España tiene un mercado laboral completamente anómalo en el mundo occidental con unas tasas de paro casi incomprensibles para cualquier economista foráneo. Pero el INE acaba de dar a conocer una estadística que puede arrojar algo de luz sobre su funcionamiento. De acuerdo con la recientemente publicada EPA de flujos, todos los trimestres al menos unos 1,2 millones de ciudadanos consiguen un empleo. Es decir, que hay un segmento del mercado laboral que rota mucho y logra un puesto bastante rápido.
Al mismo tiempo, 3,6 millones de personas llevan más de un año sin trabajo, un grupo que además tristemente aumentó en unos 300.000 desempleados durante el 2013. Y de esos 3,6 millones, aproximadamente la mitad acumula más de dos años sin encontrar ocupación y por lo tanto ha agotado cualquier prestación y sólo puede tener derecho a un subsidio de 400 euros.
Si se compara con la evolución de años anteriores, el gráfico reflejado a continuación también ilustra cómo se está recuperando ostensiblemente el empleo al mejorar en los últimos tres trimestres de 2013 la relación entre los que entran y los que salen de la ocupación.
Y hay otro hecho bastante llamativo: sale más gente del desempleo ahora que en plena bonanza. Aunque evidentemente las ofertas se antojan muchísimo más precarias, este fenómeno indica que la conjunción de la crisis y la reforma laboral está propiciando un mercado más flexible a la par que duro, que da más oportunidades a un sector de la población frente a otro.
Fuente Fuente: EPA de flujos INE
Una realidad de la que se desprende que resulta esencial encontrar un empleo lo antes posible, porque cuanto más se tarde más difícil se hace incorporarse. Según algunos analistas consultados, esta información implica que quizás habría que cambiar todo el enfoque que se utiliza respecto al problema del paro. Por ejemplo, ¿habría que plantearse si se puede modificar la forma en que se conceden las prestaciones, que en la actualidad son más generosas al principio y luego van decreciendo? "A lo mejor, a la luz de estos datos podrían distribuirse al revés y ser menos generosas al principio e ir aumentándolas conforme más se necesita", comenta un experto.
Otro punto de vista bastante obvio reside en que hay dos tipos de perfiles muy diferenciados de acuerdo con el nivel de formación. Tal y como se puede comprobar en las tablas extraídas de la EPA que publicamos abajo, el paro baja conforme sube el nivel de educación y la edad. Así, la tasa de desempleo entre los graduados universitarios desciende hasta el 16 por ciento. Y de ese porcentaje en paro, prácticamente el 70 por ciento corresponde a menores de 29 años porque la experiencia supone un factor determinante a la hora de colocarse.
Tasas de paro por nivel de formación alcanzado, sexo y grupo de edad
Unidades: Porcentaje
Fuente: Fuente: EPA, INE
Todo lo cual podría obligar a un cambio radical en las políticas de empleo. En primer lugar, en vez de fomentar el emprendimiento de los jóvenes, quizás habría que destinar estos incentivos hacia los mayores, porque al fin y al cabo son los que conocen los mercados y guardan una cartera de clientes. De hecho, durante el último año, el grupo de autonómos entre 40 y 59 años ha engordado en 20.000 personas hasta casi los 1,8 millones.
En cambio, ante estos datos, la política de empleo respecto a los más jóvenes quizás habría que reorientarla para que encuentren una profesión de forma rápida y acumulen experiencia con la que poder progresar a partir de ahí. De lo contrario, se corre el riesgo de que acaben marginados.
Y el mayor reto reside en el colectivo que estaba empleado en la construcción y que ahora tiene difícil reciclarse. Después de seis años de crisis, el modelo de formación suscrito en el 2005 sigue sin reformarse de arriba abajo. Y otro tanto sucede con el antiguo INEM, que continúa abordando el tsunami sin haberse preparado y actualizado para los desafortunados tiempos que corren.