Cuando la expropiación de YPF a Repsol por parte del Gobierno argentino aún está cicatrizando, a la petrolera española le ha surgido un nuevo frente. Y de proporciones considerables. La compañía tuvo que evacuar hace poco más de un mes a todos los trabajadores que tenía en Libia ante el agravamiento de la lucha armada que enfrenta a los islamistas de Misrata y al Ejército Nacional Libio.
La inestabilidad en el país es máxima y las últimas informaciones apuntan a un avance de las fuerzas islamistas que hacen temer lo peor en los ‘cuarteles’ de Repsol. De momento, la petrolera que preside Antonio Brufau no tiene ninguna intención de devolver a su personal a Libia “en el corto y medio plazo” ante los riesgos que existen para su seguridad, afirman fuentes conocedoras de la situación.
Los problemas de Repsol en Libia resurgieron en septiembre del año pasado –casi dos años después de reanudar la actividad-, cuando un grupo de touaregs bloqueó sus plantas. Desde entonces, su producción ha estado bajo mínimos, con serias consecuencias en su cuenta de resultados.
No en vano, Libia representa el 12% de la producción de la petrolera y “el 60% de sus reservas probadas de crudo (109,6 millones de barriles al cierre de 2013)”, explican las mismas fuentes. Esto se traduce en un peso de cerca de 300 millones de euros en el beneficio anual. En el primer semestre, el impacto negativo sobre el resultado neto fue de 135 millones de euros, según las cifras oficiales.
Hasta julio, la producción en Libia ha estado completamente paralizada por el conflicto armado
Los responsables de Repsol siempre han lanzado mensajes de tranquilidad respecto a la situación en Libia. La última vez fue durante la presentación de los resultados semestrales a analistas el pasado 24 de julio, sólo unos días después de que evacuara a todo su personal. El director Financiero, Miguel Martínez, se mostró “optimista” sobre la recuperación de la producción en el país africano, después de estar completamente paralizada desde finales de febrero.
Morgan Stanley, sin embargo, sacó sus propias conclusiones y a consecuencia de los problemas en Libia rebajó a principios de agosto un 2,8% su previsión de beneficio por acción (BPA) de Repsol para 2015, hasta 1,46 euros. También recortó su estimación para la italiana Eni y la austriaca OMV, con una presencia relevante en el país.
A raíz del cese de la actividad en Libia en el último trimestre de 2013, la compañía revisó a la baja su previsión de crecimiento de la producción para 2014, rebajándola del 10% al 7%. En julio, Martínez reiteró este objetivo. Aseguró que después de haber estado completamente paralizada desde finales de febrero, a principios de julio se retomó la producción. De hecho, la petrolera ha logrado cargar dos buques este verano, uno en julio y otro en agosto.
Repsol mantiene su previsión de incrementar la producción un 7% en 2014
Esto ha sido posible porque el foco del conflicto armado se ha trasladado de los pozos petrolíferos a las dos principales ciudades, Trípoli y Bengasi. Repsol puede seguir produciendo a pesar de no tener trabajadores en el país gracias a los contratos de reparto firmados con la National Oil Company de Libia (NOC) y al trabajo de los contratistas con los que opera la firma española.
Pero ahora todas las miradas en Repsol se dirigen al conflicto armado, de cuya resolución depende su futuro en Libia. La amenaza de que los islamistas se hagan con el poder es creciente y ésta sería la peor opción para los intereses de las petroleras internacionales presentes en el país.
“La preocupación es enorme”, señalan fuentes cercanas a la empresa española, que advierten de que en dicho caso “podría verse obligada a salir”. “Habría peligro de perder la operación” en Libia, una de las apuestas más importantes de la compañía española, que inició su actividad en el país en los años 70 y cuenta con derechos sobre ocho bloques, seis de exploración y dos de explotación.
Tras la salida de Argentina, las dificultades en Libia no hacen sino presionar más a Repsol para encontrar nuevos activos de exploración y producción en los que invertir los más de 11.000 millones de euros de liquidez con los que cuenta actualmente tras haber cobrado la compensación por la expropiación de YPF y vendido la participación que le quedaba en la petrolera argentina. Noruega, donde ya ha intentado sin éxito una compra, Colombia y Estados Unidos son algunos de los países en los que la compañía que capitanea Brufau tiene en el punto de mira.