La industria farmacéutica sabe que la tecnología es clave para su supervivencia, ya que es un sector cuya base es la innovación. Cada vez son más las patentes que expiran y la salida al mercado de nuevos fármacos se ha convertido en la principal preocupación de una industria millonaria. Pero para tener éxito no es sólo necesario contar con un buen equipo científico en el laboratorio, sino que cada vez es más crucial hacer uso de expertos en big data y en Inteligencia Artificial.
El gigante farmacéutico Sanofi anunció esta semana un acuerdo con Google para crear lo que han bautizado como “Laboratorio de Innovación Virtual” cuyo objetivo es utilizar big data -es decir, técnicas de recopilación masiva de datos- para optimizar el desarrollo de nuevos medicamentos, un proceso que requiere años y millones de euros de investigación.
Según han explicado ambas empresas en un comunicado, el "laboratorio" tendrá dos funciones principales. Por un lado, se centrará en buscar soluciones sobre cómo este tipo de tecnologías pueden “mejorar la productividad, el diagnóstico y la información disponible sobre las enfermedades y los pacientes”, mientras que el resto de los recursos se destinarán a migrar todos los datos de Sanofi a la nube para poder someterlos a un análisis exhaustivo de macrodatos.
Por otro lado, la alianza permitirá a Sanofi desarrollar tratamientos más personalizados, según ha precisado la compañía, que quiere aplicar Inteligencia Artificial para pronosticar ventas y mejorar las actividades de marketing y suministros.
Acceso a las bases de datos de Sanofi
Esto implica que Google hará uso de su tecnología para barrer las bases de datos con las que cuenta Sanofi - que versan sobre los resultados de sus ensayos clínicos, los efectos secundarios de sus fármacos en el mercado o la respuesta de los pacientes- con el objetivo de acelerar el descubrimiento de nuevos medicamentos, al tiempo que rentabiliza el proceso.
Al tener mucha más información sobre qué medicamentos hacen falta en el mercado o qué moléculas tienen más posibilidades de salir adelante, Sanofi puede reducir el riesgo económico que implica desarrollar nuevos fármacos y por lo tanto, reducir costes.
Este aspecto resulta fundamental para la industria, ya que el riesgo económico de poner en marcha un nuevo fármaco ronda el 70%. De acuerdo con el último informe de Funcas sobre la industria, se estima que tan sólo un 11% de las moléculas en desarrollo llegan a comercializarse.
La noticia podría considerarse como un punto de inflexión en la industria, ya que implica conceder acceso a una sola empresa a los datos de numerosas compañías competidoras
Según explica Inga Shugalo, una analista farmacéutica en la consultora Intransition, especializada en big data, aplicar estas nuevas tecnologías “puede resultar esencial a la hora de reducir el coste de descubrir nuevos medicamentos, al hacer uso de la Inteligencia Artificial para llevar a cabo experimentos y minimizar el tiempo que requieren los ensayos clínicos gracias a la ayuda de un ordenador”.
La industria se suma
Es por ello que Sanofi no es la única empresa del sector que está invirtiendo tiempo y dinero en este tipo de acuerdos. Hace apenas unas semanas, diez grandes compañías farmacéuticas -entre las que se encuentran Johnson & Johnson, AstraZeneca y GSK, entre otras- alcanzaron un acuerdo similar con Owkin, una start-up especializada en Inteligencia Artificial que cuenta con el apoyo de Google.
La noticia podría considerarse como un punto de inflexión en la industria, ya que implica conceder acceso a una sola empresa a los datos de numerosas compañías competidoras que tradicionalmente siempre han sido extremadamente recelosas de la información relacionada sobre sus investigaciones.
La realidad es que cada día vencen más patentes y todas las grandes compañías del sector han comenzado a invertir cantidades ingentes de dinero en productos innovadores con la esperanza de que se conviertan en su nuevo superventas. El problema radica en que esta investigación es extremadamente cara, lo que luego desemboca en situaciones como que un tratamiento alcance un valor de hasta 2,1 millones de dólares por dosis. El tiempo dirá si la colaboración entre los gigantes de la industria tecnológica y farmacéutica supone la solución a esta problemática.