Sin que nadie le ponga remedio, la primavera ha hecho acto de presencia en la misma mansión de Somosaguas en la que en otra época José María Ruiz-Mateos urdiera mil y una intrigas. Margaritas, cardos y hierbajos afloran en el jardín del chalet situado en la calle Alondra de la exclusiva urbanización madrileña en el que el fundador de Rumasa y su esposa Teresa Rivero han criado a sus 13 hijos. La electricidad está cortada, las persianas echadas. La siniestra apariencia actual exterior de la casa, valorada en más de siete millones de euros, por la que el pasado siglo correteaban los seis niños y siete niñas del matrimonio mientras el patriarca recibía a abogados, empresarios o banqueros, resulta ser hoy una metáfora del destino de la familia.
Los dos hijos menores de Ruiz-Mateos ingresaron en prisión en enero, y otros dos hijos lo harán previsiblemente este año
Todo ha ido a peor para los Ruiz-Mateos desde que el 17 de febrero de 2011 el empresario jerezano ofreciera en un hotel de Pozuelo su primera rueda de prensa en diecisiete años. Acompañado de sus hijos varones y varios empleados de sus empresas, José María Ruiz-Mateos anunció la entrada en preconcurso de una decena de las compañías que formaban parte de Nueva Rumasa. "Haga la V", le pidieron ese día los fotógrafos, que inmortalizaron la que puede ser la última fotografía de Ruiz-Mateos haciendo la señal de la victoria, la misma imagen que el expropietario del grupo de la abeja fomentara durante las últimas décadas del siglo pasado, ya fuera vestido de superman, ya fuera persiguiendo a Miguel Boyer, ya fuera elegido diputado del Parlamento Europeo...
Clesa, Dhul, el equipo de fútbol Rayo Vallecano, Elgorriaga, Carcesa... las empresas de Ruiz-Mateos quebraron prácticamente al mismo tiempo que saltaba el escándalo de los pagarés de Nueva Rumasa. Cerca de 5.000 particulares habían confiado parte de su dinero a cubrir pagarés de compañías del holding emitidos entre 2009 y 2010 que ofrecían rentabilidades de hasta el 8%. "Si no tuviera fe" dijo Ruiz-Mateos en aquella rueda de prensa de 2011, "me pegaría un tiro", prometiendo que devolvería el dinero aportado por los inversores. En septiembre de ese año José María Ruiz-Mateos formalizó la transmisión de su conglomerado al mismo empresario que un año antes se había hecho con Marsans, Ángel de Cabo, quien ingresó en prisión en diciembre de 2012 junto con el expresidente de la CEOE, Gerardo Díaz-Ferrán, por el presunto vaciamiento de la caja del grupo de viajes.
Los Ruiz-Mateos fueron conminados a abandonar la mansión de Somosaguas poco después de que el 25 de enero de 2012 la Policía Nacional entrara a saco en la vivienda, que registraron de arriba a abajo en el transcurso de la investigación abierta en la Audiencia Nacional por las emisiones de pagarés de empresas de Nueva Rumasa. En febrero de ese año el juez Pablo Ruz explicó en un auto que buena parte de ese dinero captado en las emisiones de pagarés del grupo familiar eran desviados y que no ingresaban en las cuentas de las empresas, y que su destino no estaba claro. Las propiedades de los Ruiz-Mateos fueron embargadas.
El que fuera considerado el español más rico de los años sesenta del siglo XX vive hoy en un adosado en Aravaca. No hay coches aparcados fuera, ni especiales medidas de seguridad. Ni jardín, ni piscina... En enero sus dos hijos menores, Álvaro y Javier, ingresaron en la cárcel de Navalcarnero, condenados por delitos contra Hacienda y alzamiento de bienes, donde deberán pasar más de dos años. Otros dos de sus hijos, Pablo y Alfonso, previsiblemente entrarán en prisión este año, posiblemente en las cárceles de Estremera y Málaga, para cumplir una condena de seis meses por fraude a Hacienda.
Las ventanas de la casa donde residen ahora José Maria Ruiz-Mateos y Teresa Rivero estaban este lunes abiertas para crear corriente. "Está bien, está bien", comentó asomada una empleada del hogar cuando se le preguntó por el estado de salud de José María Ruiz-Mateos. La pasada semana el empresario ingresó en un hospital de Madrid donde se le colocó un marcapasos. Estaba llamado a declarar en Valladolid en un juicio acusado de delito fiscal; como en otras ocasiones, Ruiz-Mateos alegó problemas de salud para argumentar su incomparecencia, y con esas acudió al Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid. Con un fuerte párkinson y menos de 50 kilos, a sus 84 años el patriarca de la familia no requiere de exhaustivos exámenes médicos para concluir que su estado de salud no le permite aportar nada en claro en un proceso judicial.