos procedimientos vinieron acompañados de consecuencias poco ortodoxas. En el primero de los casos, ACS trató de compensar el bajo precio ofrecido con reclamaciones por sobrecostes incluso antes de iniciar los trabajos.
Mientras, la puesta en marcha del servicio de recogida de basuras en Madrid fue caótica debido a la escasa inversión que la UTE adjudicataria estaba dispuesta a hacer dado lo exiguo de la propuesta económica. Esta circunstancia hizo que un buen número de ciudadanos vieran cómo en sus calles la basura se recogía dos días por semanas durante al menos un par de meses.