La innovación responsable "es una herramienta que permite trabajar en favor de la transparencia y luchar contra la corrupción", asegura Germán Granda, director general de Forética. Esta y otras muchas opiniones las pudimos conocer el pasado lunes en Aranjuez, durante la jornada “Innovación responsable, un reto para el siglo XXI”, que organizó el Observatorio Zeltia.
Donde antes se hablaba de innovación sostenible o innovación para preservar el planeta, ahora se habla de innovación responsable, un concepto que se enmarca dentro de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), y gracias al cual se fomenta la transparencia en las empresas al máximo nivel. Lo novedoso es que este término se incorpora ahora a los departamentos de I + D + i de las empresas.
La 'innovación responsable', según el doctor Fernando Mugarza, director de comunicación del grupo Zeltia, es "la forma en la que se gestiona una organización o un negocio. Y esa forma de gestionar responsablemente las empresas tiene que transmitirse a la sociedad para que estos nuevos valores se vayan extendiendo como una mancha de aceite".
"En España se hacen muy bien las cosas porque somos innovadores por naturaleza"
Pero esa forma de extenderse es muy lenta, avanza con demasiada parsimonia. Según Granda, en Europa hay 42.000 grandes empresas y de ellas, menos del 10% están comprometidas con el concepto de 'innovación responsable' o con los principios de la RSC. De acuerdo con el director general de Forética, en España hay aproximadamente un millón de empresas si tenemos en cuenta las pymes, y solo un 4,3% de las cuales están comprometidas con la RSC.
España se caracteriza por un desarrollo enormemente heterogéneo a nivel de innovación, destacando especialmente las comunidades de Aragón, Cataluña, Madrid, Navarra y País Vasco. En general, nuestro país tiene una buena base y potencial innovador, gracias al elevado porcentaje de población de entre 30 y 34 años con estudios superiores o a la importante participación en artículos científicos internacionales, entre otros puntos fuertes a destacar. No obstante, hay pendientes grandes retos.
España dedica el 1,2% de su PIB a actividades relacionadas con la innovación, cuando los países de nuestro entorno dedican entre un 2% y un 3% de su PIB. Si nos comparamos con los países emergentes, las diferencias ya son bastante notables puesto que países como China o Brasil dedican un 7%, un 8% y hasta un 9% de su PIB a la I + D + i. Por eso el doctor Mugarza cree que "sería deseable para tener competitividad llegar a los niveles de los países de nuestro entorno". No en vano, el caso de Zeltia en España es paradigmático, ya que dedica el 38% de su cifra de ventas a actividades de I + D + i.
Evolución del concepto
Hasta llegar al concepto de 'innovación responsable' se han ido dando muchos pasos dentro de la RSC. La Unión Europea (UE) comenzó lanzando en 2001 el libro verde de la RSC y aquello supuso una gran revolución porque, según explica el doctor Mugarza, "propone integrar los principios empresariales con el entorno financiero, social y medioambiental". Y a partir de ahí se fueron dando nuevos avances en esa línea con propósitos como la comunicación transparente o las memorias de triple resultado, que vienen auspiciadas por la Global Reporting Initiative (GRI).
Así hasta llegar a la ISO 26.000, una guía que establece líneas en materia de RSC establecidas por la Organización Internacional para la Estandarización (ISO por sus siglas en inglés). La norma se publicó en noviembre de 2010. Pero se trata simplemente de una guía, algo a lo que las empresas se acogen de manera voluntaria, puesto que no tiene carácter vinculante. Por ello es muy interesante la norma de empresa SGE 21 creada por Forética, que supone el primer sistema de gestión de la responsabilidad social europeo que permite, de manera voluntaria también, auditar procesos y alcanzar una certificación en gestión ética y RSC.
La norma de empresa SGE 21 es el primer sistema de gestión que permite auditar procesos y alcanzar una certificación en gestión ética y RSC
Gracias a normas como la SGE 21 empresas como Fruits de Ponent, compañía líder en Europa de producción de frutas con hueso, se han podido introducir en mercados tan difíciles como el británico. Y es que la 'innovación responsable' es más interesante e importante de lo que puede parecer en un principio. El director general de Forética nos pone el ejemplo de Ikea cuando se le ocurre envolver un sillón en un paquete plano. Eso es 'innovación responsable' porque de esta forma la compañía consigue abaratar costes, solucionar problemas de almacenamiento, reducir los niveles de CO2, etc.
Sanitas también es una compañía que trabaja en favor de la 'innovación responsable'. Lo hace, por ejemplo, aplicando desde 2009 su programa 'Smile': se trata de un conjunto de acciones implementadas en el centro de trabajo con el principal objetivo de conseguir una mejora completa en la salud de los empleados. Según explica Yolanda Erburu, del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS), "el objetivo es tender hacia vidas más sanas y felices". La estrategia y la RSC de Sanitas para 2015 se centra en dos objetivos: ayudar a 60 millones de personas a adoptar hábitos de vida saludables y reducir en un 20% la huella de carbono.
También empresas como Philips o FCC trabajan por la 'innovación responsable'. La primera compite haciendo servicios de iluminación mucho más eficientes que trata de vender a las administraciones públicas. Philips trabaja por ese concepto de innovación eficiente. Y FCC lo hace al conseguir el contrato de limpieza en las ciudades. Trabaja en esa línea de lograr innovaciones sociales y ambientales a través del producto. Y es que hay que trabajar por la 'innovación responsable' porque, como asegura Germán Granda, "cuando no hay transparencia evitas que ganen los mejores y perjudicas a todo el tejido empresarial".