Los doce meses que transcurrieron del inicio del verano de 2012 al de 2013 fueron pródigos en reuniones, encuentros y estudios sobre procesos de concentración entre grupos constructores españoles. Uno de los que más sonó fue el de ACS y OHL, que contó con ingredientes como entrevistas personales entre sus dos presidentes, Florentino Pérez y Juan Miguel Villar Mir, respectivamente, para evaluar una alianza no obstante muy complicada y que no llegó a aproximarse al punto de no retorno.
Fuentes del mercado hablan de encuentros en la cumbre entre ambos empresarios, especialmente a raíz de que OHL tomara el testigo de ACS como socio industrial de la concesionaria de infraestructuras Abertis. Por entonces, primavera de 2012, Pérez se encontraba en una de las situaciones más complicadas que ha vivido como presidente de ACS.
Con más de 6.000 millones de deuda por refinanciar, la mayoría vinculada a la apuesta por Iberdrola que lideró personalmente contra el criterio de otros accionistas, la compañía se vio obligada a deshacerse de activos tan valiosos como su histórica participación en Abertis con el fin de lograr la liquidez necesaria para sentarse con los bancos sin estar excesivamente en desventaja.
Por otro lado, Villar Mir llevaba tiempo trabajando en la sucesión en la empresa que preside y controla. Por eso, no dudo en tomar el relevo de ACS y pasar a ser socio de referencia de Abertis, a cambio de las concesiones de OHL en Brasil, y hacerse con una de sus vicepresidencias (la que ostentaba el propio Florentino).
Una compañía ideal para asegurar el futuro: líder mundial en su sector, con dividendo estable y sólidos resultados recurrentes.
Los dos querían mandar
Tras las conversaciones a tres bandas (La Caixa, accionista de control de Abertis; ACS, la necesitada de vender; y OHL, la deseosa de comprar), Villar Mir decidió sondear a Florentino con el tan recurrido argumento del “¿necesitas algo?”.
Tras seis meses de infarto, ACS había logrado culminar las refinanciaciones pendientes de 2012 a finales de julio pero su situación no era la mejor. Y la personal de Florentino, tampoco. Más cuestionado que nunca por su gestión de la compañía, con socios relevantes enfurecidos por la supresión del dividendo a cuenta (especialmente, los Albertos) y con ultimátums a cargo de los March, principales accionistas de ACS.
Pero fueron precisamente los accionistas banqueros quienes vieron con mejores ojos la posibilidad de la fusión. A Florentino no le convenció nunca y, por encima de todo, por una cuestión: sería Villar Mir, a quien ya le rondaba la cabeza la idea de Josep Piqué como primer ejecutivo, quien mandara.
Movimientos de banca de inversión
Aun así, la cuestión levantó el interés de algunos bancos de inversión, enterados de las conversaciones, que llegaron a trabajar sobre la posibilidad de la fusión o de una posible alianza en determinadas patas de negocio de las compañías (especialmente la constructora).
Nada de esto llegó a cristalizar en algo lo suficientemente palpable como para dar los pasos decisivos de la operación. En los últimos tiempos, las relaciones entre Pérez y Villar Mir tampoco eran las mejores posibles, lo que terminó de hacer inviable la hipotética fusión.
De esta forma, el veterano presidente de OHL decidió seguir adelante con su plan, definitivamente echado en brazos de Isidre Fainé. Y también del negocio inmobiliario. En la actualidad se encuentra inmerso en el intento por tomar el control de Inmobiliaria Colonial, en la que Caixabank cuenta con una notable influencia pese a contar tan sólo con algo más de un 5% del capital.
Sus planes de futuro pasan también por el desarrollo del complejo Canalejas, en Madrid, quie tiene previsto albergar un hotel y un gran centro comercial con firmas de lujo en pleno centro de la capital. En definitiva, negocios con ingresos recurrentes asegurados (lo que se conoce comúnmente como "de cortar el cupón") y bajo la batuta de Piqué para OHL.