El futuro de Garoña se ha convertido en el escenario en el que Iberdrola y el Ministerio de Energía están dirimiendo un particular pulso. A la eléctrica le han entrado las prisas por resolver su situación en la central nuclear, cuya posible reapertura le está suponiendo un coste de imagen que empieza a ser demasiado alto, especialmente porque está focalizado en Euskadi, donde la empresa tiene su sede. Iberdrola considera que el responsable de esta situación es el ministro de Energía, Álvaro Nadal, que en su apuesta por la nuclear ha acelerado el proceso de revivir Garoña. La intención de la eléctrica es que Nuclenor, la operadora de la central en la que participa al 50% con Endesa, aborde la cuestión antes de que el Gobierno tome una decisión sobre el futuro de la central.
El presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, se pronunció en público contra la reapertura de la central de Garoña durante la junta de accionistas de la eléctrica, celebrada el pasado viernes. La postura de la compañía al respecto era más que conocida, pero el hecho de que las declaraciones de Galán fueran con luz y taquígrafos cayó como una bomba en el Ministerio de Energía. Las palabras del ejecutivo fueron un torpedo en la línea de flotación del departamento que dirige Nadal, que ha apostado desde el primer momento por la pervivencia de la energía nuclear.
Eso ha sido, precisamente, lo que ha desencadenado la tensión en torno a Garoña. Antes de que se confeccionara el actual Gobierno, Nuclenor aún no había culminado las inversiones que se le exigió en 2009 para prolongar su vida útil por cuatro años y el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) había asegurado que no se pronunciaría sobre la solicitud de las compañías con el preceptivo informe antes de que se culminaran las mencionadas actuaciones.
Pero Nadal pisó el acelerador. Llegó al Gobierno en noviembre y apenas cuatro meses después, el informe del CSN estaba emitido, lo que dejaba en manos de Nuclenor el futuro de la central (toda vez que se da por hecho que el Ejecutivo aprobará la reapertura).
A partir de ese momento, la presión sobre Iberdrola ha ido en aumento. El asunto de Garoña es especialmente polémico en Euskadi dada la proximidad de la instalación a su territorio. El PNV se ha pronunciado en contra de la central, mientras que las organizaciones ecologistas han intensificado las manifestaciones en la calle e incluso han organizado diversos encuentros en torno a la sede de Iberdrola en Bilbao.
La llegada de Nadal al Ministerio aceleró el proceso para reabrir la central que, hasta ese momento, llevaba un ritmo muy pausado. A partir de ese momento, la presión sobre Iberdrola ha ido en aumento
Todo ello se ha plasmado en un coste de imagen para la compañía que su presidente no está dispuesto a soportar. Incluso antes de la junta, ya solicitó a Endesa la convocatoria del consejo de Nuclenor para tomar una decisión definitiva. En principio, propuso la fecha de este 6 de abril, aunque fue rechazada por la eléctrica que preside Borja Prado.
A día de hoy no hay una fecha fijada, aunque la intención de Iberdrola es que la reunión se celebre a la mayor brevedad posible, antes de que finalice el presente mes.
Lo que quiere evitar Galán es que el Gobierno comunique antes su decisión acerca de la central, ya que lo más probable es que dé autorización para que la vida de Garoña se vaya, al menos, hasta 2031, una circunstancia que haría más difícil justificar los motivos económico-financieros esgrimidos por Galán para oponerse a la reapertura de la central. Con mayo tiempo para amortizar las inversiones, la cuestión sería, por lo menos, objeto de debate.
Sin consultas
Es esa precisamente la postura de Endesa, que aboga por esperar a conocer la decisión del Gobierno para tomar una decisión al respecto. En el seno de esta compañía, las palabras de Galán en la junta de Iberdrola tampoco han sentado nada bien, ya que se considera que estas apreciaciones deberían haberse realizado en el marco del consejo de Nuclenor y de forma más discreta.
Anticiparse a la decisión del Gobierno llevaría a Iberdrola a quitarse de encima la presión del debate en torno a la central y consumar una particular venganza contra Nadal por haberlo precipitado. Pero para cumplir con este objetivo debe ser ágil. Aunque Energía ha insistido en que dispone hasta agosto para tomar una decisión, ésta puede llegar en cualquier momento.
En teoría, este tiempo serviría para elevar consultas con empresas, partidos políticos, patronales, sindicatos, grupos ecologistas… Pero hasta la fecha, este tipo de contactos ha brillado por su ausencia, lo que hace pensar que Nadal podría pronunciarse en cualquier momento. Y a partir de ahí, la pelota volvería al tejado de las eléctricas.