Reyal Urbis, una de las inmobiliarias que se disparó justo antes de la crisis y que acabó pagando los excesos con el concurso de acreedores, se asoma al abismo de la liquidación después de que el juzgado de lo Mercantil número 6 de Madrid decidiera no admitir el convenio propuesto por la compañía para afrontar la deuda que mantiene con sus acreedores. La decisión del juez habrá sorprendido, sobre todo, a los accionistas que estuvieron presentes en la última junta de Reyal Urbis, celebrada hace apenas dos meses y medio, ya que en la reunión escucharon a su presidente, Rafael Santamaría, dar por hecho la aprobación del convenio y considerar el paso como un mero trámite.
Ya fuera un exceso de optimismo o un caso de precipitación, Santamaría no pudo estar más equivocado ante, eso sí, un grupo muy reducido de pequeños accionistas, que difícilmente superaban el número de 30. El clima de la reunión fue tenso debido a la situación en la que se encuentra la compañía desde que estalló la burbuja inmobiliaria y especialmente desde hace casi cuatro años, cuando se declaró en concurso de acreedores.
En aquel encuentro, celebrado en un pequeño salón del hotel de la cadena Rafael Hoteles, propiedad de Reyal Urbis, situado en la madrileña avenida de Méndez Álvaro, cerca de la estación de Atocha, Santamaría hizo un pequeño repaso de la situación de la compañía y se centró en las características del convenio presentado ante el juzgado de lo Mercantil que entiende del concurso de la inmobiliaria.
Una vez hubo explicado las diferentes alternativas que planteaba el convenio, el presidente aclaró que el siguiente paso sería la aprobación del mismo por parte del juzgado, paso que describió como un trámite. "Lo más seguro es que nos aprueben el convenio y salgamos adelante".
La indignación de los minoritarios
En el turno de intervenciones, los accionistas mostraron su preocupación por el futuro de la compañía, con especial incidencia en una accionista de avanzada edad, que aseguró estar indignada con la situación de la empresa y el desplome que protagonizó en Bolsa. "He perdido 50.000 euros y lo único que quiero es que todo esto se acabe para poder vender las acciones y olvidarme de todo".
Tras aguantar el rapapolvo, Santamaría habló incluso de la posibilidad de que Reyal Urbis volviera a cotizar, tras la hipotética superación del concurso, aunque en este punto estuvo más prudente y no se atrevió a dar una fecha concreta. "No lo tome al pie de la letra porque no depende de nosotros sino de la CNMV y si le doy una fecha y no se cumple me volverá a echar la bronca", le dijo a la accionista antes de recordarle que si ella había perdido 50.000 euros, sus pérdidas personales ascendían a varios cientos de millones de euros.
Además de los pocos accionistas que se dieron cita en la sala, uno de los testigos de excepción fue José María Álvarez del Manzano, quien fuera alcalde de Madrid, que figura aún en el consejo de administración de la compañía y que acompañaba aquel día a Santamaría en la mesa presidencial.
El caso es que el presidente de la inmobiliaria dio en la junta una información que ha resultado no ser correcta. La compañía recurrirá la decisión del juzgado, la última bala que le resta para evitar la liquidación. Sería la segunda gran empresa del sector del ladrillo que acaba de esta forma tras Martinsa-Fadesa aunque, en este caso, la compañía sí sacó adelante un convenio de acreedores aunque finalmente no pudo cumplir con él.