La última propuesta de acuerdo para solventar el conflicto de la ampliación del Canal de Panamá que puso sobre la mesa la administración de la vía interoceánica introdujo un nuevo elemento, hasta ahora prácticamente inédito: las compuertas de las esclusas. La ACP supeditó conceder al consorcio Grupo Unidos por el Canal (GUPC), liderado por Sacyr, una moratoria para la devolución de los anticipos a cambio de que se cumplan los plazos de entrega de las cancelas, precisamente el elemento que podría eternizar el fin de los trabajos de ampliación.
La fabricación de las compuertas del tercer juego de esclusas del Canal de Panamá está a cargo de la italiana Cimolai, una elección que corrió a cargo de GUPC y en la que tuvo mucho que ver la también transalpina Impregilo, destacado miembro del consorcio con una participación del 48% (igual que la de Sacyr).
Por ahora, de las 16 compuertas que Cimolai debe fabricar, tan sólo la mitad están finalizadas y de estas ocho, cuatro aún no han llegado a territorio panameño sino que están en Italia, listas para zarpar pero a la espera de novedades.
En el caso de que la ACP decidiera definitivamente rescindir el contrato con GUPC, tendría que negociar directamente con Cimolai, ya que el acuerdo entre ésta y el consorcio quedaría resuelto porque GUPC ya no sería el adjudicatario de las obras de ampliación del Canal.
Otra posibilidad sería que la ACP decidiera contratar a otro grupo para que finalizara la obras, con lo que debería ser el nuevo adjudicatario el que tendría que tratar con el fabricante italiano.
La conexión con Impregilo
Y obviamente, la misión no será sencilla. Sobre todo porque Cimolai llegó al Canal de la mano de Impregilo y si se da el escenario de la ruptura del contrato con GUPC, la constructora italiana ya no participaría en la construcción.
Una situación que podría haberse dado perfectamente con Navantia, toda vez que el Gobierno español trató de que fueran los astilleros públicos los que se llevaran el contrato de las compuertas, el más jugoso de los que puso en juego el consorcio.
Sin embargo, no hubo acuerdo con los precios. El montante del contrato, de aproximadamente 400 millones de euros, no convenció a la directiva de Navantia, a la que llegaron a ofrecer la posibilidad de llevarse el encargo si igualaba la oferta de los italianos.
En cualquier caso, Cimolai no lo va a poner fácil si hay que realizar un nuevo contrato para finalizar las compuertas y esta circunstancia va a hacer que la demora de las obras aumente de forma notable. El peor de los escenarios es el de una ruptura con el fabricante italiano, que supondría la necesidad de fabricar desde el principio las compuertas y alargaría el fin de la obra al menos tres años.
La ACP puede terminar todo menos las compuertas
Hasta su paralización a mediados de la pasada semana, las obras de la construcción del tercer juego de esclusas del Canal presentaban un avance próximo al 70%. Si se exceptúa el caso de las compuertas, todo lo demás está al alcance de la ACP, incluso para que la propia autoridad canalera finalice por su cuenta la ampliación. Pero fabricar compuertas es algo que todavía se le escapa de las manos.
Otra de las pruebas de que el asunto de las compuertas es más que delicado es el hecho de que las primeras luces de alarma se encendieron en la ACP cuando el pasado noviembre se cumplió el plazo para que llegara hasta Panamá el segundo lote de compuertas sin que las cancelas aparecieran por el Canal.